¿Dónde va, Moratinos?
¿Dónde va, Moratinos?
Por Luife Galeano
Con tanto trajín y viajes —nunca mejor dicho— de la ceca a la meca, nuestro aliancista va con el Yayabo en la mano por esos mundos de Dios tocado con el longuis, arropado de chapán de hilo fino y la verborrea a tope.
Sea lo que sea eso que lo tiene tan alborotado y aspaventoso, lo cierto y verdad es que usted ha salido algo apretadito a pista y se ha puesto a lanzar una serie de bravuconadas en tal estado de agitación que yo le recomendaría que se llegase a que le viese un médico.
Todo ello viene al caso después de unas envalentonadas declaraciones en las que, disfrazado de vaya usted a saber qué, no sólo entonó cánticos de victoria sobre una futura derrota de la Posición Común sino que llegó más lejos hasta predecir el final del embargo norteamericano. Vamos, todo un ‘opinion leader’ al más puro estilo progresista rompe y rasga. Y yo le pregunto al Sr. Ministro: ¿Dónde va, Moratinos? ¿Dónde va, con pachán de hilo fino, dónde va? Un buen político jamás hace vaticinios sobre cuestiones que no puede dominar; se juega demasiado en el envite y la victoria muy pocas veces supera el desgaste realizado en conseguirla.
Todos estamos al tanto de sus denodados esfuerzos en doblegar voluntades. No hay día que sus funcionarios no traten de convencer a alguien para que se adhiera, para que se doblegue a sus presiones o para que deje bajo su tutela la política del continente hispanoamericano. Lo que ocurre, y esto es algo que jamás llegará a comprender, es que enfrente tiene a personas muy curtidas en la lucha —desde luego, mucho más que usted—, que le superan en inteligencia y que, además, han sufrido el castigo castrista. Ningún preso político de los que quiere maniatar se ha tomado un mojito en el Country Club ni en el Biltmore, como lo ha hecho usted, en vez de reunirse con la oposición y la disidencia interna.
Ahora no se queje si esos mismos disidentes y opositores se oponen a bailarle el agua. Existen valores como la dignidad y la responsabilidad que les impide doblegarse. Lástima que usted desconozca el significado de semejantes vocablos pero, amigo mío, a la lucha se va aprendido; no es el momento para experimentar ni para descolgarse con argumentos pueriles y engañifas.
Por otra parte, se le olvida que la Posición Común sólo podrá derogarse con el voto unánime de los veintisiete países que conforman la Unión Europea. Lo siento pero, en Europa trabajan políticos inteligentes y decentes a los que no hay que explicarles lo que es la Democracia y la Libertad. También hay otros, igual de decentes e inteligentes que, además, sufrieron el yugo comunista y no se dejan embaucar por los cánticos y las epopeyas de los boyardos antillanos. Le aconsejo, por tanto, que deje su nequicia a un lado y cumpla con los compromisos asumidos con los deportados que, en definitiva, es el tema al que hay que prestar toda la atención y delicadeza en este momento.
Sé, no obstante, que le resultará imposible. Su lenguaje verbal y lingüístico —al borde de la caquexia literaria— fue muy representativo. Se le nota bastante alterado con las últimas manifestaciones de los deportados pidiéndole al parlamento europeo que no deroguen la Posición Común. Se lo llevan los demonios cada vez que escucha a los presos políticos decir que no son inmigrantes y, para colmo de males, desempolva la crítica al ex-presidente Aznar y al partido de la oposición diciendo que éstos manipulan las ideas de los deportados.
¿Dónde va, Moratinos? Muy mal lo debe estar pasando para sacar toda su artillería retórica con ahínco y vehemencia. Tanto, que ya hasta la esperpéntica Sra. Valenciano; mujer incapaz de reconocer críticas y bastante guataca, se une al coro de las críticas realizadas en ‘Público’; el ‘Granma’ español y llega a lo inaudito al criticar a otros grupos políticos, no sólo de infamias, sino de querer expresar sus opiniones. Explíquele a la Sra. Valenciano, hágame el favor, que España se supone una democracia; que, al menos en los gestos, intente comportarse como tal.
Recuerde, usted que se dedica a la política: ne quid nimis —nada con demasía— no sea que caiga en el contrasentido y se ridiculice más si cabe. A los presos políticos deportados no se les puede manipular. Tome nota: éstos fueron encarcelados, torturados y vejados por no dejarse manipular. Al menos no sea incoherente; difame de otra manera si le place, pero no diciendo que están siendo manipulados. Fíjese si ello es imposible, que once opositores cubanos lo tienen jurando en arameo y con el chapán que no le llega al cuerpo. Así, no me extraña que no sepa adónde va.
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