viernes, mayo 23, 2008

AL PAN PAN Y AL VINO VINO

Al pan pan y al vino vino


Por Yaxys Dallan


Las políticas exteriores hacia Cuba todos los días están a debate. Llegará el fin de los tiempos, y el Señor encontrará a los políticos europeos o norteamericanos discutiendo sobre cómo relacionarse con el régimen isleño. Y es que no sé por qué fuerza natural, sobrenatural o extraterrestre, cosas que al parecer estaban tan claras en tiempos de la URSS hoy no lo están en relación con Cuba. Ingenuo yo que creía inmutables y universales principios como el respeto a los derechos humanos.

Hace poco alguien me dijo que si se quiere indagar sobre algo pero sin que haya consecuencias políticas serias, lo mejor es crear una comisión investigadora. Creo que con el tema de Cuba ha pasado algo parecido. El tiempo, y con él la operatividad de cualquier medida, se ha diluido entre debates. A los hechos nos remitimos: se ha discutido sobre la conveniencia o no del bloqueo --perdón embargo--, las resoluciones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, las listas negras, el Eje del Mal, las sanciones europeas, las posiciones comunes, el diálogo exigente o el constructivo y los votos de confianza, pero al final tenemos cincuenta años de secuestro de los derechos humanos de todo un pueblo que ha subsistido en la miseria.

Por ello no podemos dejar que los ruidos y actuaciones de algunos nos engañen, no seamos ingenuos y pensemos que todo el mundo se preocupa sinceramente por nuestra situación. Sabemos que el pueblo cubano tiene escasos amigos.

Dicho esto, creo que lo más ético es que cada uno se quite la careta y no siga ocultando las verdaderas intenciones de lo que hace. Si cree que lo mejor para sus intereses económicos es mantener una perfecta -es decir sumisa- relación con el gobierno de Cuba, dígalo, o si cree que hay que tener un discurso duro para ganar votos, no diga otra cosa. Pero no vengan a tomarnos por ingenuos.

Recientemente escuché a un ejecutivo europeo decir que desea el bienestar económico de los cubanos, el cual se logra por medio de las inversiones extranjeras. Es evidente que en el fondo se trataba de defender las inversiones europeas en la isla, pero no era capaz de decirlo como tal. Prefirió tomarnos por tontos cuando todos sabemos que las inversiones europeas llevan en Cuba más de diez años y que nada de ello se ha revertido en mejores condiciones de vida para los ciudadanos (ni para el ingeniero que vive con la propina que le pagan por cargar maletas en un hotel). Hubo que recordarle que, sin menospreciar las siempre necesarias inversiones extranjeras, el bienestar económico también y principalmente depende de la libertad de iniciativa y de empresa de los ciudadanos.

Pero es ese lenguaje envolvente el que insulta a la inteligencia de quienes ven a su patria en un callejón sin salida. Creo que es hora de pedir que cada uno se manifieste como lo que es. Es preferible estar solo que mal acompañado, en definitiva ¿todavía no hemos comprendido que la solución nos corresponde en primer lugar a nosotros?