EL BINOMIO DIABÓLICO: Raúl Castro Ruz y Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alaminos
EL BINOMIO DIABÓLICO
Por Alfredo M. Cepero .
“Ver en calma un crimen es cometerlo”. José Martí
La noticia que ha acaparado los titulares internacionales en los últimos días ha sido el encuentro en La Habana entre Raúl Castro y Jaime Ortega, ostensiblemente con el objeto de mejorar las brutales condiciones en que el régimen comunista mantiene encarcelados a centenares de presos políticos cubanos. Estos dos sujetos—desprestigiados por su conducta inmoral y despreciados por la inmensa mayoría del pueblo cubano—unen fuerzas para preservar sus poderes y privilegios. Sin dudas se les podría aplicar la frase sarcástica de Napoleón de: “El vicio apoyándose en la maldad”, al contemplar a Talleyrand siendo ayudado a caminar por José Fouché. Raúl sabe que la revolución está muerta pero no se atreve a enterrarla sin permiso del ogro mayor. Jaime se apresura a ocupar el papel protagónico que tanto le agrada y se ofrece a realizar el milagro de una resurrección en la que solo creen las mentes obsesas por preservar el poder. El problema para ambos es que ni la revolución es Lázaro ni Jaime es el santo e iluminado rabino de Judea.
Aunque el espacio de un artículo nos obliga a la síntesis, consideramos de suma importancia pasar revista a las relaciones Iglesia-gobierno en estos cincuenta y un años de tiranía. Tan temprano como 1959 el régimen promulgó la llamada Ley 11 contra los estudiantes de planteles católicos. Pero la arremetida del apostata contra la iglesia en la que fue educado se produjo a raíz de la invasión de Girón en abril de 1961. En ese momento las iglesias fueron saqueadas, el Cardenal Manuel Arteaga se vio obligado a buscar asilo en la Embajada Argentina y centenares de sacerdotes y religiosos fueron vejados, encarcelados y hasta amenazados con el fusilamiento.
( Raúl Castro, Monseñor Dionisio, Obispo de la Diócesis de Santiago de Cuba y Presidente de la Conferencia de Obispo Católicos de Cuba, y el Cardenal Jaime L. Ortega, Arzobispo de La Habana )
En septiembre de ese año, el venerable obispo Eduardo Boza Masvidal fue expulsado de Cuba junto a otros 131 sacerdotes con destino a España. Cuatro meses antes, el 25 de mayo, 110 Hermanos de la Salle habían sido despojados de los colegios que habían fundado en mas de medio siglo y expulsados con destino a Miami. Al día siguiente, en el curso de una misa en su honor celebrada en la Iglesia de Gesu, el sacerdote oficiante les dijo: “Hermanos, habéis sido perseguidos por los enemigos de Cristo, sois, pues los elegidos del Señor”. El saldo trágico y doloroso al concluir 1961 fue de 350 escuelas católicas expropiadas y 3,400 sacerdotes y monjas, en su mayoría cubanos, expulsados de nuestra patria.
En tiempos tan recientes como abril del 2007, las presiones del gobierno y la debilidad de la jerarquía católica condujeron al cierre de la Revista Vitral, una voz de orientación y esperanza dirigida con valentía y sabiduría por Dagoberto Valdés . En diciembre del mismo año la jauría castrista derribó a patadas las puertas de la Iglesia de Santa Teresita de Jesús en Santiago de Cuba para agredir salvajemente a 20 opositores que habían buscado refugio en el recinto religioso. Asimismo, en las últimas semanas hemos visto golpear y arrastrar a mujeres indefensas que armadas de gladiolos pedían libertad para sus familiares encarcelados.
Pero el hecho más repulsivo—según nos cuenta en su libro el Embajador Armando Valladares—fue el desalojo en diciembre de 1980 de los hermanos Ciprian, Ventura y Eugenio García Marín, quienes se habían refugiado en la Nunciatura del Vaticano en La Habana. Los tres fueron extraídos de la Nunciatura con engaño y fusilados no solo ante la indiferencia sino con la complicidad de un Vaticano que optaba por defender intereses materiales antes que proteger a sus ovejas más vulnerables.
Por su parte, la jerarquía católica cubana, definitivamente siguiendo instrucciones de la curia romana, optó no solo por poner la otra mejilla sino por hincarse de rodillas ante los diabólicos hermanos Castro. Así fue como durante la década de 1970 los miembros de la Juventud Católica Cubana fueron estimulados a participar en labores agrícolas del gobierno. Como en 1998, Juan Pablo Segundo hizo una visita a La Habana donde obtuvo mínimas concesiones por parte del régimen y el gran ganador fue el desprestigiado Fidel Castro. Como en Agosto del 2006, con motivo de la enfermedad del dinosaurio en jefe, la conferencia de Obispos Católicos de Cuba pedía oraciones para que “Dios acompañe en su enfermedad al Presidente Fidel Castro.”
Dentro de la misma bochornosa adulación, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, indigno descendiente del Padre de la Patria, manifestaba: “Para Fidel Castro, sus principios cristianos siempre han sido una inspiración en su lucha por la justicia social”. Y como para que no quede duda alguna de la mano de la Santa Sede en todo este tenebroso andamiaje, el Secretario de Estado del Vaticano, Tarsicio Bertone, visitó La Habana en febrero del 2008. El ostentoso Cardenal no se reunió con la oposición pero tuvo tiempo para comparecer ante una conferencia de prensa con Felipe Pérez Roque para pedir el levantamiento del “bloqueo”, palabra clave de la tiranía para referirse al embargo a Cuba.
( Caricatura de Pong donde aparecen Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal y el Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alaminos cuando la brutal represión a las Damas de Blanco y Damas de Apoyo tras el asesinato de Orlando Zapata, el cual las autoridades carcelarias no le permitieron tomar agua durante 18 días en su última huelga de hambre en la que pedía que cesaran las golpizas a él y a los demás presos y que lo trataran como un preso político; caricatura, foto y comentario añadidos por este bloguista )
Sin embargo, dentro de toda ignominia se levanta con frecuencia alguna voz redentora. En este caso, una especie de moderno Juan el Bautista que levantó su voz en el desierto de hipocresía y corrupción que ha predominado por años en ambos bandos del debate. Fue la voz del digno Arzobispo de Santiago de Cuba, Pedro Meurice, cuya palabra elocuente y valiente saludó al papa Juan Pablo Segundo durante su visita a Cuba en 1998. Y quién en el curso del Encuentro Nacional Eclesial Cubano, en 1985, mostró su frustración diciendo: “Nos consideraban una iglesia de mártires y ahora algunos dicen que somos una iglesia de traidores”.
Esa es la misma jerarquía católica que ahora responde solícita al llamado de urgencia de Raúl, neutraliza y desvirtúa la labor de la vibrante oposición interna, apuntala al régimen tambaleante y prolonga la agonía del pueblo de Cuba. Jaime está listo para el servicio y convoca una conferencia de prensa donde califica la reunión de “distinta y novedosa, en el sentido muy positivo” y agregó que se habló de resolver “viejos agravios”. ¡Qué descarado es este loro oportunista y parlanchín! ¿Se atrevería Jaime a pedirle a Margarita Marín, a Clara Abrahante o a Reina Tamayo que le perdonaran a Raúl los “agravios” de haberles asesinado a sus hijos los hermanos García Marín, Pedro Luís Boitel u Orlando Zapata?
No en balde la oposición interna desconfía de la sinceridad de Raúl, de la honradez de Jaime y de la eficacia de esta gestión. Con moderación pero con firmeza numerosos opositores han manifestado sus dudas. Laura Pollán me dijo ayer por teléfono: “Contemplo estas conversaciones con una dosis considerable de escepticismo y, como Santo Tomás, tendré que ver para creer”. Elizardo Sánchez declaró a un periodista del Miami Herald: “No oculto mi escepticismo ante las acciones de un gobierno que lleva décadas emitiendo falsas señales”. Pero, como era de esperar, la mas contundente declaración fue la Guillermo Fariñas, quién declaró al ABC de Madrid: “La Iglesia está siendo utilizada por el gobierno cubano”.
Pasada revista a nuestro pasado tenebroso y a un nuestro presente precario nos compete ahora prepararnos para el futuro. Un futuro de paz perdurable y prosperidad sostenida que solo será realidad en una Cuba donde predomine la justicia en la mas amplia acepción del vocablo. Una justicia que tiene que ser aplicada tanto a culpables por acción como Raúl Castro como a culpables por complicidad, o al menos por omisión, como Jaime Ortega. La Iglesia Cubana tiene que aceptar responsabilidades, purgar sus pecados y hacer reparaciones. Tal como hizo la Iglesia Polaca con los 39 sacerdotes que colaboraron con los cuerpos represivos del régimen comunista.
Para concluir, a quienes intenten rebatir mis argumentos impugnando mi integridad de carácter o la comodidad de mi exilio les voy a contestar por adelantado. Les digo que ese “perro” ya me mordió en 1959 cuando los opositores al nuevo régimen fueron amedrentados y amordazados con el argumento de que carecían de méritos revolucionarios ganados como “tira tiros” y “pone bombas”. Estoy convencido de que ese silencio forzado fue el caldo de cultivo que facilitó el crecimiento del cáncer castro-comunista. Y eso no puede repetirse jamás.
Por lo tanto, después de medio siglo de silencio cobarde y suicida los cubanos de todos los credos, de todos los géneros, de todos los colores y de todas las ubicaciones geográficas tenemos no solo el derecho sino el deber de opinar sobre nuestros asuntos nacionales. El derecho y el deber de exigirle cuentas a nuestros gobernantes y de sustituirlos cuando no respondan a nuestras necesidades y aspiraciones. El derecho y el deber de ser guardianes de nuestra soberanía nacional. Una soberanía que no pertenece a ninguna iglesia, a ninguna institución, a ningún partido, ni a ningún gobierno sino al pueblo de Cuba.
Miami, Florida, 5-26-10.
2 Comments:
"A enemigo que huye puente de plata" u su contrario : recibe el regalito, por el beneficio de los interesados, aunque sea un regalo envenenado.
Pero eso no obsta para quejarme de la sonrisa beratífica que dedica Ortega al esbirro. Indecente esa sonrisa, una sonrisa para no olvidar.Qué bien aprendió de lo que le pasó a Monseñor Arnulfo Romero, al que reventaron porque lo mismo criticaba a los terratenientes que a los asesinos aue había dentro de la guerrilla.
¿Binomio?
Estimado Cepero:
Admiro su valentía y su amor por la patria, me parece que acierta en algunas apreciaciones pero me permito cuestionar otras.
Acierta en que después de una dictadura tan larga y severa la Iglesia va a tener que revisar en qué actuó como debía y en qué falló. Este tipo proceso tuvo lugar no sólo en Polonia, sino también en Francia después de la caída de los Nazis.
A Mons. Carlos Manuel de Céspedes habría que invitarlo a un debate público en una Cuba democrática para que respondiera por una afirmación que deja a cualquier cristiano perplejo. Creo se le debe “pedir cuentas” por semejante afirmación.
Llegado el momento habría que pedirle a la Santa Sede que aclare lo sucedido en la Nunciatura en 1.980 en el caso que Ud. menciona. Hay que escuchar a las dos partes antes de emitir un juicio, pero si allí se cometió una injusticia –como parece ser el caso- la diplomacia vaticana debe reconocerlo y tratar de reparar el daño, aunque no sé cómo podría hacerse en un caso tan trágico.
En términos más generales me parece que la diplomacia vaticana ha caído en la trampa en que cayeron muchos, a quienes “le emborracharon la perdiz” con el tema de la supuesta “justicia” en la defensa de los pobres. Orlando Zapata, las Damas de Blanco, y los “bloggeros” han venido desarmando esa trampa, y Guillermo Fariñas y otros tratan de que no se vuelva a montar.
Ahora mis cuestionamientos: Acabo de entrar a la Revista Vitral, edición de marzo-abril del 2010. No parece que la hayan cerrado. Dagoberto Valdés sigue con su valioso trabajo en la revista Convivencia con el apoyo de sectores de la Iglesia, entre otros, si bien no del obispo de Pinar de Río; peor para el Sr. Obispo.
Entiendo que a Ud. le moleste que recen por Fidel Castro, pero estrictamente es un mandato del Evangelio rezar por los enemigos y por aquellos que nos hacen el mal (Evangelio de San Mateo, capítulo 5, versículo 43).
Ud. dice que el Vaticano optó por defender sus intereses materiales ¿Cuáles? Ud. mismo indica las pérdidas que ya habían sufrido para el año ´80 significaron prácticamente todo. Ud. dice que el gran ganador de la visita de Juan Pablo II fue Fidel Castro; no me consta, es debatible.
Tarsicio Bertone habló contra el embargo, o bloqueo según lo llama el régimen; entiendo que le moleste, pero eso lo hace mucha gente, incluso anticastristas en Miami y gente de oposición en Cuba. Antes de abordar el avión en su salida se refirió a su preocupación por los presos y sus familias. Siempre la cuestión de si el vaso está medio lleno o medio vacío.
Ud. llama al Cardenal Ortega “descarado” y “loro oportunista y parlanchín” por hablar de resolver viejos agravios. No sé a qué se refería el Cardenal y qué pudo haber entendido Raúl Castro por eso, pero independientemente de los defectos o virtudes del Cardenal Ortega, el Padre Nuestro dice: “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Si el Cardenal dijera lo contrario entonces sí que sin duda sería un loro oportunista y parlanchín.
Que la jerarquía católica neutralice o desvirtúe la acción de la oposición interna es algo muy debatible. La oposición se ha mostrado cautelosa, y con razón, pero la iniciativa sigue en manos de la oposición, y el gobierno se ha visto obligado a llamar a alguien a mediar cuando antes no lo hacía, porque para ellos no había razón para mediación en nada. Objetivamente el panorama está cambiando; la Iglesia no puede dirigir el cambio, pero ¿puede ayudar? Ojalá que sí, aunque “ver para creer” como dice Laura Pollán.
Por último creo que si bien la Iglesia tiene que revisarse, “el exilio” también debe hacerlo, y el primer punto debería ser sobre el respeto mutuo dentro de las inevitables diferencias.
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