miércoles, julio 02, 2008

LA VACUNA PEREGRINA

Tomado de http://www.penultimosdias.com

La vacuna peregrina (updated)

July 2nd, 2008 · 1:16 pm

Por César Reynel Aguilera
Montreal

El logro revolucionario de turno es otra vacuna, esta vez contra el cáncer de pulmón. La noticia llega acompañada de unos ecos internacionales que resuenan en el amplísimo espacio entre una media mentira y la más completa deshonestidad.
Hablemos un poco de lo que desean callar las autoridades cubanas.
En el año 1996 el Centro de Inmunología Molecular de La Habana decidió continuar una solicitud, previamente abandonada en 1994, ante la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de los EE UU. En esa demanda se reclamaba la invención de una vacuna contra enfermedades malignas utilizando como antígeno el Factor de Crecimiento Epidérmico (EGF por sus iniciales en inglés), así como diferentes proteínas complementarias, entre las que se mencionaba a p64, un polipéptido de la pared celular de la bacteria Neisseria meningitidis.
La patente fue finalmente otorgada en 1999 (US Patent 5894018. Primer autor: Agustín Bienvenido Lage Dávila). Es interesante señalar que entre las referencias a investigaciones previas sobre el tema, obviadas por los demandantes pero señaladas por los supervisores, está una patente otorgada en 1989 a John L. Cantrell con el título de “Vacuna que contiene antígenos tumorales y adyuvantes” (US Patent 4877611).
En 1997, dos años antes de que se otorgara la patente norteamericana, el Centro de Inmunología Molecular había licenciado los derechos de la vacuna anti-EGF a la compañía canadiense York Medical BioSciences. Casualmente, ese mismo año inició sus funciones en el Consejo de Dirección de esa compañía el señor Mark Entwistle, que hasta unos meses antes se había desempeñado como embajador de Canadá en Cuba.
En 1999 YM BioSciences anunció el reclutamiento del primer paciente para un ensayo clínico de la vacuna anti-EGF. La noticia fue inmediatamente diseminada por los medios de prensa procastristas con la misma intensidad que silenciaron, en el año 2002, la decisión de la compañía canadiense de retornar la licencia de la vacuna al Centro de Inmunología Molecular. La notificación de este rechazo puede leerse en la página 4 del informe anual de YM BioSciences a sus inversores en el 2003. Es importante señalar que en ese informe nada se dice de transferir la licencia a otra compañía que pudiera estar interesada. Las palabras textuales son: “Esa licencia fue devuelta al licenciador en octubre del 2002.”
En el año 2004, para asombro de algunos, la vacuna anti-EGF reapareció junto con otras dos (una dirigida contra el Factor Alfa de Crecimiento Tumoral y otra contra el dominio extracelular del receptor de EGF) en un paquete de tres productos, que el Centro de Inmunología Molecular había licenciado a la compañía estadounidense CancerVax. La fama de esa transacción creció cuando CancerVax logró, en plena era Bush, la autorización del Departamento del Tesoro para comercializar esos tres inventos cubanos.
En su momento la noticia fue recogida por la prensa mundial con la consabida metáfora de Goliat se inclina ante David y Fidel Castro, que nunca desaprovecha esas oportunidades, decidió hacer acto de presencia en la firma del convenio entre Cuba y CancerVax. Carlos Lage, que fungió como contraparte cubana en el acuerdo, aseguró en su discurso que ese gran logro de la ciencia cubana se debía a la decisión del Comandante en Jefe de construir las instalaciones del Centro de Inmunología Molecular, en medio de las dificultades económicas que el país había atravesado en los años 90.
Los inversores en Norteamérica pensaron que la autorización del Departamento del Tesoro, en pleno clímax del diferendo entre la administración Bush y el gobierno cubano, tenía que ser una prueba inobjetable de la calidad de esas vacunas. En consecuencia, el precio en Bolsa de las acciones de CancerVax se disparó y, junto con ellas, el optimismo de médicos y pacientes.
Dos años después, en el 2006, CancerVax se sumó a la larga lista de compañías norteamericanas que no han podido demostrar la utilidad de las vacunas anticancerígenas ante la FDA (Food and Drug Administration) y otras agencias reguladoras. En este caso, el rechazo lo sufrió Canvaxin, un preparado antigénico contra el melanoma que, tras un un estudio de Fase III en EE UU, no resultó ser mucho más que un placebo. Como consecuencia de ese rechazo, CancerVax redujo su plantilla a menos de la mitad, canceló todos sus programas de vacunas anticancerígenas y tuvo que aceptar una oferta de absorción de la compañía alemana Micromet AG, la cual decidió deshacerse de las licencias de los tres inventos cubanos. Según puede leerse en la página 20 de su informe a los inversores para el año 2006, Micromet AG decidió dar por terminado el acuerdo con el CIM en febrero del 2007.
Hasta aquí, esta historia podría haber terminado con un mínimo de dignidad; sin embargo, el pasado 24 de junio, el órgano oficial del PCC publicó una nota que da inicio al capítulo más reciente de esta patética saga.
El Granma y sus repetidores esconden que esa vacuna ya le dio la vuelta a medio mundo y regresó a su redil con el mismo veredicto que han recogido todas las preparaciones antigénicas ensayadas en la cura del cáncer: no funciona. En estos momentos sólo dos vacunas relacionadas con enfermedades malignas han sido aprobadas por la FDA. Las dos son profilácticas, o sea, están concebidas para impedir el surgimiento de la enfermedad, no para combatirla una vez que se ha establecido (que es el objetivo de las vacunas terapéuticas).
En marzo de este año, la prestigiosa revista Cancer Immunology publicó un artículo en el que Lloyd J. Old (director del Instituto Ludwig para la Investigación del Cáncer) recoge, de manera sucinta, las dificultades que ha sufrido el campo de las vacunas terapéuticas contra las enfermedades malignas, así como los nuevos descubrimientos y estrategias que podrían ayudar a revertir “esa larga y controversial historia”. En dicho texto, el autor asegura: “Están simplemente equivocadas las personas que dicen que las vacunas (terapéuticas) contra el cáncer fueron ensayadas y fallaron. Sólo ahora tenemos los conocimientos y las herramientas para poner a prueba esa poderosa idea” (las cursivas son mías).
Es importante destacar el énfasis que se pone hoy en el uso de los antígenos específicos para las células cancerosas, y del balance adecuado entre la utilización de preparados antigénicos múltiples o simples.
Vista desde la perspectiva actual sobre el tema, la vacuna cubana parece tener dos grandes limitaciones:

1-No es un antígeno específico. El EGF es una molécula importante en la patogénesis de algunos cánceres, pero es, al mismo tiempo, el mensajero de muchos procesos normales que ocurren en nuestro organismo. Eso implica que los anticuerpos generados contra el EGF afectarían tanto a las células malignas (cancerosas) como a las normales. Para evitar ese problema es aconsejable utilizar como antígenos algunas entre el centenar de proteínas asociadas de forma aberrante a las células cancerosas (sus “marcadores”).

2-Es un antígeno único. Hoy día, muchos investigadores proponen la utilización de preparados multi-antigénicos como una forma de minimizar el efecto de mutaciones que pueden aparecer en un antígeno único, mientras las células se multiplican sin control.

Mucha de las vacunas que ya fueron ensayadas en EE UU y otros países no tenían las limitaciones anteriormente descritas y, sin embargo, fueron rechazados por la FDA. En algunos casos funcionaron muy bien para una sub-población minoritaria de pacientes, pero fueron un fracaso total para la mayoría de los demás. Las razones de este comportamiento podrían estar en las pequeñas diferencias que existen entre los seres humanos, en el carácter sumamente complejo del sistema inmune y sus respuestas, así como en el hecho de que, por razones obvias, resulta imposible ensayar una vacuna en ausencia de cualquiera de los tratamientos que ya existen contra el cáncer (quimio y/o radioterapia). Todos estos elementos, y muchos más que no se pueden incluir aquí por razones de espacio, explican por qué los ensayos clínicos de las vacunas contra el cáncer siempre deben ser vistos con cautela y, de ser posible, realizados por instituciones ajenas, e inmunes, a los intereses del fabricante. Condiciones que no existen hoy en Cuba. No en balde, los especialistas empiezan a reaccionar con escepticismo ante el anuncio de Granma, mientras que las autoridades cubanas insisten en elogiar, con bombo y platillos mediáticos, una vacuna que hasta ahora sólo ha funcionado en un país donde el éxito tiene un solo padre y el fracaso, millones de culpables.