viernes, agosto 15, 2008

GUILLERMO RIGONDEAUX EL GRAN AUSENTE DE LA OLIMPIADA BEIIJING 2008

El gran ausente


Por Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Gran emoción provocó en Cuba el desfile de los deportistas en la inauguración de las Olimpiadas de Beijing. Estos juegos iniciados con gran pompa e ingenio de los anfitriones chinos despiertan gran interés entre una población bien conocida por su amor al deporte. Sin embargo, junto a la esperanza de los lauros a obtener por nuestros jóvenes, también está presente la tristeza y decepción de muchos ciudadanos por la ausencia en la delegación cubana del gran pugilista Guillermo Rigondeaux, uno de los más admirados atletas e ídolos boxísticos de todos los tiempos en el país.

Como se conoce, este boxeador, doble campeón mundial y olímpico, fue sancionado debido a la indisciplina cometida cuando abandonó el equipo durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en julio del pasado año. El principal responsable de esa indisciplina es el gobierno cubano por sus prohibiciones a los atletas para practicar sus especialidades en el extranjero; política absurda que ha provocado la salida del país de numerosos jóvenes con talento, deseosos de medir sus capacidades en otros niveles más exigentes, así como elevar el nivel de vida propio y de sus familias a través de sus esfuerzos, después de haber dado glorias a la Patria.

Hoy el santiaguero Rigondeaux, a pesar de sus laureles y tener una cadena de más de 100 combates ganados de forma consecutiva hasta el momento del incidente, ha sido apartado arbitrariamente del deporte, en plena juventud, a pesar de los pedidos de compasión formulados por varias personalidades, incluido el gran campeón Teófilo Stevenson. Este caso es sólo un ejemplo de la obcecación del régimen y sus pretensiones de convertir a todos los residentes en la isla en esclavos de sus designios. Así, estrellas deportivas han sido calificadas de traidoras a la Patria, por el único hecho de querer participar en ligas y competencias internacionales, como lo hacen miles de atletas en el mundo, sin que por ello se les considere tránsfugas en sus países de origen.

Esto constituye una prueba más de las desmedidas ansias de las autoridades cubanas de controlar a toda la sociedad, que las ha llevado hasta a declarar la imposibilidad de que los atletas que hayan decidido practicar deportes en el exterior, sin el correspondiente permiso, puedan regresar a Cuba y encontrarse nuevamente con sus familias, aficionados y amigos.

Paralelamente a esta actitud discriminatoria y ridícula encaminada a decidir quién es o no cubano, facultad por nadie conferida a las autoridades, se ha desarrollado una odiosa propaganda para politizar la participación de los miembros de la delegación cubana a esta Olimpiada. Con ese reprobable objetivo se ha empleado el lema espartano: ¨Con el escudo o sobre el escudo¨, llamado ilógico, de signo guerrerista, para enviar a nuestros jóvenes a un evento que representa, además de una pacífica fiesta deportiva, una ocasión para fortalecer la amistad y la concordia entre los pueblos, lo cual ha sido respetado desde el inicio de las Olimpiadas en la antigua Grecia.

Al mismo tiempo la propaganda oficial ataca a distintos países por incluir en sus delegaciones a personas nacionalizadas, en el afán de buscar defectos inexistentes. En la práctica aplican conceptos discriminatorios y racistas, que niegan aspiraciones sociales muy antiguas. ¿Por qué juzgar negativamente lo que siempre fue un sueño de la humanidad de que personas de distintas razas y credos participaran juntas en paz y armonía? ¿Por qué criticar a Estados Unidos debido a que un sudanés nacionalizado norteamericano llevara la bandera nacional, cuando debería aplaudirse y tomarse como un índice del progreso alcanzado por un país con una sociedad universal, donde hay más de 40 millones de latinos, muchos de ellos ocupando cargos de importancia?

La actitud negativa hacia la integración de los pueblos a través del deporte es otro rasgo evidente de la involución de un gobierno que en sus inicios se autoproclamó portador de ideas avanzadas, pero hoy, con su carencia de compasión y el abierto despliegue de concepciones reaccionarias muestra su verdadera naturaleza retrograda y anti popular.