martes, septiembre 22, 2009

FALTA GRAVE NO IR A RENDIRLE TRIBUTO AL CADÁVER DE JUAN ALMEIDA BOSQUE

FALTA GRAVE

Jorge Olivera Castillo – Sindical Press

21 de septiembre de 2009

La Habana – www.PayoLibre.com – La pequeña paleta se hundió dentro del tanque repleto de arroz. Unos segundos antes el dependiente me había susurrado algo inaudible. Esperé a que terminara de introducir dentro de una de mis bolsas de nylon las seis libras per cápita más una adicional, del referido alimento, que el estado entrega como parte de la cuota racionada mensual.

—No te entendí —le dije.

Por respuesta obtuve otra enmarañada expresión precedida de un suspiro que denotaba pesar.

—Dame para echarte el azúcar.

Le entregué los dos envases para las modestas porciones de azúcar cruda y refinada.
No sabía si insistirle en mi falta de comprensión en torno a su fraseología, pero finalmente la curiosidad se impuso. Quería descubrir el misterio. Ser testigo de su evidente disgusto.

—¿Qué me dijiste? Estaba entretenido y no pude oír nada —con esa finta pretendía ganarme la confianza, acceder a tan siquiera un resquicio de los sucesos que atormentaban o habían atormentado a aquel hombre de tez negra con la frente bañada en sudor y realizando su trabajo con total desgano.

Esta vez sus ojos se abrieron con una petición inobjetable: silencio. A mí alrededor se encontraban cuatro personas a la espera de su turno para realizar las compras correspondientes.

A partir de esto, pinté en mi imaginación varios escenarios. Todos sombreados con los colores de la gravedad.

—Trajiste el pomo para el aceite.

—No, se me olvidó. Mañana lo compro —le contesté automáticamente mientras revolvía las neuronas en busca de una aproximación a las raíces de sus tormentos.

—Vas a llevar los fósforos —me preguntó en el momento de depositar sobre el mostrador el puñado de frijoles colorados dentro de la arrugada bolsa.

Las dos cajetillas rodaron encima de la plataforma de madera. Acto seguido las coloqué encima de las siete libras de arroz apretujadas dentro de bolsa de nylon.

—¿Vino el jabón? —indagué por pura rutina.

—No. Ah, se me había olvidado la pasta de dientes — el aviso sobre la existencia de este producto pasó casi inadvertido por mi mente. Aún permanecía atado a mis cavilaciones con el fin de adivinar el calvario del dependiente.

Miré el pequeño tubo de pasta dentífrica pensando en su proverbial mala calidad y la falta de correspondencia entre la exigua entrega y la imposibilidad de cubrir la higiene dental durante el mes.

Al concluir la venta, el empleado del comercio estatal, comenzó a sacar las cuentas. Pagué con un billete de veinte pesos. Junto con el vuelto recibí los pormenores de las tribulaciones del bodeguero.

Con discreción, desde el borde de la oreja derecha, sus palabras comenzaron a deslizarse hacia el tímpano.

—Estoy en tremendo lío por no ir a rendirle tributo a Almeida. Posiblemente me expulsen del trabajo.

El atribulado me hacía alusión a su ausencia a las actividades programas para homenajear al comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, fallecido hace pocos días a los 82 años de edad a causa de un paro cardio-respiratorio.

Al recoger la libreta de racionamiento, traté de animarlo sin mucho éxito. Su cara seguía siendo un auténtico retrato del descalabro.

oliverajorge75@yahoo.com