martes, diciembre 09, 2008

TOUR POR CUBA

Tour por Cuba


Por Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - La española Gloria Pla y el cubano Ángel Luis Fonseca se conocieron en La Habana. Luego, Dios y la cuenta bancaria de Gloria mediantes, se fueron a vivir a Barcelona, donde ella reside. Ya casados han visitado la Isla varias veces y, como siempre les ocurre, la última visita fue la peor.

Este año, llegaron a La Habana en el mes de agosto. El primer indicio de que aterrizaban en zona franca de soborno lo dio un aduanero en el aeropuerto José Martí:

-Sus equipajes están pasados de peso –dijo el funcionario.

La réplica de Ángel Luis no se hizo esperar.

-No puede ser. En Madrid los pesaron y estaban en regla.

Sus palabras rebotaron como pelota de tenis en los oidos del aduanero.

-No sé nada de Madrid, ni Barcelona; tienen que pagar 200 euros de recargo.

Historias como esta hacen pensar que el cacareado bloqueo yanqui se decreta diariamente en cada una de las instituciones cubanas y no en Washington, o suponer que el exceso de peso en los equipajes de los cubanos que visitan a sus necesitados parientes pone en riesgo la economía nacional.

Ángel Luis es uno de los miles de emigrados que se sobreponen al absurdo por ver a sus familiares y en cada regreso al terruño enfrentan la angustia y la frustración de sentirse atrapados en una trama grotesca de discriminación y hostilidad oficiales.

A las 5 de la tarde la pareja llegó a Guantánamo, la provincia más oriental del país, para visitar a unos familiares de Ángel Luis. Uno de los parientes informó, de acuerdo a lo establecido por ley, al presidente del CDR (Comité de Defensa de la Revolución), de la presencia del matrimonio en su casa.

Al día siguiente los visitantes alquilaron un auto para visitar a otros familiares en el poblado de Yateras, donde les esperaban más sorpresas. Iban rumbo al zoológico de piedra, único en el país, cuando un policía detuvo el auto y, con intransigencia tan petrea como el zoológico a donde se dirigía la pareja, exigió el permiso de inmigración provincial para moverse por la provincia. La pareja desconocía la necesidad de tal permiso.

Fueron llevados a las oficinas de inmigración, donde interrogaron a Gloria durante quince minutos y le recordaron que tenían que hospedarse en casas u hoteles oficialmente autorizados. También, le explicaron que el familiar que les había brindado albergue la primera noche de estancia en la provincia, estaba expuesta a una multa de mil pesos convertibles. Vale aclarar, para beneficio del lector extranjero, que mil pesos cubanos convertibles equivalen aproximadamente al sueldo total de más de tres años de trabajo de un médico cubano.

Una vez en la capital, ya a punto de regresar a España, hubo más problemas. Otro policía detuvo el auto e insistió en multarlos porque supuestamente viajaban a exceso de velocidad. El uniformado les planteó directamente que ese día no quería discutir con nadie porque era su cumpleaños lo que, en buen cubano, quería decir que estaba dispuesto a dejarse sobornar.

Después de este azaroso periplo, Ángel Luis y Gloria, han condicionado su próxima visita a la Isla a que “las cosas cambien y no haya sobornos ni hostigamiento de por medio”.

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