CUBA: SEÑALES
Por Luis Cino

Debe ser que desde los puestos de observación aventajados de la política mundial, las cancillerías latinoamericanas y de la Unión Europea conocen detalles que por acá, los cubanos de adentro, ni siquiera imaginamos. Del lado de acá del muro del Malecón de las putas y la desesperanza y de las puertas rigurosamente controladas por el MININT de los aeropuertos internacionales, las señales que percibimos no pueden ser peores.
Las autoridades del gobierno y el Partido Único llaman al ahorro y a apretarse aún más los cinturones. Ante la posibilidad de que vuelvan el hambre y los apagones, se disparan el descontento y todo tipo de rumores. Dicen por la calle, entre otras muchas cosas, que ya están listos los equipos antimotines. Se habla de carros con cañones para disparar agua a presión. Ojala sean sólo rumores, pero no dudo que tengan que recurrir a la represión pura y dura. Después de todo, en la nueva consigna oficial, como en todas las anteriores (¡vaya manía siniestra!), se habla de la muerte como alternativa.
El sentido común de levantar las prohibiciones y no apretar hasta el reventón parece que renunció definitivamente a hacerse sentir. La tolerancia, ni siquiera reducida a su mínima expresión “dentro de la revolución”, asoma por ningún lado.
Recientemente expulsaron del banco donde trabajaba a Miguel Arencibia. Su pecado fue enviar a través de su correo electrónico, artículos a Kaosenlared, una página web de izquierda radicada en Barcelona. Lo acusaron de “uso indebido de su computadora y los servicios asociados”. Le aplicaron la Resolución 127 del Reglamento de Seguridad para las Tecnologías de la Información que decretó el 24 de julio de 2007 el Ministerio de Informática y las Comunicaciones. Arencibia no es un periodista independiente o un bloguero que escribe ciber-dazibaos o samizdats digitales, sino un hombre que se dice revolucionario convencido y aboga en los artículos que cuelga en Kaosenlared y que no publican en Cuba, por un Socialismo Participativo y Democrático como único modo de salvar a la revolución.
Pero hay casos peores. El domingo 17 de mayo, el joven escritor Ángel Santiesteban sufrió una brutal agresión a plena luz del día, en medio de El Vedado. Lo atacaron dos desconocidos que antes de golpearlo con un tubo, fracturarle un brazo y navajearlo, le advirtieron que no le convenía “hacerse contrarrevolucionario”. Se supone que fue el castigo por escribir cuentos sobre las cárceles y la guerra de Angola que se han publicado en Cuba y por tener un blog en cubaencuentro.com bajo el sugerente nombre “Los hijos que nadie quiso”.
Así son las malas señales que nos llegan. Nos hacen intuir con aprensión, a pesar del optimismo que reina en ciertas cancillerías y agencias de prensa internacionales, que lo peor de esta historia todavía está por llegar.
luicino2004@yahoo.com


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