sábado, julio 04, 2009

LA NACIÓN MÁS REVOLUCIONARIA DEL MUNDO

Nota del Blogguista.
La esclavitud, rechazada mayoritariamente por las colonias del Norte y defendida por las colonias del Sur, fue aceptada durante y después de la lucha independentista para no provocar una escisión que ponía en gran peligro la lucha, la independencia y la sobrevivencia de las Trece Colonias ante el poder británico; la Guerra de 1812-1815, producto de la invasión británica, pondría a dura prueba esa supervivencia independiente.
El culto a la libertad individual del hombre fue uno de los factores que ayudaron a que durante casi dos siglos sobreviviera la discriminación racial en muchos estados de los Estados Unidos de América.
Para los que no han vivido en la sociedad norteamericana, y mucho menos si han vivido en regímenes autoritarios o totalitarios , nos es muy difícil comprender que los gobiernos estatales o el gobierno federal no hubieran acabado anteriormente con semejante discriminación.
Hoy existe un debate que de cierta manera pone nuevamente a prueba los límites de la libertad individual en Estados Unidos: Libertad individual Vs Seguridad ciudadana.
*****************


LA NACIÓN MÁS REVOLUCIONARIA DEL MUNDO


Por Eugenio Yáñez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Julio 4, 2006


Con tantos revolucionarios en el mundo, para-revolucionarios, casi-revolucionarios, progresistas, bolivarianos, izquierdistas, moralistas (por Evo), terroristas, liberales, narco-revolucionarios, extremistas y otras especies, no viene mal hablar este 4 de Julio sobre la nación más revolucionaria del mundo, aquella que gestó y desarrolló LA ÚNICA REVOLUCIÓN VICTORIOSA Y EFECTIVA DE LA ERA MODERNA.


Archivos
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Julio 4, 2006


La Revolución francesa de 1789 coronaba un Emperador once añosJustify Full más tarde, y esparció por Europa la guerra y la ruina de las naciones, para terminar en una restauración que eventualmente llevó a una democracia que, aunque imperfecta, hizo prosperar a los franceses, aunque para ello necesitó un gigantesco imperio colonial.


Liberty Bell --->

La Revolución bolchevique ejecutó a la familia real, niños incluidos, para crear un nuevo tipo de zar, llamado Primer Secretario, y una clase parasitaria de burócratas ineficientes, crear un imperio mayor que el de los Romanov, y aniquilar nacionalidades enteras en Armenia o millones de ucranianos. Casi noventa años después del “Gran Octubre” se debate entre las mafias, el autoritarismo y las tendencias democráticas para tratar de encontrar el camino del desarrollo.

La Revolución china sustituyó finalmente al Emperador por un Gran Timonel, quien con un “gran salto hacia delante” y una “revolución cultural” aniquiló decenas de millones de chinos sin dar prosperidad o libertad a su pueblo. Después de más de medio siglo revolucionario, solamente ha logrado mejorar las condiciones de la nación cuando renunció de facto a las enseñanzas del timonel para comenzar a recurrir a métodos probados de la economía de mercado.

La Revolución cubana sustituyó una dictadura autoritaria por un régimen totalitario, y después de casi medio siglo revolucionario presenta como sus mayores logros el período especial, los Comités de Defensa de la Revolución, y más de dos millones de desterrados, mientras buena parte de los once millones del socialismo “inamovible” en Cuba sueñan con la balsa, la visa y el bombo.

No hay diferencias en las experiencias revolucionarias de Corea, Viet-Nam, Nicaragua sandinista, la actual Venezuela chavista, Angola o Etiopía, ni las habrá en Bolivia muy pronto: muertos, presos, economías estancadas, fractura social, represión, frustración.

Solo una nación de la era moderna llevó a cabo una verdadera Revolución que perdura hasta nuestros días, creando mecanismos eficientes de gobierno y desarrollo económico que han asegurado continua prosperidad del pueblo y todos los trabajadores, el estado de derecho, libertad individual, continuidad democrática ininterrumpida y, sobre todo, el crecimiento y afianzamiento de la esperanza y los sueños, sin haber tenido necesidad de imperios coloniales.

Una nación donde los trabajadores son dueños reales, en buena parte, de los medios de producción, a través de planes de pensiones y retiro que les aseguran el futuro mediante la propiedad colectiva de acciones de las grandes empresas, empresas que producen, de conjunto, más de la cuarta parte de la producción y servicios del planeta, y una parte sustancial de las innovaciones y tecnologías que permiten continuar avanzando, por lo que los niveles de vida de sus habitantes son elevadísimos y continúan aumentando.

Donde los niveles de educación son impresionantes y se gradúan más universitarios que en cualquier otro país del mundo, donde las proporciones de médicos por habitante están a la vanguardia mundial, y donde se reciben más del 80% de los Premios Nóbel que se otorgan año tras año.

Una nación internacionalista, que no vacila en ofrecer el sacrificio de la vida de sus hijos apoyando causas nobles de la democracia y la libertad, y sus abundantes recursos los compromete en ayudar a los menos favorecidos: la nación que más ayuda económica, humanitaria y alimentaria ofrece a todas las naciones del mundo.

Una Revolución que creó una nación imperfecta, ciertamente, donde se proclamaba que todos los hombres (menos los negros esclavos) habían recibido del Creador determinados derechos naturales y bendiciones inalienables, y que tuvo que esperar ochenta y cuatro años y pelear una cruenta guerra civil para que fueran de verdad “todos los hombres” y no solamente los blancos: pero que supo resolver la imperfección y seguir prosperando.

Una nación que después de esa guerra civil necesitó todo otro siglo para que esas pieles oscuras no tuvieran que ceder el asiento en los ómnibus a los blancos, pudieran entrar en los mismos restaurantes, cines o urinarios que los blancos, asistir a las mismas escuelas o caminar por las mismas aceras, que tuvo que enfrentar a cavernícolas y linchamientos, humillaciones e injusticias, asesinatos raciales y odio animal, pero que supo resolver la imperfección y seguir prosperando.

Una nación que tuvo que pelear guerras calientes y frías y perder cientos de miles de sus hijos en todos los continentes para contribuir (porque no fue la única, aunque fue líder) a eliminar las más terribles tiranías y los más poderosos imperialismos del siglo XX: nazismo, fascismo, militarismo japonés y comunismo.

Una nación que envía alimentos, medicina, dinero y ayuda a naciones que diariamente queman su bandera, insultan a su gobierno, albergan criminales terroristas que la atacan. Que paga más del 80% del presupuesto de una ONU donde diariamente se desarrollan votaciones contra ella y se le crítica ácidamente por lo que hace o por lo que deja de hacer.

Una nación donde millones de personas que han entrado ilegalmente manifiestan sin miedo por sus calles, divulgados por la prensa y la televisión, exigiendo a este gobierno lo que no pueden exigir a los suyos, y este gobierno responde buscando la legislación que ofrezca soluciones justas aunque no sean perfectas.

Una nación donde sus máximos gobernantes no pueden estar por encima de las leyes, que deben renunciar cuando las violan, o son sometidos a juicios políticos (impeachment) abiertos y televisados cuando se les considera responsables de irregularidades y faltas, y donde un senador pierde inmediatamente el liderazgo de la mayoría por un comentario racial, o un representante federal va a la cárcel por corrupción.

Una nación que no teme discutir abiertamente la conducta de sus gobernantes presentes y pasados, donde no hay héroes eternos ni caudillos permanentes, porque los historiadores investigan y sacan a la luz pública que un prócer indiscutible tuvo relaciones sexuales con una esclava negra, o que un presidente liberador de esclavos quizás haya tenido actividad homosexual en un momento, pero esa nación, lejos de abochornarse, se siente orgullosa de sus próceres, porque sabe que eran, ante todo, seres humanos y no máximos líderes, grandes timoneles, emperadores o primeros secretarios.

Revolucionarios del mundo: pensad honestamente. No es fácil, pero hagan un intento.

Más del 95% de ustedes no ha leído a Marx y Engels, ni pasó de la economía política de Nikitín o manuales de Víctor Perlo o Evgeni Varga (¿quizás recuerdan estos nombres?), pero antes de enviar a todos sus vándalos, o ir ustedes mismos, a lanzar piedras y quemar McDonalds para expresar su repudio a una globalización que no intuyen, entiendan que ese era el sueño de los fundadores del socialismo científico, que anteriormente lo intentó la Unión Soviética con el así llamado campo socialista, pero que, como en todo, fueron inefectivos e ineficientes, y fracasaron. No había “condiciones objetivas”.

Es bueno que piensen honestamente y conozcan de estas cosas, no porque la nación más revolucionaria del mundo les tema a ustedes, sino porque sería la única oportunidad que tendrían de vivir una verdadera revolución.

Habrá muchos más zarpazos y agresiones contra esta gran nación, como los ha habido. Sin embargo, esta nación no ha temido enfrentarlos y ha sabido derrotarlos, no con la tiranía y la miseria de su pueblo, sino todo lo contrario, desarrollando cada vez más la libertad, el estado de derecho y la democracia.

Revolucionarios del mundo: pensad. No es fácil, pero hagan un intento. Me pueden acusar de terrorista, lacayo, abyecto, imperialista, fascista, mercenario, gusano, mafioso, ultraderechista, o lo que sea: abundan en este campo los epítetos y los insultos como argumentos de esa “batalla de ideas” que ustedes gustan pelear sin adversarios; pero recuerden siempre que, utilizando el lenguaje de ustedes mismos, no podrán modificar “la realidad objetiva” de más de dos siglos, porque “la práctica es el criterio de la verdad”.

Estados Unidos de América no es el país más libre y más rico de la historia universal por ser el más poderoso, sino al contrario, es el más poderoso y el más rico por ser el más libre, democrático y revolucionario, por haber sido la única verdadera revolución de la era moderna, y por seguirlo siendo todavía doscientos treinta años después después del 4 de Julio de 1776.

*******************

LA DECLARACION DE INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA.
4 DE JULIO DE 1776


Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para gara ntizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derec ho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacers e justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber , derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno La historia del actual Rey de la Gr an Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.

(Aquí los colonos exponen Unos 25 agravios concretos de que acusan al monarca británico. Entre otras cosas... se ha negado a dar su asentimiento a las leyes necesarias para el bien público; [nos ha impuesto] "contribuciones sin nuestro c onsentimiento", etc.)

En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado co n cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.

Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos recordado las circunstancias d e nuestra emigración y radicación aquí. Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitabl emente nuestras relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la justicia y de la consanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad, que establece nuestra separación y considerarlos, como consideramos a las dem 25;s colectividades humanas: enemigos en la guerra, en la paz, amigos.

Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnem ente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serIo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Est ado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o Independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a q ue tienen derecho los Estados independientes.

Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor.

***************

The Declaration of Independence of the Thirteen Colonies
In CONGRESS, July 4, 1776


The unanimous Declaration of the thirteen united States of America


Archivos
Research Dept.
La Nueva Cuba
July 4, 2006


When in the Course of human events, it becomes necessary for one people to dissolve the political bands which have connected them with another, and to assume among the powers of the earth, the separate and equal station to which the Laws of Nature and of Nature's God entitle them, a decent respect to the opinions of mankind requires that they should declare the causes which impel them to the separation.

We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty, and the pursuit of Happiness. That to secure these rights, Governments are instituted among Men, deriving their just powers from the consent of the governed. That whenever any Form of Government becomes destructive of these ends, it is the Right of the People to alter or to abolish it, and to institute new Government, laying its foundation on such principles and organizing its powers in such form, as to them shall seem most likely to effect their Safety and Happiness.

Prudence, indeed, will dictate that Governments long established should not be changed for light and transient causes; and accordingly all experience hath shewn, that mankind are more disposed to suffer, while evils are sufferable, than to right themselves by abolishing the forms to which they are accustomed.

But when a long train of abuses and usurpations, pursuing invariably the same object evinces a design to reduce them under absolute Despotism, it is their right, it is their duty, to throw off such Government, and to provide new Guards for their future security.

Such has been the patient sufferance of these Colonies; and such is now the necessity which constrains them to alter their former Systems of Government. The history of the present King of Great Britain [George III] is a history of repeated injuries and usurpations, all having in direct object the establishment of an absolute Tyranny over these States. To prove this, let Facts be submitted to a candid world.

He has refused his Assent to Laws, the most wholesome and necessary for the public good.

He has forbidden his Governors to pass Laws of immediate and pressing importance, unless suspended in their operation till his Assent should be obtained, and when so suspended, he has utterly neglected to attend to them.

He has refused to pass other Laws for the accommodation of large districts of people, unless those people would relinquish the right of Representation in the Legislature, a right inestimable to them and formidable to tyrants only.

He has called together legislative bodies at places unusual, uncomfortable, and distant from the depository of their public Records, for the sole purpose of fatiguing them into compliance with his measures.

He has dissolved Representative Houses repeatedly, for opposing with manly firmness his invasions on the rights of the people.

He has refused for a long time, after such dissolutions, to cause others to be elected; whereby the Legislative powers, incapable of Annihilation, have returned to the People at large for their exercise; the State remaining in the meantime exposed to all the dangers of invasion from without, and convulsions within.

He has endeavoured to prevent the population of these States; for that purpose obstructing the Laws for Naturalization of Foreigners; refusing to pass others to encourage their migrations hither, and raising the conditions of new Appropriations of Lands.

He has obstructed the Administration of Justice, by refusing his Assent to Laws for establishing Judiciary powers.

He has made Judges dependent on his Will alone, for the tenure of their offices, and the amount and payment of their salaries.

He has erected a multitude of New Offices, and sent hither swarms of Officers to harass our people, and eat out their substance.

He has kept among us, in times of peace, Standing Armies, without the consent of our legislatures.

He has affected to render the Military independent of and superior to the Civil power.

He has combined with others to subject us to a jurisdiction foreign to our constitution and unacknowledged by our laws; giving his Assent to their Acts of pretended Legislation:

For protecting them by a mock Trial from punishment for any Murders which they should commit on the Inhabitants of these States:

For cutting off our Trade with all parts of the world:

For imposing Taxes on us without our Consent:

For depriving us in many cases of the benefits of Trial by Jury:

For transporting us beyond Seas to be tried for pretended offences:

For abolishing the free System of English Laws in a neighbouring Province, establishing therein an Arbitrary government, and enlarging its Boundaries so as to render it at once an example and fit instrument for introducing the same absolute rule into these Colonies:

For taking away our Charters, abolishing our most valuable Laws and altering fundamentally the Forms of our Governments:

For suspending our own Legislatures, and declaring themselves invested with power to legislate for us in all cases whatsoever.

He has abdicated Government here by declaring us out of his Protection and waging War against us.

He has plundered our seas, ravaged our Coasts, burnt our towns, and destroyed the lives of our people.

He is at this time transporting large Armies of foreign Mercenaries to complete the works of death, desolation and tyranny, already begun with circumstances of cruelty and perfidy scarcely paralleled in the most barbarous ages, and totally unworthy the Head of a civilized nation.

He has constrained our fellow Citizens taken Captive on the high Seas to bear Arms against their Country, to become the executioners of their friends and Brethren, or to fall themselves by their Hands.

He has excited domestic insurrections amongst us, and has endeavoured to bring on the inhabitants of our frontiers, the merciless Indian Savages, whose known rule of warfare is an undistinguished destruction of all ages, sexes and conditions.

In every stage of these Oppressions We have Petitioned for Redress in the most humble terms. Our repeated Petitions have been answered only by repeated injury. A Prince, whose character is thus marked by every act which may define a Tyrant, is unfit to be the ruler of a free people.

Nor have We been wanting in attentions to our British brethren.

We have warned them from time to time of attempts by their legislature to extend an unwarrantable jurisdiction over us.

We have reminded them of the circumstances of our emigration and settlement here.

We have appealed to their native justice and magnanimity, and we have conjured them by the ties of our common kindred to disavow these usurpations, which would inevitably interrupt our connections and correspondence.

They too have been deaf to the voice of justice and of consanguinity. We must, therefore, acquiesce in the necessity, which denounces our Separation, and hold them, as we hold the rest of mankind, Enemies in War, in Peace Friends.

We, therefore, the Representatives of the United States of America, in General Congress, Assembled, appealing to the Supreme Judge of the world for the rectitude of our intentions, do, in the Name, and by the authority of the good People of these Colonies, solemnly publish and declare.

That these United Colonies are, and of Right ought to be Free and Independent States; that they are Absolved from all Allegiance to the British Crown,

and that all political connection between them and the State of Great Britain is and ought to be totally dissolved;

and that as Free and Independent States, they have full Power to levy War, conclude Peace, contract Alliances, establish Commerce,

and to do all other Acts and Things which Independent States may of right do.

And for the support of this Declaration, with a firm reliance on the protection of Divine Providence, we mutually pledge to each other our Lives, our Fortunes, and our sacred Honor.

The signers of the Declaration represented the new States as follows:

New Hampshire:
Josiah Bartlett, William Whipple, Matthew Thornton

Massachusetts:
John Hancock, Samual Adams, John Adams, Robert Treat Paine, Elbridge Gerry

Rhode Island:
Stephen Hopkins, William Ellery

Connecticut:
Roger Sherman, Samuel Huntington, William Williams, Oliver Wolcott

New York:
William Floyd, Philip Livingston, Francis Lewis, Lewis Morris

New Jersey:
Richard Stockton, John Witherspoon, Francis Hopkinson, John Hart, Abraham Clark

Pennsylvania:
Robert Morris, Benjamin Rush, Benjamin Franklin, John Morton, George Clymer, James Smith, George Taylor, James Wilson, George Ross

Delaware:
Caesar Rodney, George Read, Thomas McKean
Maryland:
Samuel Chase, William Paca, Thomas Stone, Charles Carroll of Carrollton

Virginia:
George Wythe, Richard Henry Lee, Thomas Jefferson, Benjamin Harrison, Thomas Nelson, Jr., Francis Lightfoot Lee, Carter Braxton

North Carolina:
William Hooper, Joseph Hewes, John Penn

South Carolina:
Edward Rutledge, Thomas Heyward, Jr., Thomas Lynch, Jr., Arthur Middleton

Georgia:
Button Gwinnett, Lyman Hall, George Walton.