SEÑALES DE HUMO Y CORREO ELECTRÓNICO
Señales de humo y correo electrónico
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En una sociedad democrática no podría verse ninguna diferencia entre blogueros y periodistas independientes.
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Por Raúl Rivero, MMadrid | 09/12/2008
Para tener una idea de lo que pasa ahora en Cuba, un lector ávido y exigente tiene que seguir los despachos de Guillermo Fariñas, leer las piezas de Oscar Espinosa, los comentarios de Luis Cino y Miriam Leiva, repasar las crónicas de Jorge Olivera y visitar el blog de Yoani Sánchez.
Esta no es una propuesta arbitraria y excluyente, es sólo un avance del panorama, porque faltan Rafael Ferro, Juan González Febles, Tania Díaz Castro, Licet Zamora, Aleaga Pasant, Luis Felipe Rojas y una lista que puede llegar al centenar de periodistas independientes en activo.
Y faltan los sitios en internet de Lia Villares, Claudia Cadelo, Reinaldo Escobar y otros blogueros, con sus visiones personales de la realidad. Faltan sus miradas poéticas y objetivas, o irreverentes y desaforadas, como parte importante de un plano general de una sociedad que el oficialismo oculta o disfraza.
No es necesario buscar líneas de continuidad, ni unas huellas puntuales que haya que seguir, ni nada trascendente para examinar en un ensayo de salón de urgencias.
Hay nada más que caminos abiertos. Años, muchos años de penurias, cárceles, persecución y lejanías. Pero cada tiempo trae sus andariveles, sus soportes y su estilo. Cada ser humano, la soberanía de su individualidad y el derecho a expresar su opinión de la forma que le señale su filosofía, su cultura y sus sueños. Y en el caso de Cuba, sus posibilidades.
En una sociedad democrática y abierta no podría verse ninguna diferencia entre el trabajo de los blogueros y la labor de los periodistas independientes.
Muchos de estos jóvenes talentosos estarían como comentaristas o colaboradores en los medios tradicionales, y la mayoría de los comunicadores de las agencias alternativas cubanas tendrían —además de sus labores diarias como columnistas o reporteros— un blog para tratar, sin horarios de cierre ni editores, los asuntos de su corazón y sus metástasis.
Pienso que unos y otros van a crecer en los próximos meses. Van a seguir en sus travesías paralelas (que a veces se entrecruzan) con el empeño de iluminar la vida de su país, hasta encontrarse en ese tiempo que Ricardo González Alfonso puede ver desde la prisión, en el que "no habrá rejas en el interior ni en el exterior".
Estamos ante un cambio de época. A finales del siglo pasado, los pequeños grupos de corresponsales independientes trataban de salvar un fax de las manos de la policía. Otros luchaban por conseguir que alguien les prestara un teléfono y pedían hojas blancas y repuestos de bolígrafos.
Lo último de los avances tecnológicos eran una vieja máquina Royal, negra y bien aceitada, o una Robotrón gris, escandalosa y ascética, con las que se podía vivir la mínima aventura fabulosa de escribir esto, por ejemplo: "La Habana, enero 9 (Cuba Press)".
La semana pasada, Ricardo González, el veterano periodista encarcelado, con su premio Reporteros Sin Fronteras 2008. Y Yoani Sánchez, citada a una estación de policía para recibir una amenaza. Decenas de medios y blogs en el mundo reseñaron los dos acontecimientos.
Estamos en otro tiempo, en el conviven el bolígrafo, las máquinas viejas y los ordenadores. Se puede labrar una carta en una celda o pasar un email. Lo que no cambia es la pasión por escribir en Cuba, sin mandato.
© cubaencuentro
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