martes, julio 15, 2008

EL DISOLVENTE SOCIALISTA

El disolvente socialista

Por Emilio Ichikawa



Los antiguos becarios de la Residencia Estudiantil Lázaro Cuevas (F y 3ra, Vedado, La Habana) recordarán las distancias que los estudiantes vietnamitas guardaban de los norcoreanos. Se reían de ellos, como nosotros nos reíamos de casi todos. Recordarán también el entusiasmo que el ''modelo norcoreano'' produjo en Fidel Castro tras la visita a Pyong Yang: las mujeres socializadas elegantemente en azul (como diría Thiago de Melo), las risas uniformadas, absoluta juventud demográfica y unas ''pizarras humanas'' que parecían imágenes digitales al lado de los toscos retratos logrados en la Alemania comunista con el mismo método.

Pues al cabo del tiempo son los norcoreanos quienes se ríen de los cubanos. Sin ningún chiste, sin sentido del humor, aquellos han logrado desarrollar un programa nuclear que Occidente ha tenido que tomar en serio. Lo impensable: la ridícula ''idea Sushe'', obtenida por una permutación lingüística de los peores panfletos leninistas, ha empezado a destilar un grupo de reformas que, según los parámetros de la opinión pública internacional, ha superado con creces las expectativas que hace cuatro meses atrás había creado el ``raulismo''.

Corea del Norte, ya es un hecho, se mueve dentro de la historia. Y se mueven Colombia, Albania, Rumania y Nepal, que acaba de deshacerse de una monarquía. Si uno ve un filme como Persépolis (Marjane Satrapi-2007), comprobará que se mueve hasta Irán, país que ha conseguido ser varias cosas distintas en el mismo tiempo en que Cuba ha sido, y es, una situación tediosa: un autoritarismo colectivista.

Hay un grupo de factores que han sumido a Cuba en ese letargo. En este artículo me quiero referir solamente a dos de ellos porque conciernen directamente al exilio de Miami, y me parece pertinente limitarme a lo que se puede considerar en primera persona. Ellos son:

• La infiltración castrista en Miami. Selectiva e impune: hasta tal punto que algunos investigadores auguran que una vez que se puedan consultar los archivos acabarán las sorpresas en la misma medida en que crecerán los escándalos. Sin dudas un futuro prometedor para el periodismo.

• La falta de una alternativa real al colectivismo represivo de La Habana. Frente al comunismo de Castro, el exilio sólo ha dispuesto de algunas variantes de socialismo, cooperativismo, democratismo y moralismo que se le asemejan más que se le diferencian. Consecuentemente con esta otra inercia, la ideología del exilio ha inventado ahora el ''castrismo antifidelista'', o ''raulismo''. Como ha revelado el escritor Armando de Armas en su ensayo Mitos del antiexilio (Miami, 2007), la ideología de muchas organizaciones del exilio no ha pasado, en lo fundamental, del mismo revolucionarismo socializante que promueve el castrismo, con el que por demás comparte una historia común.

Pero ambos factores están estrechamente conectados. El exilio es infiltrable precisamente porque los agentes castristas, sin necesidad de usar camuflaje, se confunden con facilidad en la maleza de la cobertura ideológica que se ha dado el propio exilio.

De esta manera, cualquier enfrentamiento al totalitarismo castrista está trampeado desde el comienzo y se disuelve en la medida en que uno se le acerca. Hasta tal punto, que a veces se hace difícil identificar los contendientes.

No es que los agentes cubanos sean buenos infiltrándose, es que les basta con ser esencialmente lo que son para lograrlo. A la larga se parecen muchísimo a los grupos que tratan de penetrar; descontando, claro está, la persona a quien sirven. Es casi gracioso: no hay nada sutil, de ''inteligencia'', en la historia de la detección de infiltrados castristas en Miami: si uno no los encuentra hablando con el oficial que les ''atiende'', o con una computadora repleta de mensajes a La Habana, o en una fotografía junto a los diplomáticos de la isla, o sencillamente confiesan, parecen unos socialistas disgustados con los excesos del amo mayor.