La filosofía política del Arzobispado de La Habana
Tomado de http://eichikawa.com
La filosofía política del Arzobispado de La Habana
Por Emilio Ichikawa
Hablar de religiosidad en Cuba es algo más que hablar de sus instituciones. Hacerlo sobre la Iglesia cubana es más que hablar de la Iglesia Católica. Y hablar de esta rebasa con mucho referirse al Arzobispado de La Habana. La heterogeneidad del catolicismo cubano es tal que se ha hablado de cisma e, incluso, “guerras” locales; como sucedió visiblemente en Pinar del Río y un poco más discretamente en Santiago de Cuba y Camagüey.
La filosofía o teología política de la elite católica habanera (Erase una vez en La Habana, y no en Cuba, se titula la novela de Monseñor C.M. de Céspedes) es el “despotismo ilustrado”, que era la preferencia administrativa del Iluminismo. Carlos III, Federico el Grande de Prusia, Catalina la Grande en Rusia, son arquetipos históricos de su estrategia; y también el filtro con que revisan la historia de Cuba: desde la Capitanía General, pasando por los presidentes de la República, hasta llegar a los funcionarios que ha dado el castrismo.
Me viene a la mente de nuevo que no fue Raúl Valdés Vivó y la Escuela del Partido, sino Rafael Rojas quien le aclaró a Cintio Vitier y al resto de la intelectualidad católica reunida en La Casa de Las Américas por el Cincuentenario de Orígenes, que el ideal político de la Ilustración no era la “democracia” sino el tirano receptivo.
Pero que esta es la convicción política de la jefatura católica habanera no es solo una correcta inferencia intelectual; es algo que fue expuesto claramente por el actual Cardenal Jaime Ortega y Moseñor Carlos Manuel de Céspedes en el Simposio “La Exhortación Apostólica Ecclesia in America. Implicaciones antropológicas, económicas y sociales para Cuba”, celebrado entre los días 1 y 3 de Dicembre de 1999, en el Centro de Eventos ORTOP del Hospital Ortopédico Frank País, en La Lisa, Ciudad de La Habana.
No digo que sea errado aspirar para la isla a un mandón con oreja; solo que es la opción manifiesta del grupo católico señalado. Es más: considero muy legítimo dudar de que un pueblo azotado por más de medio siglo de totalitarismo sepa funcionar adecuadamente en democracia; como siempre he considerado razonable la duda norteamericana en 1898 acerca de la capacidad para funcionar con gobierno propio que podía tener un país salido de una guerra y décadas de colonialismo.
Hace poco un grupo de personalidades se refería en la Universidad de Miami a la importancia mediadora del catolicismo cubano; en especial al rol mediador de Monseñor Pérez Serantes (del cual Juanita Castro aseguró que portaba la orden de Fulgencio Batista para que no asesinaran a los moncadistas apresados); lo han reiterado también, aunque con más visión crítica, otros estudiosos.
Que la elite católica habanera piense que se entenderá mejor con Raúl Castro o Ricardo Alarcón (ex-joven católico) que con un gobierno electo democráticamente por “el vulgo” opositor, negro y multicolor, no me parece una traición sino una resultante lógica. Los hegelianos dirían una necesidad, los locos que un sueño de la razón… Pero nada de esto importa: lo que vale es lo que al final “perciban” los gringos.
De hecho ahora mismo hay una fuerte resistencia a la actuación de Cardenal. Entre los obispos que se le opinen está Emilio Araguren de Holguín. La cosa en la Iglesia está en llama, pues mucha gente cree que se está dejando utilizar por la dictadura en estos momentos que estaba contra las cuerdas. Mucha gente desapruebla la actuación de cardenal Ortega a quien le acusan poner el entredicho el prestigio de la institución.
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"...considero muy legítimo dudar de que un pueblo azotado por más de medio siglo de totalitarismo sepa funcionar adecuadamente en democracia; como siempre he considerado razonable la duda norteamericana en 1898 acerca de la capacidad para funcionar con gobierno propio..."
Debíamos admitir que es cierto. Y debíamos mucho más, pero no se hace, actuar efectivamente para corregir tan pesada deficiencia nacional.
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Supongo que Batista, en su eterno anhelo de "superarse" y ser aceptado como un "caballero" por la gente de la capa más alta, no pudo resistir los argumentos perfumados de un prelado de la Iglesia (que probablemente supo captar el punto débil del humilde dictador). Lástima que Batista no hubiera sido más como Hugo Chávez, ese animal con ropa que hubiera mandado al prelado a la porra. Hay veces que es preferible ser un mandril parlante como Chávez en vez de un acomplejado aspirante a "gente fina." Con respecto a la gestión del prelado, sus consecuencias a largo plazo hablan, o mejor dicho, gritan por sí mismas.
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"...considero muy legítimo dudar de que un pueblo azotado por más de medio siglo de totalitarismo sepa funcionar adecuadamente en democracia; como siempre he considerado razonable la duda norteamericana en 1898 acerca de la capacidad para funcionar con gobierno propio..."
Debíamos admitir que es cierto. Y debíamos mucho más, pero no se hace, actuar efectivamente para corregir tan pesada deficiencia nacional.
De hecho ahora mismo hay una fuerte resistencia a la actuación de Cardenal. Entre los obispos que se le opinen está Emilio Araguren de Holguín. La cosa en la Iglesia está en llama, pues mucha gente cree que se está dejando utilizar por la dictadura en estos momentos que estaba contra las cuerdas. Mucha gente desapruebla la actuación de cardenal Ortega a quien le acusan poner el entredicho el prestigio de la institución.
Supongo que Batista, en su eterno anhelo de "superarse" y ser aceptado como un "caballero" por la gente de la capa más alta, no pudo resistir los argumentos perfumados de un prelado de la Iglesia (que probablemente supo captar el punto débil del humilde dictador). Lástima que Batista no hubiera sido más como Hugo Chávez, ese animal con ropa que hubiera mandado al prelado a la porra. Hay veces que es preferible ser un mandril parlante como Chávez en vez de un acomplejado aspirante a "gente fina." Con respecto a la gestión del prelado, sus consecuencias a largo plazo hablan, o mejor dicho, gritan por sí mismas.
Me aprece que se avanza en la discusión cuando se reconoce que la Iglesia católica no es monolítica en estos temas, porque esa es la realidad. El Cardenal Ortega está arriesgando mucho porque si no logra algo mucho más significativo que el traslado de unos pocos presos entonces se va debilitar ante sus detractores dentro de la Iglesia. Por el bien de los presos espero que logre algo mucho más significativo, pero él no lo controla todo, ni debe controlarlo.
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