CUBA Y EL El SOTRAL: Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad
Tristemente son verdades tan grandes como El Capitolio habanero.
Por Juan Carlos Reyes Ocaña
26 de octubre de 2009
Holguín, Cuba – www.PayoLibre.com – Emigrar es un derecho que tenemos todos los seres humanos. Máxime, cuando se vive en un país con un sistema totalitario y represivo. Lo que no puedo entender es por qué personas que fueron reprimidas, acosadas y perseguidas debido a sus ideas prodemocráticas, llegan al exilio y se desentienden de la causa. Tal parece que para algunos el exilio es el final de su lucha, cuando debía ser el principio.
Anualmente cientos de cubanos ingresan a Estados Unidos mediante el programa de refugiados. Son individuos que sufrieron la represión del régimen de La Habana. Al llegar, el gobierno de aquel país les brinda ayuda económica. Sólo tener la oportunidad de decidir libremente lo que es mejor par sí y su familia, creo, es bastante.
A pesar de estos beneficios y la paz espiritual que se respira en extramuros, muchos cubanos son atacados por un síndrome que, aunque tiene cura, cada día tiende ha incrementarse.
Este síndrome, que ya es llamado de varias formas, decido bautizarlo como el “SOTRAL”, es decir, el Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad.
El SOTRAL se presenta de diferentes maneras y no todos presentan el mismo cuadro clínico, pudiéramos clasificarlos por grupos:
1) Prometedor Amnésico: Este promete a sus hermanos de lucha, días antes de marcharse, ayuda de todo tipo, y les pide que confíen en él. Incluso dice que tratará de reagrupar a todos los ex miembros del partido o movimiento... pero súbitamente, al llegar a su destino, se olvida de todo y todos.
2) El Gorrión: Aquí se encuentran los que acaban con el saldo telefónico de sus parientes los primeros días de exiliados -la nostalgia los mata y llaman sin cesar-, luego de 6 meses desaparecen y jamás sabemos de ellos.
3) Auto-chantajeado: Estos llegan y automáticamente manifiestan: “No quiero saber más nada de política porque después la seguridad del estado no me deja entrar a Cuba”.
4) El Crónico: Este es el peor de todos. Se marcha, nunca sabemos de él, ni siquiera una tarjeta postal, y para colmo, regresa de visita a la isla y no nos conoce.
Alguien podría pensar que me causa placer abordar críticas como estas. Muy por el contrario, lo qué deseo es que mis hermanos, los de allá y los de acá reflexionen sobre este síndrome para así evitar contagios. Sólo les pido que las reflexiones no sean como algunas aparecidas frecuentemente en el periódico Granma. ¡Dios nos libre!
Aviso: Amigo lector. Si cuando leas este trabajo te percatas de que fuiste contagiado por el SOTRAL, la mejor terapia es no olvidarse del porqué tuviste que emigrar, recuerda que en Cuba quedaron tus hermanos en pie de lucha.
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LAS CINCO DE NIC
1. De acuerdo en lo fundamental con el artículo "CUBA Y EL El SOTRAL: Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad". Más de acuerdo en sus aspectos políticos que en los económicos. Si es verdad, como sostiene el autor, que ciertos opositores "llegan al exilio y se desentienden de la causa", ¿qué dejaremos para el ciudadano común y corriente que sale de Cuba? La gran mayoría no clasifica como exiliados. Son apenas emigrantes económicos. Calladitos y autocensurados para poder visitar la Isla, como bien indica el artículo llamándolos 'autochantajeados'.
2. Lo que ya no es tan cierto es que "al llegar, el gobierno de aquel país [EE.UU.] les brinda ayuda económica", a no ser (hasta cierto punto) en los pocos casos de asilo político. La mayoría de los cubanos entran a Estados Unidos acogidos a la Ley de Ajuste Cubano, con derecho a Medicaid y una ayuda limitada en alimentos por corto tiempo. A mí me consta. La realidad cruda y dura es que los primeros años el emigrante/exiliado las pasa canutas. Es un proceso doloroso de adaptación en cualquier país adonde se vaya (y yo he sido emigrante en tres países, así que hablo por experiencia personal). A las carencias del que comienza una nueva vida desde cero, se suma el gorrión nostálgico, el idioma, los tropiezos iniciales, etc.
3. En Estados Unidos, por suerte, existe la ventaja de llegar a obtener permiso de trabajo, pero eso es sólo el comienzo. Generalmente se empieza con un salario bajo, con el cual hay que pagar alquiler, hacer frente a una casa, mantener la familia, sufragar los gastos de un carro (gasolina, seguro, mecánico....). La realidad es que el dinero apenas te alcanza. Actualmente, por cierto, hay un altísimo desempleo en la Florida que afecta incluso a muchos que antes estaban muy bien. No son pocos los que han perdido hasta la casa. Los problemas de acá son otros. No hay el hambre espantosa ni la represión asfixiante de la dictadura castrista, cierto, pero existe la tiranía de los ‘bills’. O sea, las facturas.
4. Lo que el autor llama "“SOTRAL”, es decir, el Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad" es lo que antes llamaban 'la cocacola del olvido'. Es verdad que ocurre, pero también es verdad que la mayoría ayuda a sus familiares y amigos en Cuba, incluso sin que nos sobre el dinero.
Debo agregar, aunque me duela, que la gente en Cuba, encima de pedigüeña, se ha vuelto muy exigente. Una antigua vecina, con la cual ni siquiera tenía mucha confianza, me mandó a pedir tres mil dólares ‘prestados’ como quien te pide la hora. Ni que uno fuera dueño de un banco. Habrá dicho, seguramente, que me contagié con el SOTRAL porque ni le contesté. Qué locura.
5. No tengo nada contra los envíos humanitarios a Cuba, pero la dependencia de esa ayuda, en muchas ocasiones suntuaria, creo que retrasa la solución del drama cubano. El Estado parasitario de los Castro, que se ha mantenido con subvenciones extranjeras, ahora tiene como contrapartida un pueblo de pedigüeños* que no sólo piden artículos de consumo sino que exigen marcas y todo. Mientras uno va tirando con ropa barata, un sobrinito le reclama a la tía desde la Isla: “Tía, no me mandes más pulovitos de esos que tienen la K grande”. Parece que para los jóvenes cubanos una camiseta comprada en Key Mart es un apéameuno que no tiene onda ni distinción. Ellos quieren marcas caras. No digo yo si con esos truenos a muchos no les entra el SOTRAL.
No obstante todo lo dicho, los disidentes cubanos que luchan heroicamente, sin empleo ni medios de vida, se merecen todo el apoyo de los que estamos fuera. Siempre, desde luego, bajo el entendido de que no todos somos ricos y que estamos sobreviviendo en medio de una dura recesión.
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*Un obispo cubano, me parece que de las provincias orientales, no hace mucho alertaba sobre esa dependencia con respecto a los familiares de fuera. Quizás Pedro Pablo recuerde el nombre, ¿no?
Saludos, Nic
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LAS CINCO DE NIC
1. De acuerdo en lo fundamental con el artículo "CUBA Y EL El SOTRAL: Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad". Más de acuerdo en sus aspectos políticos que en los económicos. Si es verdad, como sostiene el autor, que ciertos opositores "llegan al exilio y se desentienden de la causa", ¿qué dejaremos para el ciudadano común y corriente que sale de Cuba? La gran mayoría no clasifica como exiliados. Son apenas emigrantes económicos. Calladitos y autocensurados para poder visitar la Isla, como bien indica el artículo llamándolos 'autochantajeados'.
2. Lo que ya no es tan cierto es que "al llegar, el gobierno de aquel país [EE.UU.] les brinda ayuda económica", a no ser (hasta cierto punto) en los pocos casos de asilo político. La mayoría de los cubanos entran a Estados Unidos acogidos a la Ley de Ajuste Cubano, con derecho a Medicaid y una ayuda limitada en alimentos por corto tiempo. A mí me consta. La realidad cruda y dura es que los primeros años el emigrante/exiliado las pasa canutas. Es un proceso doloroso de adaptación en cualquier país adonde se vaya (y yo he sido emigrante en tres países, así que hablo por experiencia personal). A las carencias del que comienza una nueva vida desde cero, se suma el gorrión nostálgico, el idioma, los tropiezos iniciales, etc.
3. En Estados Unidos, por suerte, existe la ventaja de llegar a obtener permiso de trabajo, pero eso es sólo el comienzo. Generalmente se empieza con un salario bajo, con el cual hay que pagar alquiler, hacer frente a una casa, mantener la familia, sufragar los gastos de un carro (gasolina, seguro, mecánico....). La realidad es que el dinero apenas te alcanza. Actualmente, por cierto, hay un altísimo desempleo en la Florida que afecta incluso a muchos que antes estaban muy bien. No son pocos los que han perdido hasta la casa. Los problemas de acá son otros. No hay el hambre espantosa ni la represión asfixiante de la dictadura castrista, cierto, pero existe la tiranía de los ‘bills’. O sea, las facturas.
4. Lo que el autor llama "“SOTRAL”, es decir, el Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad" es lo que antes llamaban 'la cocacola del olvido'. Es verdad que ocurre, pero también es verdad que la mayoría ayuda a sus familiares y amigos en Cuba, incluso sin que nos sobre el dinero.
Debo agregar, aunque me duela, que la gente en Cuba, encima de pedigüeña, se ha vuelto muy exigente. Una antigua vecina, con la cual ni siquiera tenía mucha confianza, me mandó a pedir tres mil dólares ‘prestados’ como quien te pide la hora. Ni que uno fuera dueño de un banco. Habrá dicho, seguramente, que me contagié con el SOTRAL porque ni le contesté. Qué locura.
5. No tengo nada contra los envíos humanitarios a Cuba, pero la dependencia de esa ayuda, en muchas ocasiones suntuaria, creo que retrasa la solución del drama cubano. El Estado parasitario de los Castro, que se ha mantenido con subvenciones extranjeras, ahora tiene como contrapartida un pueblo de pedigüeños* que no sólo piden artículos de consumo sino que exigen marcas y todo. Mientras uno va tirando con ropa barata, un sobrinito le reclama a la tía desde la Isla: “Tía, no me mandes más pulovitos de esos que tienen la K grande”. Parece que para los jóvenes cubanos una camiseta comprada en Key Mart es un apéameuno que no tiene onda ni distinción. Ellos quieren marcas caras. No digo yo si con esos truenos a muchos no les entra el SOTRAL.
No obstante todo lo dicho, los disidentes cubanos que luchan heroicamente, sin empleo ni medios de vida, se merecen todo el apoyo de los que estamos fuera. Siempre, desde luego, bajo el entendido de que no todos somos ricos y que estamos sobreviviendo en medio de una dura recesión.
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*Un obispo cubano, me parece que de las provincias orientales, no hace mucho alertaba sobre esa dependencia con respecto a los familiares de fuera. Quizás Pedro Pablo recuerde el nombre, ¿no?
Saludos, Nic
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