viernes, septiembre 17, 2010

FIDEL CASTRO EN EL BANQUILLO DE LAS CONFESIONES

CASTRO EN EL BANQUILLO



Por José Antonio Fornaris

Periodista independiente.
fornarisjo@yahoo.com


Managua, La Habana, 16 de setiembre de 2010, (PD) Fidel Castro parece estar de confesiones en estos últimos tiempos. Está pródigo en reconocer pecados propios.

Le dijo a un periodista estadounidense que había sido un error solicitar que la antigua URSS diera el primer golpe atómico contra Estados Unidos durante la Crisis de los Mísiles en 1992.

Le aseguró a ese mismo periodista que el modelo económico cubano no funciona. Claro, que eso no es noticia. ¡Ah! Si lo sabremos bien los cubanos, que vemos al país invadido por la miseria y sufrimos todos los torcimientos sociales que ella causa.

Hace unos días le manifestó a la directora del diario La Jornada, de México, que él era el responsable del envío de miles de homosexuales a campos de trabajo forzado durante la existencia de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) entre 1965 y 1968.

Quizás pronto reconozca, entre otras cosas, la paternidad de los actos de repudio, verdadero terrorismo de Estado, que se pusieron en práctica contra los cubanos que deseaban salir de la isla tras los sucesos de la embajada del Perú en 1980, cuando entraron en esa sede, en menos de 48 horas, más de diez mil compatriotas. O se disculpe por las innumerables acciones terroristas que las fuerzas bajo sus órdenes efectuaron en todas las ciudades y poblaciones importantes del país durante la época en que él dirigía la oposición violenta al gobierno de Batista.

De todas formas, Castro no ha pedido perdón por la persecución a los homosexuales. Y nada justifica que haya originado inmerecido sufrimiento a personas totalmente inocentes y a sus familiares. Ese tipo de crimen no prescribe, y es lógico y justo que reciba castigo por haber permitido u ordenado dar un trato cruel inhumano y degradante a todos esos cubanos. Él confesó su culpabilidad en ese crimen y debe tener al menos una condena moral.

Sería correcto que las víctimas de esas persecuciones reclamaran que Castro fuera sentado en el banquillo de los acusados. Si eso no puede ser posible en Cuba porque los tribunales están al servicio del régimen, entonces lo apropiado sería plantear la demanda ante tribunales u organismos internacionales que tienen la facultad de ocuparse de ese tipo de violaciones que encierran un daño masivo. Los jerarcas del nazismo que vivieron tras la terminación de la guerra, no sólo fueron llevados a Nuremberg por el exterminio de millones de judíos, sino además, entre otros crímenes, por la discriminación y persecución de inocentes.

“Los malos sólo triunfan donde los buenos son indiferentes”, dejó escrito José Martí en su legado civilista. En el caso de Cuba, los indiferentes han sido muchos durante muchos años. Pero cuando las víctimas pueden reclamar un poco de justicia y no lo hacen, se convierten en cómplices de los malos, y eso representa un peligro real para todas las demás personas.

fornarisjo@yahoo.com