BARACUTEY CUBANO

Por Aleaga Pesant


LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En el mes de junio los miembros de los núcleos zonales del partido comunista, fueron invitados a ver un video sobre las destituciones de dos funcionarios, tachados de ambiciosos y traidores.

Según fuentes bien informadas los miembros del partido comunista que trabajan en la cancillería, salieron cabizbajos, taciturnos y deprimidos de la sesión de tres horas. Quizás con esa información preliminar, algunos de los comunistas jubilados prefieren no enfrentarse a la caída de los que hasta hace un par de meses eran los mejores intérpretes del pensamiento del caudillo.

Veinte años atrás, el pueblo cubano era invitado a ver por televisión el juicio contra otros “héroes” revolucionarios. La Causa Número 1 de 1989.

Ese año, la perestroika y la glasnost revolucionaban el mundo occidental y oriental, caía el Muro de Berlín, las dictaduras comunistas europeas transitaban hacia la democracia representativa y en Tianamen los chinos masacraban a su pueblo una vez más. Ese año, el dictador cubano frenó cualquier intento de reforma en la isla, saliera de donde saliera.

En las universidades y centros profesionales ganaban aceptación los diarios y revistas moscovitas que hablaban de reforma y transparencia. La mayoría de los cubanos estaba al tanto de lo que pasaba en la Unión Soviética, como los pasos que podrían llevar a una sociedad más humana y confortable. Contra esa tendencia fue que se desarrollo la emboscada.

El juicio contra los militares se llevó a cabo bajo los cargos de tráfico de drogas y enriquecimiento. Asuntos que ganaban la buena fe de la opinión pública nacional. Las acusaciones lanzaban columnas de humo sobre las intenciones del monarca.

Un pequeño detalle se les escapó cuando uno de los acusados, Miguel Luis Po, en medio del nerviosismo de la tragedia dijo que el tráfico de la drogas estaba autorizado a los más altos niveles, o sea Fidel y Raúl Castro. Como se recuerda, el acusado fue sacado apresuradamente de la sala y volvió tiempo después, dando un giro al proceso.

La Causa Numero 1 se convirtió en una telenovela macabra, a la que los cubanos asistíamos todas las noches. Se saldó con cuatro muertes, muchos años de prisión y la parálisis de la sociedad que creía en los cambios. Cuatro meses después y ante las informaciones de descontentos en el Ministerio del Interior, se abrió la Causa Numero 2. Los principales generales de las Fuerzas Armadas ocuparon los cargos del Ministerio del Interior, y más de 300 altos oficiales de ese cuerpo fueron desmovilizados.

Este segundo juicio, comedia más que tragedia le costó el cargo al Ministro del Interior y ex jefe de la seguridad personal del caudillo, José Abrantes. Murió sospechosamente en prisión de un “ataque al corazón”.

Con la muerte del General Abrantes, quedó sepultada parte de la información, si es que tras la Causa contra el General Ochoa se escondían otras intenciones.

Un año después de los juicios se estableció el periodo especial. Se iniciaba la gran crisis de los 90.

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