AGUDEZA MEXICANA
Agudeza mexicana
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Ni 'hot dog' ni arepas: Los taquitos están servidos en las relaciones México-La Habana.
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Por José Prats Sariol, México DF | 16/05/2008
El Partido Acción Nacional (PAN), a través del gobierno que preside Felipe Calderón, decidió engordar la vista hacia las aberraciones del gobierno cubano y revitalizar las relaciones oficiales. El giro, aparencialmente contradictorio con los principios humanistas de Acción Nacional, ha abierto reticencias, cimas y simas entre la disidencia cubana.
¿Por qué se desestimó ahora lo que Vicente Fox, del mismo partido, había instaurado entre 2000 y 2006, en contradicción con la política del PRI (Partido Revolucionario Institucional)? ¿Qué nueva realidad impulsa visitas y acuerdos, años de gracia para la hinchada deuda y nuevos créditos blandos, firma potencial de convenios migratorios y hasta posible encuentro de presidentes?
( Patricia Espinosa y Pérez Roque, cancilleres de México y Cuba, firmaron en marzo un acuerdo de colaboración en La Habana. (AFP) )
Obviamente el PAN no ha cambiado sus ideales, el "humanismo político" que desde los años veinte inspirara a su fundador, Manuel Gómez Marín, y culminara con la fundación del partido en 1939. Si una agrupación política latinoamericana sabe de autoritarismos y represiones, fraudes y violaciones de derechos humanos, es la que logró fortalecer la sociedad civil mexicana y quebrar el viejo poder corporativo, de caciques y cómplices, e instaurar un pluralismo no exento de errores, pero decididamente superior a la tan larga hegemonía del PRI.
En sus Principios de Doctrina (2002), el PAN afirma: "La libertad no puede ser constreñida arbitrariamente por el Estado y no tiene otros límites jurídicos que los impuestos por el interés nacional, por las normas sociales y el bien común". Nada más lejos que el Estado cubano, entre el caudillismo y el comunismo leninista, del ideal que sobre derechos humanos sostienen los militantes de Acción Nacional, tan apegados a la Declaración Universal y a la compleja lucha cotidiana por irlos logrando progresivamente, sin demagogias populistas, sin "izquierdas radicales" de ningún corte o patrón.
En el citado documento se dice que "los derechos humanos alientan la vida de una auténtica democracia". Se asegura que "sin respeto cabal a los derechos humanos, no hay democracia". Se exalta la familia y el derecho a la propiedad ("una economía social de mercado"). Se abomina de la pena de muerte: "Nadie es dueño de la vida, ni de la muerte", en franco contraste con la soviética Constitución cubana de 1976, hasta con las modificaciones posteriores al despeñe del "campo socialista" y las que ahora se anuncian e implementan para untarle colorete a la máscara obsoleta, simplemente sobrevivir al deshielo.
En la XVI Asamblea Nacional Extraordinaria del PAN, celebrada el pasado 4 de abril, el actual presidente de la agrupación, Germán Martínez, condenó a los que "usan el ritual democrático para llegar al poder". Ante diez mil asistentes, denunció a "quienes desde el populismo, desde la izquierda radical, afirman que la democracia no da resultados" como "enemigos de la democracia, de las libertades". Ese mismo día, Felipe Calderón, allí mismo ratificó que como jefe de Estado, "sin abandonar su condición de imparcialidad", "actúa y piensa con los principios y con los valores de Acción Nacional".
¿La quinta opción?
Como es bien conocido, el gobierno cubano es el aliado histórico, y en toda una época el sostén material y militar, de cuanto movimiento guerrillero o subversivo padece la América nuestra, del Bravo a la Patagonia. No hay demagogia política latinoamericana, por cualquier vía de lucha para obtener el poder, que en el último medio siglo no se haya bañado en Varadero o bailado en Tropicana, no haya leído al Che Guevara o escuchado los "sabios consejos" del Castro mayor.
Los peores enemigos de la democracia en México son los admiradores y virtuales aliados de la dictadura castrista. Acción Nacional estuvo 59 en la oposición. Todavía, desgraciadamente, nos llevan una década de ventaja a los cubanos que nos oponemos a la antigua "revolución" convertida en fraude esquizoide.
¿Entonces qué explica el cambio de política hacia un gobierno que está en las antípodas de sus principios? Además de intereses geopolíticos de Estado, de razones sentimentales de hermandad y posicionamientos económicos, la razón parece válida: Menú opcional. Cuba no tiene que comer ni hot dog ni arepas, los taquitos están a la mesa.
Ignoro las informaciones de inteligencia que posea o le hayan entregado al gobierno mexicano, lo que sí conozco son ciertas evidencias de que un sector en la cúpula del régimen, sobre todo de cuadros jóvenes en la burocracia militar, partidista y de la administración, busca opciones de cambios que no graviten sobre el Washington republicano o la Caracas chavista, que no exageren la probable ayuda española y de la Comunidad Europea.
México y Acción Nacional, por lo menos con la anuencia de los sectores menos tradicionalistas del PRI y otras fuerzas políticas moderadas, conscientes de que se precipitan cambios esenciales dentro de la arruinada Cuba, brindan una posibilidad diferente, un equilibrio que se apoya en su fuerza económica, petróleo incluido (hasta más cerca), y en lazos culturales que se remontan a la conquista y colonización, a la independencia y al tan convulso republicanismo que ambos países han experimentado, casi siempre sufrido.
Por supuesto que las relaciones se rigen por el principio de no injerencia, pero si se precipitaran cambios, el mensaje parece decir: "Aquí está México para enriquecer el espectro, para que no se dejen engañar con la bola de que caerán en manos de los gringos o tendrán que seguir aplaudiendo a Chávez, si es que los venezolanos no acaban de sacudírselo".
El pasado 20 de abril, un peso pesado mexicano, Mario Vázquez Raña, sostuvo una entrevista con Raúl Castro, de la que sólo tenemos un parte oficial. El viejo amigo del Castro mayor perfectamente pudo conversar sobre una alternativa viable de cambios, un camino para la transición —ya sabemos que sinuoso— donde México ponga el tablero de ajedrez o la pista de tartán.
Muchos deseamos que en su reciente visita a La Habana la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, se reuniera con las Damas de Blanco y los principales disidentes, que exigiera el respeto a los derechos humanos y la liberación de los presos de conciencia; que no se aprestara a firmar un tratado migratorio que condene a los desesperados balseros, que arriesgan su vida en el Estrecho de Yucatán, a regresar derrotados.
Por supuesto que da picazón negociar con enemigos, aunque la política lo exige en busca de consensos, de pluralismos. Pero las apariencias —diría Sancho Panza, amigo de refranes— suelen engañar. A mí me gustan más los tacos que el hot dog y las arepas, aunque se trate de no comer siempre lo mismo. Dios quiera que unos sabrosos tacos —con el chile javanero que aquí llaman habanero— ayuden a cambios pacíficos en Cuba.
© cubaencuentro
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