sábado, noviembre 21, 2009

CUBA: NEUTRALIZAR A LA ENVIDIA

NEUTRALIZAR A LA ENVIDIA




Por Guillermo Fariñas
Periodista independiente.
cocofari62@yahoo.es


La Chirusa, Santa Clara, noviembre 19 del 2009 (PD) Muchos observadores extranjeros conjeturan como el gobierno castrista ha podido mantenerse en el poder a pesar del alto grado de insatisfacción que se palpa a cada paso entre los ciudadanos de a pie, quienes realizan constantes críticas al estado de cosas en el país.

Es por todos sabidos que dos factores juegan un papel esencial en esta retención de las frustraciones de los cubanos. El primero de estos es el sofisticado aparato punitivo con que cuenta el régimen totalitario. El segundo es la manipulación ideológica que padecen los pobladores de la isla.

Varios son los científicos sociales que aseguran que el manejo de un sentimiento tan controvertido como la envidia, juega un rol fundamental en todo este entramado socio-político. Según el Real Diccionario de la Lengua Española, el concepto de Envidia es: “Tristeza o pesar por el bien ajeno”, “Emulación, deseo de algo que no se posee”.

Con la situación de pobreza material y espiritual en que están inmersos los cubanos, es algo natural que este sentimiento de rencor aparezca en sus almas, pues son pocos los compatriotas que en estas circunstancias obtienen solvencia económica en medio del caos social. Esos pocos tienen sobre sus espaldas los ojos vigilantes de sus vecinos o compañeros de trabajo y estudio. Las personas más cercanas en la cotidiana convivencia, a la vez son capaces de escrutar bien de cerca el nivel de abundancia o estrechez del prójimo.

En Cuba, afloran actitudes envidiosas que en otras latitudes del planeta serían consideradas ridículas. Aquí se envidia desde un par de zapatillas de marca hasta que la hija del conocido ejerza el jineterismo, debido a que la las prostitutas son sujetos sociales con un alto grado de poder financiero.

Esto es perfectamente conocido por los mecanismos represivos del sistema castrista, los cuales pescan en río revuelto, como única manera de mantener el status quo político. Los represores de oficio solo aplican la vieja máxima del Imperio Romano, que reza: “Divide y vencerás”.

Para eso encargan a los envidiosos que sean los delatores de sus prójimos con una economía personal más desenvuelta. A la vez, que informan a los envidiados y delatados de un modo indirecto, de la existencia de las confidencias de sus supuestos “amigos” o “compañeros”, según sea el caso. El objetivo es crear un rencor interpersonal entre los involucrados, para que se concentren en odiarse y hacerse daño mutuamente, cuestión que trae como consecuencia, que no exijan a los gobernantes respecto a las carestías e insuficiencias de todo tipo que tiene la sociedad nacional.

Esta es una planificada maniobra de manipulación social del aparato de control político desde hace varias décadas. Un recurso supremo para que no surja un sentimiento de unidad entre los cubanos avasallados, siquiera una precaria cohesión para protestar ante la nomenclatura fidelista.

Podrán hacerse constantes críticas contra los que detentan el poder político, pero mientras como masa de sujetos sociales no se unan, no obtendrán el necesario respeto por parte de los dirigentes comunistas. Para conseguirlo, primero hay que neutralizar a la envidia.