CUBA: LAS DAMAS DE BLANCO Y EL VALOR DE UNA DAMA
Tomado de http://www.elnuevoherald.com
El valor de una dama
Por Mercedes Soler
Se las llevaron por la fuerza. Una treintena de ellas. Porque se tendieron sobre el suelo en forma de protesta cuando les cerraron el paso en su pacífica manifestación. Les aplicaron llaves de judo al cuello para dominarlas. Las violentaron, vejaron y manosearon como si fueran delincuentes. Les fracturaron huesos y propinaron golpes tratándolas como subversivas. Eran todo lo contrario. Ellas son damas.
Las imágenes que emergieron de la confrontación esta semana entre las Damas de Blanco y el acto de repudio organizado por el gobierno de los hermanos Castro son, bajo cualquier estándar, grotescas. Alrededor de 300 oficialistas entre los que, estratégicamente, prevalecían las mujeres, les salieron al paso a las Damas. La proporción era de unos 100 agentes del gobierno por cada manifestante. Abusivo. Un ensañamiento brutal. La turba de mujeres envalentonadas, intimidantes, escudadas tras la licencia para delinquir que les otorga un gobierno tiránico, arremetió salvajemente contra víctimas asoladas. Como si tal comportamiento de circo romano, en el que a propósito hubo gladiadoras femeninas, fuese normal, aceptable, en un mundo que hoy valora el derecho a la libertad de expresión. ¡Trágico! También esas cancerberas serían esposas, hijas, madres y tías e igualmente tendrían que entender el sufrimiento de aquéllas a las que sometían. Aunque simplemente fuese en términos generales, mejor deberían comprender la traumática condición de ser mujer en Cuba. No les importó.
Claramente, estas bribonas habrían sufrido una lobotomía. Un lavado de cerebro. Un desdoblamiento de la realidad que no les permite a ellas mismas internalizar la incongruencia de su guapería con su propia situación esclavizante. Aceptar que su falta de compasión las convierte en animales, incapaces de discernir entre el bien y el mal, sería un razonamiento demasiado simplista. No obstante, de no autodenominarse ``civiles'' tendrían que admitirse sádicas, corrompidas, prostituidas. Jamás damas, y mucho menos esposas, hijas, madres y tías en el sentido justo de la palabra.
¿Qué tipo de gobierno civilizado arroja a mujer contra mujer, como si fuesen gallos de pelea, pitbulls, en una macabra batalla por la sobrevivencia? ¿Qué nivel de degradación sufre un aparato represivo que convence a una mujer a agredir a otra? ¿Qué grado de necesidad profunda soporta la agresora para acceder y la torturada para resistir? Estos no son planteamientos retóricos para archivar en libros académicos, son las preguntas que el mundo debe hacerse ante la encrucijada que vive el pueblo cubano en estos momentos.
Las valientes Damas de Blanco, empuñando un gladiolo --símbolo de paz-- como única arma, demandan la libertad y mejores condiciones de presidio para sus esposos, hijos, padres y tíos. Ellos son los 75 prisioneros de conciencia de la llamada Primavera Negra, 53 de los cuales sufren ya 7 años de penitencia, sepultados en vida bajo cargos arbitrarios a los que continúan sumándoles condenas.
Por exigir mejor tratamiento carcelario y cuidados médicos para ese grupo de disidentes es que uno de sus miembros, Orlando Zapata, de 41 años de edad, se inmoló el mes pasado después de 83 días de una horripilante huelga de hambre. En solidaridad con ese mártir es que otros han tomado la misma actitud, incluyendo al periodista y psicólogo Guillermo Fariñas, quien continúa hoy también en huelga de hambre.
En respuesta, estas esposas e hijas, madres y tías, que aman a sus hombres; que intercedieron por ellos de manera pacífica reclamando ante la Unión de Periodistas de Cuba y alzando sus plegarias en las iglesias locales, son crucificadas, echadas a la hoguera, linchadas emocionalmente. ¡Muy valiosas deben ser! Extremadamente peligrosa su osadía, petición y postura, para un régimen que por todos los medios oprime, controla y acalla.
La resistencia pacífica es un método de protesta noble. Próceres como Mahatma Gandhi y el Dr. Martin Luther King la utilizaron para volcar la atención mundial sobre abusos infrahumanos contra grupos desprotegidos. La disidencia cubana ha retomado esa antorcha. Poco a poco está avivando su llama. El compromiso con su autosacrificio es íntegro, ``hasta las últimas consecuencias''. Mientras más intenten apagar el fuego que hoy arde en su conciencia, más lejos se regará la llamarada. Ese es el gran temor del gobierno cubano: que la chispa está en el aire.
mercedesenelnuevo@gmail.com
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