lunes, agosto 10, 2009

EL AMOR DE JUANES


El amor de Juanes


Por Jorge Ferrer
| 10/08/2009 1:13


1) El concierto de Juanes en La Habana el próximo 20 de septiembre será un concierto de orden político. Enmarcado en su proyecto «Paz sin fronteras», una iniciativa marcadamente politizada, se trata de un concierto distinto a los de centenares de artistas que han ido a cantar a La Habana en estos años, sean Moncho o Billy Joel, Chico Buarque o Fito Páez, Oscar D`León o Audioslave. De todos ellos se puede decir que con su presencia ayudaron a «normalizar» a Cuba, a presentarla como un país cualquiera. Todos antepusieron su ego a la necesidad de democracia. Bien es cierto también que todos llevaron a los cubanos alegría, efímera, sí, pero alegría al fin y ese aire desde el exterior que siempre alivia a los prisioneros. Les alivia una tarde.

2) La visita de Juanes a la Secretaría de Estado para informar sobre su concierto y discutirlo pone en evidencia la naturaleza política del asunto. Luego, por favor, que nadie discuta que los exiliados cubanos enfoquemos el asunto como uno que nos afecta en tanto suceso de orden político. Que no se diga que mira cómo estos recalcitrantes boicotean al pobre muchacho que sólo quiere ir a cantar. No. Juanes no va sólo a cantar: va a hacer política, no esconde sus intenciones y tampoco tenemos nosotros que esconder nuestra opinión sobre el asunto. Sea la que sea y cada uno con la suya.

3) En su canal en Twitter, Juanes ha manifestado lo que era obvio: como residente en Miami, conoce el drama del exilio cubano. Debe saber también que el exilio cubano es un conglomerado social que ostenta una pluralidad política enorme. Sabe que hay exiliados cubanos de izquierda o de derecha, anarquistas o demócrata-cristianos, liberales o socialistas, etc. Y como no es tonto, sabe también que donde esa pluralidad es imposible, que donde disentir se castiga con la exclusión y la cárcel es en la Cuba a la que va a cantar. No es, pues, ante el exilio plural que hay que abogar por la paz y la reconciliación: es en la Cuba que separa, segrega, estigmatiza y exilia. Técnicamente, por decirlo así, el público elegido es el correcto, como también el lugar.

4) Juanes defiende un mensaje bobalicón, pero que gusta tanto como la mierda a las gallinas. Su tesis consiste en que repartiendo amor se conjurarán los odios que engendran las guerras. El amor desarmará a las FARC; el amor ayudará a levantar el embargo; el amor dará libertad a los cubanos… Otro colombiano, el gran Fernando Vallejo, dijo alguna vez –más o menos- que la única solución para el problema de Colombia era repartir un fusil de asalto a cada colombiano. Pero con Juanes no va lo de que muerto el perro se acabó la rabia. Él quiere curar. Y, oye, bien, qué lindo…

5) Sin embargo, hay un problema con esa alegre prédica del amor como sanación. A saber, que no se puede curar a un enfermo que no sólo no quiere sanar, sino que a diario inocula el odio. Así las FARC, Hugo Chávez, los Castro… Cuando los Juanes predicadores del amor se enfrentan a esos enfermos porfiados suelen cometer un error imperdonable: relativizan los valores. Juanes lo ha hecho al equiparar a las FARC con el gobierno de Colombia. Amenaza con hacerlo en Cuba equiparando a la dictadura y al exilio o los EE.UU. Ojo: cuando los buena gente que son los Juanes actúan de esa guisa lo hacen movidos por la fe en que la relativización ayuda a la causa de la paz, la reconciliación, el amor… En eso se equivocan en forma rotunda. Tan rotunda que uno no puede evitar pensar que actúan de mala fe cuando repiten una y otra vez el mismo esquema fallido. Y vergonzante.

6) Que Juanes cante en La Habana o deje de hacerlo tiene la misma importancia para el avance de la democracia en Cuba que la manera en que digiero el tamalito que me comí hace un par de horas. Es decir, ninguna. Luego, si no hacemos aspavientos porque se nos muevan las tripas, digo yo que tampoco vale la pena que los hagamos porque nos las revuelvan.

De contra:

7) El pasado 21 de noviembre, tuve ocasión de asistir en el Miami Airlines Arena al concierto por el 25 aniversario de la Spanish Broadcasting System. Un concierto soberbio que sirvió para homenajear a su fundador, el exiliado cubano Pablo Raúl Alarcón, entonces recién fallecido.

Entre los invitados a ese concierto magnífico estuvieron Carlos Vives y Luis Fonsi, dos nombres que he visto manejar como posibles invitados de Juanes a La Habana. En ese concierto en Miami los dos se deshicieron en elogios a Pablo Raúl Alarcón, a ese exiliado cubano que les había abierto las puertas del mercado americano. Me gustaría que si van a La Habana a ayudar a Juanes a cargar sus paletadas de amor, recuerden ante los cubanos a ese otro cubano al que deben buena parte de su carrera. Será un servicio tremendo a los amorosos propósitos del concierto. Como se suele decir, esperaré sentado.

La fotografía del pasaporte de Juanes es cortesía de El País.

Publicado en: El Tono de la Voz