FRACASO DEPORTIVO DEL CASTRISMO
Por Eugenio Yañez
Con 24 en total, Cuba obtuvo más medallas que 21 naciones europeas, Canadá, Brasil, Argentina, Sudáfrica y Nueva Zelanda en las recientes Olimpíadas de Pekín. Dos medallas de oro, o menos, lograron 14 países de Europa, India, Argentina y México. Más de cien no lograron ni una. Comparando con 20 medallas en Moscú, 31 en Barcelona, 25 en Atlanta, 29 en Sydney y 27 en Atenas, las medallas cubanas en Pekín expresan un descenso, no necesariamente una debacle.
En juegos con mucho más nivel competitivo, nuevas tecnologías, novedosas técnicas de entrenamiento y participación de profesionales, solamente doce países lograron más de veinte medallas esta vez: Estados Unidos, China, Rusia, Inglaterra, Australia, Alemania, Francia, Corea del Sur, Italia, Ucrania, Japón y Cuba, en ese orden. Veintiocho países de 204 participantes lograron más de dos medallas de oro: de ellos, nueve obtuvieron tres.
Habitualmente, boxeo y atletismo constituyen buena parte del total de medallas olímpicas cubanas. Ahora aportaron 13 de 24, aunque los colores se destiñeron. Ambas disciplinas, más los deportes de combate (judo, lucha y tae kwon do) sumaron 20 de las 24 preseas. El voleibol femenino, 32 errores frente a EEUU y 35 frente a China en la etapa final del torneo, resultó una verdadera decepción.
En béisbol, un oportuno hit en el noveno inning, con bases llenas y un solo out, igualaba a Cuba en medallas doradas con Brasil, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia y Georgia. Un fly de sacrificio empataba el partido, y quién sabe lo que vendría después. Una debacle no depende del hit que no se produjo.
Los mitos se convierten en leyendas por repetición. Dicen que los peloteros que perdieron el oro vieron interrumpido el litro de leche a los siete años de edad, durante el período especial. Sin embargo, el litro de leche se interrumpió a los niños en Cuba desde la ''ofensiva revolucionaria'' de 1968, veinticuatro años antes del ''período especial'': Liván Hernández, Alexei Ramírez, Orestes Kindelán, Omar Linares, Víctor Mesa, Lourdes Gourriel también quedaron sin litro de leche a los siete años. El home-run del ''talibán'' cubano Alexei Bell frente a EEUU hubiera sido igual en Yankee Stadium. La explicación del período oficial es débil.
¿Los deportistas cubanos de este momento son menos fornidos y más pequeños que los del ochenta? Algunos. ¿Comparamos Yankees de New York 2008 con los ''Mulos de Manhattan''? Recordistas mundiales tuvo y tiene Cuba: Juantorena, Sotomayor, Robles. De la época del subsidio soviético, del período especial, de la sucesión; las generaciones de la pizza, la merluza, la croqueta, el picadillo de soya.
La debacle en Pekín 2008 no fue del deporte cubano, sino de la política deportiva del régimen totalitario: competencias deportivas como enfrentamientos ideológicos; temerle al ''robo de músculos'' y ''deporte rentado''; dar la última palabra para seleccionar competidores a los ''compañeros de la seguridad''; defender el ''medallismo'' a toda costa para demostrar superioridad ideológica; priorizar deporte de alto rendimiento sobre actividades de recreación y salud para todos los cubanos; segregar a deportistas de buenos resultados en escuelas deportivas especiales; no estimular adecuadamente a los atletas y dejarlos al abandono después de su vida útil.
Y todo este absurdo mecanismo en un marco de pretender resultados de primer mundo con una economía subdesarrollada en crisis, dar más importancia a medallas que a reparar viviendas o alimentar a la población, la paranoia de considerar las derrotas deportivas como conspiraciones de la mafia, y las victorias como ``golpes al imperialismo''.
Hace 104 años, en San Luis 1904, Cuba logró cuatro medallas de oro, el doble de Beijing 2008, gracias al esgrimista Ramón Fonst: ¿la ''república frustrada'' era superior a la Cuba del raulismo?
En Pekín se derrumbó la política deportiva del castrismo: no por gusto los rencores, frustraciones, amarguras y paranoias del tirano, justificando agresiones a árbitros.
Deportistas abrumados por la propaganda, carencias familiares, represión e inmovilismo ganan medallas olímpicas gracias a condiciones personales, disciplina y voluntad, pero no legitiman el totalitarismo. Un batazo oportuno, centésimas de segundo, centímetros, no definen la legitimidad de una dictadura ni la debacle de un movimiento deportivo.
Pero demuestran que la delirante política deportiva del castrismo, como la de educación y salud pública, también están enfermas de ''secreto de estado'' y no tienen vuelta atrás.
Ex militar cubano y miembro de Cubanálisis.
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