jueves, agosto 28, 2008

LOS DISIDENTES INVISIBLES

Tomado de http://www.nuevoaccion.com

EDICIÓN DEL JUEVES 28 DE AGOSTO, 2008

Los disidentes invisibles

Por Camilo Loret de Mola

Hay una figura delictiva dentro del Código Penal, que limita la Libertad de Expresión de todos los cubanos.

Por su vigencia queda prohibida hasta la más elemental de las burlas a la Revolución. Con toda la fuerza represiva que su condición de ley le otorga, impone que no se puede difamar, injuriar y mucho menos criticar a las figuras principales de la Revolución, ni a las organizaciones revolucionarias ( entiéndase toda esa amalgama de iniciales, CTC, FMC, UJC, PCC, etc.). Con precisión y claridad el Código dispone que quien incurra en esta conducta será sancionado y por supuesto, encarcelado.

En los años 90 del siglo pasado, coincidiendo con la crisis del Sistema Socialista Mundial, la interpretación de esta norma llegó a límites tales que, en una oportunidad, la sola actitud de llevarse el dedo índice a la sien en presencia de una imagen del comandante en jefe, sirvió para sancionar con dos años de privación de libertad a un pobre matancero.

Es una especie de Ley Mordaza que se agrava con el tiempo sin importar cuantas modificaciones se le hicieran al Código Penal durante estos 50 años.

Hoy cuando el líder de la banda de rock Porno para Ricardo espera desde los sucios calabozos de la 5ta. Unidad de la Policía que la ajustada maquinaria de represión revolucionaria decida su futuro, su conducta y los actos que le llevaran a esta situación parecen convertirle en la próxima víctima de la criticada Ley Mordaza. Gorki no ha jugado con el dedo y la sien como el pobre matancero, él ha subido la parada, les canta los peores improperios a los divinos representantes de la revolución cubana en la tierra, usa palabras que no me atrevería a repetir y, peor aún, sus estribillos se han puesto de moda entre todos los jóvenes de la Isla.

Pero, asombrosamente, no lo han detenido por ofender a los cuasi dioses del parnaso revolucionario: lo que molesta a la sociedad socialista es el ruido, forma oficial de definir su música, el escándalo que hacen mientras ensayan en su casa.

A estos bulliciosos contestatarios hay que reeducarlos para impedir que el día de mañana el escándalo sea tal que no dejen dormir la siesta a la vecindad, no importa si interpretando la Quinta sinfonía de Beethoven o su famoso hit «El Comandante». Ridícula pretensión en un país donde la cantidad de ensayos musicales es proporcional al número de barrios.

Otra vez la absurda obsesión del Estado de negar oposiciones, de esconder los enemigos. La Peligrosidad Social como arma jurídica de la Revolución sirve para eso: para volver invisibles a los disidentes. Antes los sancionaban como vulgares ladrones o fumadores de opio; hoy prefieren disfrazarlos de reeducables lumpens, como pandilleros que intranquilizan a los buenos revolucionarios de la cuadra.

Los verdugos se transforman en ignorantes, desconocedores de su propia ley en la medida que los intereses apremian.

Pero no con ello renuncian a reprimir. Lo que cambia es el instrumento, porque al final la prisión espera por igual a delincuentes que a peligrosos, pero estos últimos no roban titulares internacionales, así que el truco les permite entregarse a la venganza sin tener que rendir cuentas.

El estado de peligrosidad social también sirve para esconder las incapacidades policiales: no hay que probar nada, no hay que aportar datos que no sean las quejas de los vecinos indignos, prestados a declarar en la farsa, a nombre de los principios revolucionarios.

No hay juicios, solo una vista rápida que atenta contra la defensa, que siempre conoce del caso a última hora y que poco puede hacer en el corto espacio de tiempo entre el momento de la detención y el momento en que se le impone la medida de seguridad.

La medida, que en definitiva no es otra cosa que una sentencia disfrazada, nunca es de multas, amonestaciones o advertencias. Por el contrario, estos actos son complementos previos para el momento de justificar la operación. El «Pretenso Asegurado», difícil nombre para enmascarar al acusado, sólo recibe sanciones de internamiento.

Todos los abogados penales cubanos han tenido que verse ligado a los largos maratones de peligrosidades que con determinada frecuencia azotan los barrios: en la uniformidad de las acusaciones y sanciones hay otra prueba de su perversidad como recurso emergente.

El caso de Gorki no es distinto. Se sancionan sus ideas, su arte contestatario, las ofensas con que critica la realidad. Que nadie se confunda: bajo el manto de la reeducación social está el garrote de la represión.

Ahora que la nueva variante de gobierno pretende vender su imagen de reformista, hacer pública la situación de Gorki inclinaría la balanza de la opinión en su contra. Ése es un riesgo que no se atreverían a asumir: sólo la presión internacional podrá modificar la medida de internamiento que, de seguro, ya le reservan al músico. Nuestra voz puede ser útil como complemento de la defensa, no dejemos pasar el momento.

Porno para Ricardo es la cabeza visible de la tendencia actual a criticar la verdad cubana sin metáforas. Muchos movimientos culturales han perdido el miedo y llaman al mal por su nombre. Debemos defender un espacio que se comienza a ganar luego de 50 años: hoy es Gorki, pero no deben dudar, la lista está hecha y las intenciones no terminan con esta farsa. La voluntad de reprimir ha comenzado nuevamente y entre todos podemos revocarla.

1 Comments:

At 8:35 p. m., Anonymous Anónimo said...

Un gran análisis que debería publicar:

“Por qué Cuba no es una democracia”

http://altavozmagenta.blogspot.com/2008/08/por-qu-cuba-no-es-una-democracia-i.html

Es la mejor forma de darles en la cara a todos los amigos del régimen que lo defienden fuera de Cuba. Puntos que analiza:

- Régimen de partido único
- Libertad de expresión sometida al socialismo
- La cláusula general de anulación de libertades y garantías fundamentales
- Libertades desprotegidas
- Educación políticamente orientada y discriminación ideológica

 

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