sábado, julio 11, 2009

CUBA: LA COMPARSA

La comparsa


Por Alejandro Rios


Cuando el poeta Raúl Rivero se consumía en una celda de la Seguridad del Estado, luego de la oleada represiva de la llamada primavera negra, los intelectuales y artistas cubanos miraban hacia otro lado. Lo mismo había acontecido, años atrás, con René Ariza, Heberto Padilla, María Elena Cruz Varela o Reinaldo Arenas, por sólo citar casos connotados.

Luego tres jóvenes negros trataron de escapar del país, secuestrando un remolcador en la bahía de La Habana y al final fueran apresados, juzgados sumariamente y fusilados, sin compasión, mientras una cantidad sustancial de esos mismos representantes de la cultura cubana debieron firmar una carta de apoyo a tamaña fechoría gubernamental. Ahora han vuelto a ser convocados para suscribir la labor de cinco espías que cumplen sus largas penas en cárceles federales de los Estados Unidos debido a que la Corte Suprema de este país desestimó volver a considerar el caso.

La infausta tarea estuvo perpetrada por dos escritores que en el pasado debieron sufrir los ramalazos de la parametración y se les prohibió publicar ni siquiera un verso durante años y por una locutora de televisión, arengadora de desfiles masivos, devenida directora de la sección de cine, radio y televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). La puesta en escena resultaba patética en un país donde los creadores tienen tantas reclamaciones pendientes.

La carta de la UNEAC a intelectuales de Estados Unidos habla de ''cadena de arbitrariedades'', ''reclamo universal'', ''un proceso judicial manipulado por la ultraderecha cubanoamericana'' y de que el ``presidente Barack Obama tiene la potestad de liberar a los cinco''.

Habría que recordarles a esos mismos intelectuales que a una de las blogueras más famosas del mundo, según atestigua la revista Time, no le permiten salir de su país ni a recoger un premio y que el escritor Angel Santiesteban, dueño del blog Los hijos que nadie quiso, con entradas sumamente críticas de la realidad cubana, de obra multipremiada, tanto por organizaciones de la cultura oficial cubana como por instituciones de otros países, recibió recientemente una golpiza callejera como para frenar sus infidencias.

Ni decir que las damas de blanco, quienes suman más de cinco, han sido vilipendiadas y arrastradas por porras callejeras ''espontáneas'' cuando ejecutan sus silenciosas caminatas de desagravio a personas presas por pensar distinto.

Hay varios aspectos reveladores, sin embargo, del cónclave en la UNEAC a favor de los cinco. En las fotos aparecidas en la prensa electrónica del régimen solamente se identifican los cabecillas de la farsa y la carta se publica con la firma de la presidencia de la UNEAC, no con la lista comprometedora como es lo usual, donde a veces aparecen personas que no han sido consultadas para figurar en la misma. Faltan declaraciones de otros intelectuales comprometidos con los de- signios de la dictadura o de simuladores que tanto abundan. Los dos que sí se explayan durante la celebración del evento, el actual presidente de la UNEAC, Miguel Barnet, y la poeta Nancy Morejón, insisten en diplomar a los espías como escritores y artistas dedicados a la pintura, vocaciones que parecen cultivar con todas las comodidades en las prisiones donde hace ya diez años purgan sus condenas. Haciendo uso de un lugar común de las relaciones públicas del castrismo, Morejón, de raza negra, dice que habló con su amiga Alice Walker, la famosa autora de El color púrpura, y terminaron editando un libro que resume la vocación de los cinco para sensibilizar al público estadounidense y concluye diciendo que se trata de un ''caso político'' manipulado por los enemigos.

Barnet, por su parte, quien recientemente declaró, sin mover una ceja, que él viajaba mucho a otros países porque en Cuba había libertad para hacerlo, enumeró parte de la comparsa que estaban citando para la conga solidaria donde también se incluye a la Walker y a Danny Glover, a quienes nadie les ha dicho que el pacifista Dr. Oscar Elías Biscet, de piel tan oscura como la de ellos, se pudre en una celda de la dictadura sin contar con facilidades para escribir o pintar.

Barnet afirma que los espías son ''intelectuales, artistas, de formación filosófica, con profundo sentido de los valores éticos, de visión universal y humanista que honrarán las filas de la UNEAC cuando vuelvan'', como dijo Castro el reflexivo. Queda a la imaginación la cantidad de ausencias justificadas y aquellos reportados como enfermos entre los representantes de la cultura cubana cuando fueron conminados a una cita tan bochornosa. Barnet y Morejón han llegado tarde a la marquesina de la dirigencia cultural revolucionaria en bancarrota y no temen ser recordados como juglares maduros de una dictadura.

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Siempre hubo excepciones; el escritor Amir Valle fue una de esas excepciones.