lunes, junio 08, 2009

Con OEA o sin OEA

Con OEA o sin OEA



Por Luis Cino


LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Estaba en la tribuna por invitación del Máximo Líder, que entonces era joven y sólo llevaba un par de años en el poder. No recuerdo su nombre. Era colombiano, usaba boina de miliciano, tocaba en el acordeón algo que no era cumbia ni ballenato, mientras ensayaba torpes pasillos de baile y la multitud coreaba su estribillo desafiante y desafinado: “Cuba sí, yanquis no. Con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea”.

Fue uno de los muchos lemas revolucionarios que atiborraron la niñez de mi generación. Excepcionalmente, era una consigna que no hablaba de muerte. Pero casi, porque declararse marxista-leninista, dotarse de cohetes nucleares rusos y retar a los yanquis, nos aproximaba al exterminio nacional. Sólo que estaba la maldita circunstancia de la excepcionalidad histórica, el corcho de que dicen está hecha la isla que no permite que se acabe de hundir definitivamente en el mar, la ayuda de Dios o el Diablo y las no sé cuántas vidas del Comandante.

Ahora que peino canas y, entre tantas cosas que echo de menos (entre ellas las ilusiones), no sé donde fue a parar mi álbum filatélico con el Comandante fusil en ristre en la portada y aquel sello con la Segunda Declaración de La Habana en letras casi microscópicas sobre el mapa de América Latina, vuelvo a escuchar que hablan sobre la OEA a toda hora. Cual si no hubiera pasado el tiempo, como si la OEA le importara realmente a alguien a estas alturas.

Es como si un extravagante imitador de Rip Van Winkle, de uniforme verde olivo, nos hubiera puesto a dormir por medio siglo. Con su manía de ahorrar lo que le conviene y prohibir y racionarlo todo, limitó los años de sueño a 50, para que despertáramos a tiempo para repetir a una señal suya, como si todo siguiera igual, el viejo lema: “Con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea”. Sólo que la multitud, hambreada, aburrida y desesperanzada, luego de tantas décadas de mal dormir, ya no tiene ánimos para corear consignas. Menos para adivinar jugadas que no están claras.

Nadie sabe por qué en algunas cancillerías se hacen ilusiones con un eventual regreso de Cuba a la OEA. El gobierno cubano, empeñado en ganar tiempo a toda costa, Dios sabrá para qué, no desea regresar a la OEA porque no le conviene. ¿Qué más da que eliminen la suspensión de 1962 y que algunos intenten un desagravio? ¿Acaso alguien cree que el régimen cubano está dispuesto a contraer compromisos concretos de respetar la democracia y los derechos humanos?

Los tiempos habrán cambiado algo en América Latina y en la política de Estados Unidos, pero con tantos demagogos y sinvergüenzas que volvieron a asomar sus hocicos en la reunión de San Pedro Sula, ¿quién se atreve a decir que el sistema interamericano cuenta al fin con una diplomacia inteligente, coordenada y efectiva?

El mundo está en crisis. La dictadura cubana y la OEA también. Por obsoletas e ineficaces, es probable que una de las dos desaparezca. O ambas. Para no ser demasiado absolutos, tal vez se transformen, la dictadura y la OEA, en otra cosa. En cualquiera de los dos casos, en nada que verdaderamente valga la pena. La historia, la experiencia y los hechos más recientes lo indican.

Entonces, respecto a la OEA, como diría el bolero (ay, cuantas cosas sabias dijeron Beni, el ciego Arsenio y los bolerones): “¿Para qué perder el tiempo, para qué volvernos locos?”.
luicino2004@yahoo.com