RAUL CASTRO ENFRIA LAS EXPECTATIVAS
Tomado de http://www.lavanguardia.es
Raúl enfría las expectativas
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El líder cubano pide a sus compatriotas que vayan habituándose a las malas notícias y enfrió las expectativas de apertura o renovación
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Por Fernando García
La Habana. Corresponsal
28/07/2008
Que nadie se engañe. El mundo va mal y Cuba no está para fiestas. Ni para grandes cambios, por lo visto. Raúl Castro se lo puso claro a sus conciudadanos en el discurso conmemorativo del 55 aniversario del asalto al cuartel de Moncada, en Santiago, donde les pidió que vayan habituándose a las malas noticias y enfrió las expectativas de apertura o renovación. El presidente cubano advirtió que el ejército seguirá engrasando su maquinaria aunque Barack Obama gane las presidenciales de Estados Unidos.
Ante una enorme fotografía de Fidel, a quien citó larga y emotivamente, Raúl adoptó un tono y expuso unos contenidos muy diferentes de los que hace un año articuló en la misma conmemoración, celebrada aquel día en Camagüey. Allí, el entonces presidente provisional anunció "cambios estructurales y de concepto", del mismo modo que meses después anunciaría el levantamiento de "prohibiciones excesivas". Quienes esperaban que anteayer profundizara en esa vía, ya inaugurada con algunas tímidas reformas, recibieron un baño de realismo sin concesiones.
Primero vino el sombrío diagnóstico del panorama global: "Estamos en medio de una verdadera crisis mundial no sólo económica, sino asociada también al cambio climático, el empleo irracional de la energía y a crecientes problemas de todo tipo", dijo Raúl entre críticas a los líderes de los países ricos y las multinacionales.
Después, la promesa de que "la revolución seguirá haciendo cuanto esté a su alcance para reducir al mínimo las inevitables consecuencias de la crisis internacional para la población". Y, por último, el jarro de realidad con cubitos de hielo: "Debemos explicar a nuestro pueblo las dificultades y así prepararnos para enfrentarlas. Hay que acostumbrarse a no sólo recibir buenas noticias".
A los que pudieran seguir en la nube de las ilusiones por ahora irrealizables, Raúl Castro les bajó de repente al planeta tierra. Lo hizo con nuevos llamamientos a la organización, la eficiencia y el ahorro; con la exposición de resultados y planes sobre obras hidráulicas, mejoras en la minería y el turismo, o sobre la ampliación en la producción de energía y alimentos; es decir, con proyectos pegados al día a día y sin grandes trazos para el largo plazo.
Ni una palabra de las inversiones extranjeras que el año pasado consideró necesario aumentar. Nada en absoluto de nuevas "prohibiciones excesivas" de las que librar a los cubanos próximamente, como se hizo meses atrás con las de alojarse en los hoteles internacionales, contratar un teléfono móvil o adquirir un DVD, un ordenador y otros electrodomésticos.
Ni rastro de los presuntos planes para facilitar la salida del país o permitir la compraventa de coches y casas, si bien esas medidas nunca pasaron del rumor. El gobernante ni siquiera recordó su previsión de adecuación de los salarios a la productividad ni su meta de acabar con el problema de la doble moneda.
Fue un mitin al viejo estilo, como destacaron los observadores veteranos. De hecho, Raúl retomó y convirtió en columna vertebral de sus palabras el combativo discurso pronunciado por su hermano el 26 de julio de 1973, también en Santiago. El líder revolucionario, que hoy cumple dos años de convalecencia, alertó entonces sobre los retos económicos y alimenticios del mundo y en particular sobre el peligroso alza en el precio del petróleo.
"Parece dicho hoy y fue hace 35 años", apuntó con admiración el menor de los Castro. Una veneración fraterna que cobró especial fuerza al final, cuando exclamó casi en llanto: "Hace 55 años, un puñado de revolucionarios intentamos tomar el cielo por asalto. En nombre de todos los patriotas de esta isla, desde la heroica Santiago de Cuba, cuna de la revolución, a ti, Fidel, dedicamos este 55 aniversario y te decimos: ¡Continuaremos la carga que tú iniciaste el 26 de Julio! ¡Gloria eterna a nuestros mártires! ¡Viva la Revolución! ¡Viva Cuba libre!".
Antes, el Raúl más militar lanzó los consabidos avisos al "enemigo". Con una precisión respecto a sus anteriores intervenciones en tal sentido: "La defensa –señaló– continuará sin descuidarse, con independencia de los resultados de las próximas presidenciales en Estados Unidos". Y, aún más significativo, Raúl no añadió esta vez ninguna coletilla relativa a su disposición a sentarse con el nuevo presidente norteamericano en una mesa de negociación. Como en los otros temas, de nuevo fue importante lo que el presidente cubano no dijo.
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