domingo, noviembre 09, 2008

LA CABAÑA DEL TIO JOHN

La cabaña del tío John


Por Manuel Vázquez Portal

Las elecciones del martes 4 de noviembre en Estados Unidos fueron las primeras que he disfrutado en mis 57 años. Vengo de un país donde hace sesenta no se celebran. He conocido un solo gobernante. He sabido de un solo partido. He visto transcurrir mi vida sin poder elegir siquiera mis alimentos o mis camisas.

Ignoraba el torbellino que se desboca cuando la gente se sabe en el derecho y el deber de votar. No sabía cuántas emociones desatan, cuántas especulaciones suscitan, cuántos pronósticos yerran, cuántas pasiones desbridan, cuánta cautela acarrean, cuánto oportunismo develan, cuánta fidelidad quiebran, cuanta animosidad despiertan. Es una fiesta de la incertidumbre que puede desembocar en el júbilo o el desencanto, pero una vez conocido el resultado, la nación marcha como siempre, y para mejor.

De haber sido ciudadano estadounidense hubiera votado por John McCain. Y después de su discurso de reconocimiento de la victoria electoral de Barack Obama, hubiera vuelto a votar por John McCain. Desde el principio vi en él a un hombre honrado, al final he vuelto a ver a ese hombre honrado. No sólo lo acompaña el halo épico, va con él también la grandeza humana, la serenidad de quien regresa de todos los senderos, el suave influjo de la venerabilidad: si de joven héroe, de viejo sabio: redondo ideal griego.

John McCain no es un hombre del ágora, sino del concilio. Sus pasiones ya cedieron el podio a la razón. No va a las tribunas a seducir, va al parlamento a aportar su experiencia. En él el nuevo presidente podría hallar un báculo prudente o un valladar incómodo, pero siempre honorable. Habrá tiempo, Barack Obama trazará el camino y McCain no se retirará a la tibieza de una cabaña donde, sobre una poltrona con las piernas bajo un edredón, escuchará el crepitar de la leña en el hogar. Su energía y el amor por su país no se jubilan.

John McCain no culpó a nadie de su fracaso electoral. Lo asumió con entereza. Esta derrota es mía, dijo. No es una plañidera. Es un comandante insigne que no descarga sus flaquezas en los soldados. El pueblo estadounidense ha hablado, y ha hablado claro, explicó. Total reverencia al contrato social, absoluto respeto por el deseo del pueblo. Lección indeleble de democracia. Luego instó a sus seguidores a brindar sus esfuerzos al nuevo presidente para entregarles a los hijos y los nietos un país más fuerte y mejor que el heredado. Esa es la cabaña espiritual del tío John. Esa es la cabaña, sobre esos pilares, que quisiera para mi país, porque es la cabaña donde caben todos. Y lo reafirmó Barack Obama cuando dijo que McCain ha luchado larga y duramente por el país que ama. Ha resistido sacrificios por Estados Unidos que la mayoría de nosotros no podemos ni imaginar y que todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este líder valiente y abnegado.

El triunfo de Barack Obama, no es sólo la victoria del senador de Illinois. Es el triunfo del espíritu de esta nación, de la cabaña del tío John. El propio Obama lo reafirmó entusiasmado: si todavía queda alguien que duda que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.

Por eso John McCain, continuador de los sueños de los fundadores, al concluir la campaña se elevó por sobre todos los ardores de la puja y dijo: le deseo al hombre que fue mi oponente y que será mi presidente que Dios le ilumine. Eso es civilidad, eso es patriotismo. Aquí nadie se va a las guerrillas ni a las plazas a armar alborotos.

Ese es Estados Unidos. Esa es la cabaña del tío John. Qué dirán ahora los maledicentes y los mediocres. A quién podrán convencer de que esta tierra bendecida es el esperpento que han querido moldear y aventar por el mundo para sacar ventajas políticas o económicas. Esa es la cabaña que sueño. La cabaña en que Oswaldo Payá Sardiñas, blanco, y Oscar Elías Biscet, negro, tengan la posibilidad de llegar a presidentes sin que nadie los encarcele por sus ideas, sus aspiraciones, y luego juntos, tras las felicitaciones, se vayan a seguir engrandeciendo la casa de todos.