viernes, mayo 23, 2008

EL ROSTRO DE LA HIPOCRESIA

El rostro de la hipocresía


Por Laritza Diversent Cámbara

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - El gobierno cubano insiste en catalogar a la disidencia interna como mercenaria. Parece que tiene la intención de denigrar a sus contrarios, lo que no justifica la utilización de esa palabra.

Mercenario es el individuo que sirve en la guerra, por dinero, a un poder foráneo. En la historia, estos combatientes son (con mucha frecuencia extranjeros) más que ciudadanos y ni siquiera residentes de los países por los que luchan.

El 4 de diciembre de 1989 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación, y el entrenamiento de mercenarios.

Según el artículo 1 de dicho tratado, se entiende por mercenario toda persona reclutada para combatir en un conflicto armado o en un acto concertado de violencia. Para ser calificado como tal es necesario, además, no ser nacional, ni residente, ni miembro de las fuerzas armadas de una parte en conflicto o del Estado contra el cual se perpetre el acto de violencia. Tampoco adquiere esta condición la persona enviada por un estado en misión oficial. Las actividades que desarrolla la disidencia cubana, en el interior del país, en nada tienen relación con conflictos armados, ni guerra de guerrillas, ni actos de violencia. Todo lo contrario, se caracterizan por ser pacificas. De ahí lo infundado del empleo del término mercenario por parte del gobierno para referirse a sus opositores políticos.
Es una tremenda hipocresía de la dirigencia comunista adoptar tal posición. Más cuando tiene un largo historial de mercenarismo en África y América latina. A mediados de la década de 1960 exportó asesores militares cubanos al continente africano, principalmente a Angola y Etiopía.

Castro envió a sus militares para que formaran parte de la guardia personal de figuras como el presidente congoleño Alphonse Massamba-Débat. En 1975 las fuerzas de combate cubanas entraron en plena acción en el continente, apoyando al gobierno marxista de Angola.

Posteriormente, las tropas cubanas reforzaron al régimen marxista de Etiopía, que resultó vencedor en su guerra contra Somalia en la región de Ogaden. En 1980 las actividades militares cubanas en el extranjero se habían extendido hasta el Oriente Próximo, concretamente a Yemen del Sur.

Por lo general, la presencia cubana en el continente africano fue interpretada por Occidente como la punta de lanza de un creciente dominio soviético en la región. Como recompensa, Cuba recibió de la URSS ayuda económica por valor de cerca de 3 millones de dólares diarios. No obstante, en esa época las actividades mercenarias del gobierno cubano no eran consideradas ilegales según el derecho internacional.

Muchas de las actuaciones políticas de Castro distanciaron a Cuba de algunos países de Latinoamérica por entrenar y financiar a grupos guerrilleros. Sin embargo, fueron aplaudidas por muchos sectores populares del continente. Fomentó la revolución en Venezuela, Guatemala y Bolivia, país donde Ernesto Guevara, héroe de los nuevos grupos izquierdistas y consejero militar de Fidel, dirigía a la guerrilla.

Esta figura, paradigma de las nuevas generaciones, prestó sus servicios militares en territorios donde no era nacional ni residente. Hombre soberbio, a quien Castro otorgó el derecho de fusilar cientos de cubanos. Persona violenta y llena de odio que desarrollo la insurgencia armada con tácticas paramilitares y guerrilleras, a expensas de la maquinaria política estatal cubana.

Cuba brindo entrenamiento y financiación a los rebeldes izquierdistas de El Salvador. Sus asesores cubanos ayudaron al gobierno sandinista de Nicaragua. En octubre de 1983, trabajadores de la construcción y personal militar cubanos fueron obligados a abandonar Granada después de la invasión de la isla por las tropas de Estados Unidos.

El gobierno cubano desde su llegada al poder intervino en conflictos armados en el extranjero que no le correspondían. Pero necesitaba extender el dominio comunista para ganar las dádivas de la potencia rusa.


Juzgar a la disidencia como mercenaria es reafirmar que en Cuba el simple hecho de discrepar con el gobierno es un delito.

No puede esperarse otra cosa de un gobierno totalitario, bajo el cual las libertades civiles están destruidas, y los derechos individuales subordinados a las exigencias gubernamentales. De tal modo, quienes no comulguen con política de la elite comunista son castigados sin piedad.