sábado, junio 05, 2010

EN CUBA ALGÚN DÍA RETOMAREMOS EL 20 DE MAYO

Tomado de http://www.nuevoaccion.com



ALGÚN DÍA RETOMAREMOS EL 20 DE MAYO


Por Héctor Julio Cedeño Negrín
( desde cuba )
6-4-10

Me relataba mi Madre, que para el 20 de mayo de 1953, había expuesta en mi natal y siempre entrañable, Banes, una muy bella y lujosa canastilla infantil, que le sería entregada a la primera mujer que diera a luz, en ese memorable día de la República. Para aquella época, donde mordía la pobreza en muchos hogares cubanos (a muchos los sigue mordiendo hoy en día, con grande y mayor fiereza), era una dicha ganarse una tal canastilla, donde no faltaba nada de lo necesario para el nacimiento y el primer año de vida de un niño, incluso alguien me expone, que se entregaba asimismo, algún dinero en efectivo o en un cheque, en estos actos cívicos, además de los regalos que proporcionaban, otras instituciones de la Sociedad Civil.

Fulgencio Batista y Zaldivar, el hijo bastardo de Belisario, como se nombraba su Padre, la ofrecía. Buscaba el golpista del 10 de marzo, simpatías entre los banenses y el resto de los cubanos en general, dada las condenas vertidas, por su proceder. Y allí en su pueblo natal, el dictador tenía muchos simpatizantes y amigos (entre ellos mi Abuelo materno, Marcelino Negrín Luque, que se crió junto con el, mataperreando por sus calles), ciertamente Batista, hizo mucho por aquel pueblo, tanto, que lo convirtió en una bella ciudad, junto con los norteamericanos que allí se establecieron, muy vistosa y próspera, llena de jardines, comercios, y anuncios, calles fundidas en hormigón o asfaltadas de modo impecable, con sus redes del acueducto y alcantarillado y un formidable sistema colector de las aguas pluviales, donde jugábamos negligentemente los niños, internándonos en sus grandes tuberías subterráneas, a modo de laberintos, además de una potente planta eléctrica que iluminaba toda la villa, propiedad de un Señor de apellido Pozo, quien fuera en su época Alcalde de la ciudad.

( Fulgencio Batista cargando a Raúl Modesto Castro Ruz durante una visita a Bánes en la década de los años 30s del siglo XX; La persona con el pañuelo se dice que es el Presidente Federico Laredo Brú )

Lumínicos que identificaban, bares, billares, restaurantes, bodegas, tiendas, almacenes, clubes, sociedades y demás instituciones de la floreciente Sociedad Civil banense, Logias, Congregaciones Religiosas de diversas denominaciones y credos, fraternidades, etc. Hospitales, dispensarios infantiles, bellos colegios públicos y privados, religiosos y corporativos, consultorios privados, fábricas diversas, expendios de combustibles. El palacio municipal sede de la alcaldía y del parlamento municipal, ocupado por sus concejales. Automóviles modernos, camiones para el transporte diverso de mercancías, rutas de ómnibus locales. Muchas de sus casas fabricadas de mampostería, otras construidas con maderas preciosas, que se pintaban y renovaban todos los años y sus paseos sembrados de árboles, que recortaban de forma artísticas jardineros coreanos, al igual que sus parques, daban la apariencia de estar en el paraíso. Una verdadera ciudad moderna de provincia, dotada de completa autonomía, con su presupuesto municipal, para encarar las necesidades locales.

Hoy en día abandonada a su suerte, muy triste, relegada a pueblo fantasma y polvoriento, por la feroz e infamante dictadura, del otro Castro, que solo utilizó a Banes, para celebrar su casamiento y el nacimiento de su hijo. Hoy Banes, no tiene ni de que vivir y hasta el central Boston, antes floreciente y exportador de crudo, ha sido desmantelado. Su bella playa, llamada Guardalavaca, es hoy, propiedad de Holguín y su costa norte, colmada de playas naturales, de finas arenas blancas y baja profundidad, se encuentra abandonada y sin desarrollar. La bahía de Banes está sucia y llena de cieno, ni barcos, ni siquiera botes, navegan por allí, ya no tiene ni muelles de atraque. Su agricultura, antes prospera y rentable, es prácticamente inexistente hoy, y me recuerda lastimero, al Macondo decrépito, de Gabriel García Márquez, condenado a cien años de soledad.

Aquel 1953, ‘Centenario de Apóstol’, la conmemoración del 20 de mayo, “Día de la República de Cuba”, era doblemente bendecida y se realizó por todo lo alto, con bandas, desfiles y paradas militares. Mi Madre, estaba embarazada y próxima al parto, la ingresaron, pero no nací hasta el día 21 de mayo. Dice mi Madre que soy tan testarudo, que me negué a nacer aquel día y perdió aquella fastuosa canastilla, colmada de todo lo necesario para una Madre. Éramos pobrísimos y haber ganado aquel regalo, tal vez le hubiera conferido notoriedad a mi familia. Mi Abuelo era fogonero en las locomotoras de vapor, de la Compañía americana, la United Fruit Sugar Company y mi Padre trabajaba en uno de los molinos del Central Boston, vi la luz en el hospital de la Compañía, con el derecho al seguro médico, que poseía mi Abuelo.

Hoy esperamos por el derrocamiento de la dictadura castrista, para retomar el 20 de mayo como el venerable día, en que se instituyó la República de Cuba, en el año 1902. El desgobierno cubano utiliza el nombre de República, pero falsea su significado y origen y no aplica el precepto, porque el sistema republicano es un concepto completamente liberal, donde se establecen por ley, los tres poderes del Estado, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, que deben ser completamente independientes los unos de los otros y no deben estar controlados por un dictador, como si lo están en la Cuba de hoy.

En tiempos de la dictadura de Fulgencio Batista, esa denominación, a pesar de su precariedad, si tenía validez, porque Batista nunca pudo controlar, los Poderes Legislativos y Judicial, estos siempre conservaron su independencia, eran respondones y se le enfrentaban. En un libro escrito por el Coronel de la Policía Nacional, Esteban Venturas Novo, que leí recientemente, este se quejaba de cómo los Jueces ponían en libertad a muchos terroristas de Fidel Castro, que él había logrado capturar, cuando realizaban diversos actos ilícitos, alegaban los juristas que no existían las pruebas suficientes, para encarcelarlos, actuando en contra de los deseos y los intereses de Fulgencio Batista y hasta le aplicaban el famoso ‘Habeas Corpus’, para que fueran presentados públicamente los detenidos y extraerlos así de las Estaciones de Policía y de otros Centros de Investigación y detención, este canon jurídico, estrictamente respetado durante el batistato, es de impensable aplicación con la actual tiranía, castro-comunista, donde son pisoteados todos los derechos y las libertades de los ciudadanos, los Jueces son simples perros falderos, del tirano Castro. Los “Legisladores”, llamados diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, son sus lamebotas predilectos e incondicionales y no poseen independencia, ni autonomía, ni resolución propias.

En la actualidad castrista, utilizar la denominación de República, es simplemente una farsa bochornosa. Ellos en algún momento pretendieron nombrar, a esta aberración política y jurídica, República Socialista de Cuba, pero lo repensaron y abandonaron la idea, porque sin lugar a dudas tendría serias implicaciones legales a nivel internacional. Al final y como ha ocurrido en la Europa pos-comunista y en otras regiones, al desmantelarse las dictaduras marxistas, todo volverá a ser, como era antes, se restituirá la lógica economía de mercado y se repondrán los derechos y las libertades, hoy pisoteadas por la opresión e incluso se retomarán las antiguas costumbres y tradiciones culturales, abolidas absurdamente por los nefastos gobernantes y los nombres y denominaciones usuales, porque la memoria de la sociedad no puede ser, ni borrada ni alterada, por un dictador deleznable y su abyecta tiranía, por despiadada que esta sea.

La pretensión de Fidel Castro de ser inmortalizado, como el Prócer de la Patria, que él, tanto mancilló y aun avasalla, es pura falacia. El pueblo cubano le recordará, como el asesino de la República y de sus ciudadanos, pero por fin esta República, podrá resucitar como el Ave Fénix, de sus cenizas, con la muerte y la desaparición de sus tiranos e infamadores, gracia a Dios, por ambos gozos.