MÁS ALLÁ DEL ROCK
MÁS ALLÁ DEL ROCK
Por Jorge Olivera Castillo – Sindical Press
22 de agosto de 2008
La Habana – www.PayoLibre.com – Esta vez no fue el sorprendente ensamblaje sonoro. Tampoco la arquitectura armónica transgresora y sublime, que sumió a miles de cubanos en un remolino de satisfacciones.
La voz de Fito Páez estaba pegada en el papel. Sola, sin acompañamientos, sin el respaldo de esas sencillas estructuras melódicas, pero impecablemente recubiertas de espontaneidad y sentimiento.
El rockero argentino expuso -dentro de las páginas de un periódico del sur de la Florida- una visión que excede el género desde el cual ha conseguido catapultarse al mundo. Está convencido de que la revolución cubana se detuvo. Ya no es el mozalbete embargado por la magia de aquel proyecto emancipador inaugurado en enero de 1959.
Vino a Cuba por primera vez en 1987. Se le recuerda por la extraordinaria combinación de excentricidad y atinados arreglos musicales, marcando esto una imagen a prueba de olvidos entre los cubanos tocados por la melomanía.
Casi nadie reparó en sus coincidencias ideológicas con los comisarios culturales de la isla. Sobresalía por el novedoso estilo interpretativo y una electrizante comunicación con los espectadores. Sin alardes sellaba una original manera de hacer rock.
Traía ante todo su música. El deseo de descargar en los escenarios cubanos su talento y por supuesto medir el alcance de su eficacia delante de las multitudes. No pudo esconder sus simpatías por la revolución y dejó en el ambiente ese halo romántico -más acendrado a causa de su juventud- en derredor de la ideología socialista.
Con 45 años de edad, Fito Páez se desmarca en público de lo que alguna vez tuvo como un oasis de esperanza en la reformulación de otro orden mundial más justo y equilibrado. Llegó a pensar que Cuba era el modelo a seguir por el resto de los países del tercer mundo.
( Fito Páez )
Por eso se le permitió entrar al feudo del partido comunista. Su incipiente fama convenía. ¿Una válvula de escape para el descontento social? Sin dudas. No obstante me inclino a pensar en la importancia iconográfica del músico argentino como elemento de legitimación. Las dictaduras siempre están a la caza de soportes mediáticos muchas veces a cuenta de estrellas del mundo del espectáculo. En este caso procedente de una nación sudamericana con notable presencia en la dramaturgia del poder dentro de la isla.
Como es sabido Ernesto Guevara de la Serna es quizás el emblema, por excelencia, de la revolución. Es harto conocida su estrecha implicación en el proceso político cubano hasta su muerte en Bolivia. En torno a la figura del desaparecido médico y guerrillero argentino se ha creado una mística de alcance universal de indudables dividendos políticos para la nomenclatura que gobierna a Cuba con mano de hierro.
Es difícil que Fito vuelva a los escenarios de la isla. Debe ser uno de los últimos nombres en la lista negra de los policías de la cultura. Lo vi, en la foto, sin melena y con barba en las páginas del Nuevo Herald. El perfil crítico era incontrastable.
Quisiera escuchar entre sus próximas creaciones alguna referencia a las tragedias bajo la férula del partido comunista. Hay tela por donde cortar. Demasiadas víctimas, tribulaciones sin límites. Mucho más que en el Chile de Augusto Pinochet.
De acuerdo a lo expresado respecto a la Cuba actual, el cantautor no está al margen de la realidad. Sabe que la utopía se derrumbó. Hace falta un rock para la despedida.
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