CUBA: LA OBLIGACION DE HABLAR
Cuba: la obligación de hablar
Por Frank Calzón
En el libro ''Alegato por la democracia'' de Natan Sharansky, el ex ministro israelí y ex disidente soviético dice que son necesarias tres condiciones para que un pueblo pueda liberarse de una dictadura totalitaria:
• El pueblo tiene que querer ser libre, lo suficiente para correr riesgos en la búsqueda de su libertad.
• Además, tiene que recibir el apoyo de personas que viven en países democráticos que están dispuestos a solidarizarse con ellos.
• Finalmente, las democracias deben condicionar su política extranjera para promover que el país en cuestión haga reformas a sus políticas.
Dos acontecimientos en días recientes, uno en Alemania y otro en Cuba, le dan a Sharansky la razón. La semana pasada en un episodio en La Habana que recuerda la lucha por los derechos civiles del Dr. Martin Luther King, diez cubanas, madres, esposas e hijas de presos políticos, todas miembros de las Damas de Blanco, se reunieron en un parque con el propósito de entregar una petición al ministro del Interior urgiendo la excarcelación de sus seres queridos. Un grupo de matones organizado por el gobierno las atacó y, a continuación, cerca de un centenar de policías y agentes de seguridad aparecieron para insultarlas y sacarlas del lugar. El incidente ha impactado a muchos europeos porque durante el 2005 el Parlamento Europeo otorgó a esa organización el premio Sajarov por los derechos humanos.
Al mismo tiempo en Bonn, la ex capital de la Alemania federal, un grupo de alemanes activistas por los derechos humanos protestaron ante el consulado cubano en esa ciudad. La Sociedad Internacional por los Derechos Humanos auspició la manifestación, que tuvo lugar la víspera de su congreso anual, dedicado este año a la situación de los derechos humanos en Cuba, Tíbet y otras dictaduras.
Así es que dos de las condiciones de lo que exige Sharansky existen ya. Pero falta ver si las naciones europeas que se reunirán en Bruselas en julio para revisar su posición común sobre Cuba tienen la voluntad de condicionar sus relaciones políticas, económicas y culturales a cambios sustanciales en Cuba.
Como la valiente periodista italiana Oriana Fallaci escribió un día: ''hay veces en la vida en que mantenerse en silencio es un error y hablar se convierte en una obligación''. Cada día más hombres y mujeres de todo el mundo están dispuestos a apoyar las aspiraciones democráticas de los pueblos en Cuba, Tíbet y Burma y en otras dictaduras. Y a denunciar a los verdugos y a los asesinos. Quizás sea porque no ha pasado tiempo suficiente para que los alemanes hayan olvidado los abusos y las arbitrariedades de la Stasi, la policía política de Alemania comunista, o de las víctimas de los guardias fronterizos, los cuales, como sucede hoy en Cuba, tiraban a matar. Lo mismo puede decirse de los polacos y de Polonia, donde después de decretar la ley marcial el general Jaruzelsky abrió las puertas a la negociación con los líderes obreros de Solidaridad y eventualmente contribuyó a que llegara la democracia y el estado de derecho a su país. La decisión del general polaco fue buena para los polacos y para él y su familia. A diferencia de otros dictadores, Jaruzelsky continúa viviendo en su país. La cuestión aquí es que en los pueblos de Europa Central recuerdan el comunismo y apoyan a los que luchan por la democracia en Cuba.
Las Damas de Blanco y los cautivos políticos en Cuba constantemente nos recuerdan que la lucha por los derechos humanos es universal. Es muy probable que la presencia de la prensa internacional en el parque de La Habana contribuyera a que no hubiera males mayores. Quizás algún día, como los polacos, los húngaros y los españoles, los que defienden los derechos humanos en Cuba obtendrán la libertad y entonces podrán ofrecerles su apoyo a los que luchan por los derechos humanos en otros países.
Siendo testigos de la represión de Raúl Castro en contra de las Damas de Blanco, sería trágico que los europeos se mantuviesen en silencio. El régimen comunista militar en La Habana no será eterno. El pueblo cubano recordará a los que, como el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, han apoyado a la dinastía castrista; pero también a los otros, a los que como los manifestantes de Bonn defienden los principios europeos de libertad, y le ofrecen su apoyo en este momento crucial a los cubanos.
Visitó recientemente Bonn
y otras ciudades europeas.
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