lunes, octubre 20, 2008

¿ CUBA AL PUNTO DE RUPTURA ?


¿Cuba al punto de ruptura?


Por Nicolás Águila

Ya redunda hablar de la devastación de los huracanes en Cuba. El mundo ha visto en detalle las imágenes impactantes de la destrucción causada en la Isla por el Gustav y el Ike. Desde Oriente hasta Occidente se pudo apreciar además el estado calamitoso de la vivienda al cabo de medio siglo de castrismo.

Más que los estragos que normalmente provocan los ciclones en la agricultura y la infrastrucutra de un país, para muchos lo más impresionante fue descubrir que la precariedad de los bohíos en el campo es sólo una anécdota en comparación con el chabolismo generalizado en pueblos y ciudades. Da pena constatar la favelización tercermundista en lo que una vez fuera la perla de las Antillas. Miles y miles de casas que durante décadas no habían recibido un mínimo de mantenimiento, o ni siquiera una mano de pintura, se hallaban en tan mal estado que no podían aguantar una ventolera. Mucho menos los embates de un huracán.

El problema de los damnificados --y son cientos de miles los que han quedado sin techo-- parece ser incluso más alarmante que la hambruna que se extiende junto con la leptospirosis por todo el país. El pueblo cubano ha demostrado una capacidad de aguante que ya pasa de excesiva. El hambre en Cuba no es esa mala consejera que nos pinta el refrán. Al contrario, hasta ahora le ha servido al régimen para lograr un mayor control represivo sobre la población. Pero otra cosa es sentirse hambriento y encima desamparado. Es una combinación explosiva que pudiera tensar hasta el punto de ruptura la cuerda de la rebeldía.

Reconstruir o reparar todas las casas afectadas resulta una tarea descomunal para el régimen, dada la magnitud del problema, la carencia de recursos y la ineficiencia del sistema. El equipo de los Castro se halla ante el mayor reto administrativo y político en cincuenta años de régimen comunista. Y lo enfrenta, no con medidas creativas y soluciones a fondo, sino como siempre lo ha hecho: con métodos de control burocrático y aumento visible de la represión.

Sienten pavor de que el pueblo tome las riendas de su propia vida y por eso frenan toda iniciativa individual. Frente a la terca voluntad totalitaria de la gerontocracia gobernante, nadie puede decidir por sí mismo ni siquiera con qué tipo de clavos remendar el alero del tejado. Lo cual complica y dificulta aún más la solución de los problemas, que se enquistan y se vuelven insolubles.

Mientras ocultan la dramática realidad de pueblos enteros todavía sin electricidad ni agua potable, sobre todo en las provincias orientales, continúa la propaganda triunfalista sobre las tareas de reconstrucción y los cultivos de ciclo corto (llamados pomposamente 'organopónicos'). O bien sobre la entrega (en realidad, venta) de materiales para la reparación de lo que queda de las viviendas destruidas.

Son medidas obviamente insuficientes que no alncanzan ni para empezar. La situación se prolongará, se volverá crónica y seguirá empeorando. El régimen lo sabe mejor que nadie y no descarta el surgimiento de disturbios sociales. No debe ser muy casual el reciente anuncio de la creación de unas extrañas "unidades militares en centros civiles para defensa y desastres".

El régimen tiene miedo y se prepara para posibles escenarios de motines y revueltas entre una población que ha perdido todas las esperanzas. Hoy están que ni pintadas las condiciones objetivas del teque marxista. Y parece que las subjetivas también. ¿Se producirá por fin el estallido?

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