jueves, marzo 27, 2008

¡CUBA…Y SÓLO CUBA! LO DEMÁS, ¡SOLAVAYA!

¡CUBA…Y SÓLO CUBA! LO DEMÁS, ¡SOLAVAYA!



Por Iria González-Rodiles *
Colaboración
Berna
Suiza
La Nueva Cuba
Marzo 27, 2008

No importa quién propicie el cambio en Cuba, si Los Estados Unidos o la Unión Europea, si La Habana o Miami, si el Vaticano o Suiza, si los disidentes, los “revolucionarios” o los mismísimos Extraterrestres, pero ¡que cambie ya!

Cuba no aguanta más, ¿quién lo ignora, señores? Por eso, que venga el cambio de mano de quien sea, pero que termine la desgracia, que acabe el estancamiento, que Cuba eche a andar, que se inserte en el mundo moderno, para que salga de la parálisis quincuagenaria en que se ha visto sumergida. Que concluya el drama en la Isla ipso facto, porque Cuba no merece el martirio, ni el quebranto. Es primorsa, cordial. Cuba es un tesoro, está llena de riquezas naturales, culturales, espirituales.

Los jóvenes, los niños, las nuevas generaciones, no merecen una continuidad de añejas trifulcas políticas que han resultado vanas, áridas, desgarrantes, para todos los cubanos, de antes y de ahora, de adentro y de afuera, de todas las partes. Pero ahora existe la excelente oportunidad de evitar iguales o peores sufrimientos y contiendas a la Amada Tierra Natal, a los cubanos del presente y del futuro.

Para el atolladero cubano resulta convincente, casi en su totalidad, lo expuesto por Teilhard D. Chardin en la Revista Les Etudes del 20 de Octubre de 1927: “Ni en la derecha ni en la izquierda, se encuentra un espíritu verdaderamente progresivo…uno se une a un partido u otro porque hace falta escoger si se quiere actuar (*). Pero cada uno en el lugar que ocupa no se siente en realidad a sus anchas, se siente mutilado, rebelde. Todos quisieran algo más amplio, más comprensivo, y más hermoso… los torbellinos de los partidos, si los seguimos pasivamente, nos arrastran hacia lo irrespirable, ¡necesitamos aire! ¡Hace falta unirnos! No frentes políticos, fascistas o populares, sino un frente general de avanzada HUMANA.
(*) [Aunque de acuerdo a mi experiencia personal, no creo necesaria la militancia en ningún tipo de partido para actuar en los asuntos patrios, mucho menos si se es periodista].

No importan los políticos, ni las políticas, lo que importa es que Cuba cambie. No importa si el cambio proviene de la derecha o la izquierda, del centro derecha, del centro izquierda o del centro de la Tierra. Lo importante es que cambie. ¡Decídanse ya, por Dios!

Tal como dicen los versos de un poeta cubano (no muy consecuente con éstos, en la práctica): “La derecha y la izquierda /son mis manos al aire”. (Y no es que mi vida en Suiza me haya conducido a la neutralidad, sino que he continuado el aprendizaje –iniciado como disidente en Cuba— sobre la auténtica democracia, el Estado de Derecho y el respeto a los Derechos Humanos).

“Cambio” he dicho, sin “s” –no “cambios”—, porque no es lo mismo, aunque parezca igual. Cada palabra posee su valor, su poder, su efecto en la comunicación humana…y su significado. “El cambio” presupone una renovación profunda de la sociedad, del país: un renacimiento político, social, económico y humano, “con todos los cubanos y para el bien de todos los cubanos”. Sin exclusiones. Y es preferible realizarlo progresivamente, que de forma violenta; sin atropello, pero con notable ascendencia, apreciable. “Los cambios” se limitan a paliativos y atenuantes que sólo calman los ánimos, alivian penurias, esperanzan a ingenuos y entretienen la opinión pública internacional. Son semejantes a una catarsis temporal que, de manera cíclica, retornará a la crisis –objetiva y espiritual— disimulada de forma momentánea.
Pero, para no limitarme al laberinto de las palabras y las definiciones, para no quedarme en el plano teórico, en la palabrería, tengo dos sugerencias concretas, inmediatas, para el cambio: Primero, conceder la libertad a todos los presos de conciencia y políticos. (Recordad que Batista –el dictador, el “monstruo horrendo”— concedió la amnistía a los asaltantes sobrevivientes de los Cuarteles de Bayamo y Santiago de Cuba, pese al sangriento resultado de la acción armada). Segundo, realizar elecciones generales y directas, con observadores internacionales y con la participación –si así lo deciden— de todas las organizaciones disidentes, que también deben tener acceso a los medios informativos para divulgar sus proyectos políticos. Al respecto, una incidental:

Sean quienes sean los elegidos –Martha Beatriz o Raúl Castro, Vladimiro Roca o Payá Sardiñas, Oscar Elías Biscet o Carlos Lage— tendrá que aceptarse la soberana decisión del pueblo cubano.

Porque el cambio no es un relevo en el poder o de poderes, ni la sustitución de un sistema por otro, con sus respectivos políticos de turno.

En el cambio nos va el alma cubana, los destinos de la Isla, el orgullo de ser cubanos, el prestigio de la nación, y no los caprichos de un hombre en la recta final de su vida, no en los políticos de turno de ningún lugar –o aspirantes al turno—, no en los rencores y odios inoculados, no en las mezquinas venganzas potenciales.

¡Hay que cambiar porque Cuba lo precisa! ¡Sólo cuenta tener coraje y corazón! Pero, como canta el dúo de jóvenes cubanos “Buena Fe”: “Es que siguen sin hacer lo que hay que hacer, es que siguen sin amar lo que hay que amar, ¡solavaya, solavaya!”.

Algunos me dirán que, por el momento, quienes ostentan el poder en Cuba son los llamados a dar los primeros pasos en el cambio: los marxistas, los comunistas, los socialistas o quienes así se definen.

Viene a mi memoria –¡cuánto ha llovido!— una rumbita de los primeros años del triunfo insurreccional contra Batista (también llamado revolución), cuando yo pertenecía a la Asociación de Jóvenes Rebeldes y que cantábamos en las plenarias y asambleas:

“El marxismo significa movimiento, eh, eh, movimiento, eh, eh, movimiento, eh, eh”.

Pues bien, si en verdad es así, que son marxistas y el marxismo es movimiento, aplíquenlo, porque históricamente se ha demostrado todo lo contrario, o sea, que el marxismo significa rigidez, atascamiento, y, de moverse, involución. O mejor, como dijo Ray Nagin, alcalde de New Orleans, al Presidente George Bush y a su teamwork: ¡muévanlo!

Pero, para todos los implicados en la problemática cubana, sin excepciones, será muy útil meditar en una moraleja, de un sabio espectacular:

“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Albert Einstein.

Porque no es lo mismo ser patriota que patriotero, periodista que propagandero, maverick que vocero, político que politiquero.

¿Quién tendrá el coraje, la inteligencia, el desapego al poder, la bondad, el amor suficientes por Cuba? No lo sé. Está por ver. Pero quien sea capaz de asumir el cambio, sea bien recibido. Veremos quién le pone el cascabel al gato…digo a Cuba.

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* Iria González-Rodiles, es periodista independiente. Fundadora de la Agencia CubaPress. Escribe para la prensa alternativa desde 1995. Sus artículos y crónicas han sido publicados en diferentes medios tales como en las páginas WEB de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), CubaFreePress, Nueva Prensa Cubana, Cubaicei.org del Instituto de Economistas Indepiendientes, RSF (Reporteros sin Fronteras) y en revistas como la Hispano Cubana y Nueva Prensa Cubana.