ROMANCE DOLOROSO
Nota:
Este poema fue escrito el 19 de abril de 1961 en la Base Track de la Brigada 2505, en las montañas de Guatemala, donde el autor formaba parte del Batallón Siete de dicha brigada que por problemas logísticos había llegado a la base procedente de Miami en la mañana del mismo 17 de abril en que el grueso de los invasores ya se batían en tierras cubanas.
Por Alfredo M. Cepero
de montañas extranjeras
encontré doliente y triste
pedazos de mi bandera.
El viento desde el barranco
me trajo olores de selva.
Jinetes de desengaño
rodaron por las laderas.
La sangre elástica y joven,
la sangre doliente y nueva,
abonó surcos de gloria
sobre el caimán de mi tierra
y le clavó al almanaque
una nueva fecha eterna,
en que flores de ilusión
fueron espadas guerreras.
Cuba esperaba a sus hijos
vestida de fiesta y risa.
Los niños cayeron todos,
como consigna divina,
con estrellas en las sienes,
luceros en la camisa.
La noche se puso triste
como una novia sin boda,
y con velos de celajes
la luna se cubrió toda.
De esperanza eran sus trajes,
de valor calzaban botas,
y en el corazón llevaban
el ideal como antorcha.
Como dientes infernales
las balas mordieron niños.
Mecánicos milicianos
se pusieron en camino,
como rifles, como tanques,
como muerte o asesino,
para pintarnos de rojo
el paisaje del destino
y beber en copa de odio
sangre preciosa de niño.
El sol camina de nuevo
sobre la noche siniestra
y la sangre de los muertos
suena a trompeta de guerra.
Cuba espera por sus hijos.
Sus hijos no pueden verla
con coronas de martillo
y cinturón de cadenas.
En mástil de dignidad
hay banderas de conciencia.
Sobre la noche de odios
un amanecer de ideas.
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