EL CARDENAL Y LA DICTADURA DEL RELATIVISMO
El cardenal y la dictadura del relativismo
Por Emilio Ichikawa
Pocas personas han podido acumular tanto poder en el Vaticano como el cardenal Tarcisio Bertone. Es canciller y camarlengo a la vez, maneja el rostro y la máscara del Papado, calla los secretos y anuncia las verdades, algún día dará las excusas del mando temporal y algún día también hará añicos el anillo de San Pedro, hoy en la mano de Benedicto XVI.
El cardenal estuvo en La Habana. Lo que allí hizo y dijo dejó bastante insatisfechos a los compatriotas. Fue tan diligente que, en la Escuela Latinoamericana de Medicina, repitió punto por punto el discurso oficial.
Pero se puede ver de otra manera. Un diplomático de su rango, cuando visita un país extranjero trata, por cortesía, de hablar el idioma del lugar. ¿Y qué idioma se habla en Cuba? Pues la jerga cursi y falaz del castrismo solidario. Y así habló, en ''sociañol''. Se pasó, es verdad, pero era el protocolo.
Sin embargo, es curioso que una persona que lució bastante conforme en lo político con el régimen de La Habana haya insistido en un diferendo filosófico esencial. Cierto que el régimen cubano no es muy sensible a las cuestiones de fundamento, pero debe serlo al menos Rubén Zardoya, Rector de la Universidad de La Habana, quien es filósofo de formación, graduado en la Unión Soviética con una tesis sobre la ''filosofía burguesa''. ¿O es que acaso el Dr. Zardoya no ve que las tesis filosóficas de la doctrina vaticana, que lanzó Bertone en su propia cara en el Aula Magna, cuestionan toda la comparsa antropológica con que quieren minar la espiritualidad de una isla ingenua y sonriente?
En este punto el cardenal Bertone fue tan claro que sus palabras pudieran parecer incluso agresivas: dijo que deseaba postular la que es idea fundamental del Papa: una ''oposición a la dictadura del relativismo''. Se trata en verdad de una idea del cardenal Joseph Ratzinger, políglota, polemista, pensador agudo que Juan Pablo II encargó de las relaciones intelectuales y políticas con el profundo Oriente.
Ratzinger, nombre de Benedicto XVI, actual Papa, está proponiendo una ética universal de libertades y derechos humanos de la que ningún gobierno podría excusarse con el pretexto de su singularidad política y cultural. A eso también fue el Cardenal Bertone a Cuba. Y parece que lo logró porque días después de su visita, a regañadientes, el canciller cubano Felipe Pérez Roque firmaba en la ONU (con objeciones) el actual convenio sobre derechos humanos, que Cuba siempre había rechazado.
Hubo un día, a mediados de la década del 90 (el artista Armando Tejuca lo recuerda bien), en que la propaganda oficial cubana empezó a decir que ellos no eran ''comunistas'', que ellos sólo eran ''diferentes''. Insistieron en tópicos del derecho internacional como la no intervención, el ''camino propio'', el derecho ''a la propia verdad'' y todas esas cláusulas relativistas que lo único que buscan es una legitimidad o complicidad internacional para poder hacer con los nacionales lo que les da la gana.
El relativismo es una posición epistemológica que le ''resuelve'' al castrismo; con su excusa, ellos pueden sintonizar el lenguaje diplomático al uso, a la vez que actúan arbitrariamente dentro de la isla. ¿Democracia? Sí, claro, lo que la policía castrista tiene su propia y diferente (relativa) concepción de la democracia. Igual que una manera, bastante descarada por cierto, de entender la prosperidad, la libertad y dignidad de las personas.
El cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, ha concebido en diálogo y debate con pensadores como Jurgen Habermas, Karl-OttoApel, Niklas Luhmann y otros más, la idea de fundar una ética compartida de derechos humanos, fundada en una antropología neutra y una epistemología universalista que permita limitar en un plano práctico los abusos de gobiernos, grupos de poder y demás poderes constituidos.
Contra esa proliferación de mandos arbitrarios que buscan excusas en el relativismo y la ''diferencia nacional'', va encaminada la estrategia filosófica del Papa. Y eso se los dijo el cardenal Bertone en La Habana: nuestro principal enemigo espiritual es la dictadura del relativismo (que también es un ingrediente de la dictadura del castrismo).
Aunque en Cuba han movido algunas fichas de mediana importancia, hay que ver si se hicieron los desentendidos o si de verdad tomaron nota.
1 Comments:
Demasiada sutileza ante tan burdo espaldarazo al castrismo por parte de Bertone y, por supuesto, del Vaticano. Lo siento, pero sigo asqueado por el comportamiento de Bertone en Cuba. No tiene excusa posible, salvo la de todo politico vulgar y amoral: los fines justifican los medios, y los fines son los que mas nos convengan.
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