Alejandro Ríos: Feria del Libro Miami 2010
Por Alejandro Ríos
Comenzó la Feria Internacional del Libro de Miami a todo vapor. El primer escritor invitado fue el ex presidente George W. Bush, quien presentó sus memorias en un libro titulado ``Decision Points''.
La reacción de los sitios electrónicos oficiales cubanos, sobre todo aquel donde el dictador Fidel Castro suele publicar sus monsergas y, curiosamente, marca la pauta de toda la política oficial, incluyendo la del diario Granma, no se hizo esperar. Tildaron de chiste la presencia del presidente número 43 de Estados Unidos y se mofaron de la directora de la Feria cuando afirmó que la comparecencia de Bush hablaba del prestigio logrado por el evento en estos 27 años de celebraciones.
El ex presidente se mostró muy complacido de estar en la fiesta del libro del sur de la Florida, donde ya otros miembros de su familia habían concurrido con sus respectivos libros. Habló con desenfado de momentos cruciales de su administración y de su propia vida personal mientras recurría al humor para pulir la tensión de sus confesiones.
(En el extremo derecho de la foto se encuentra Alejandro Ríos, autor de este artículo; a la izquierda la poetisa Dra. Rita Geada Profesora Emérita de la Southern Connecticut State University durante la presentación de ¨A 30 años del Mariel¨ con Manuel Ballagas y Reinaldo Garcia Ramos. En la foto y al lado de Alejandro Ríos se encuentra este bloguista)
Durante el resto de los días que quedan de la Feria, dedicada en esta ocasión a México, numerosos escritores cubanos del exilio tendrán la singular oportunidad de contar con un público integrado, mayoritariamente, por sus congéneres.
Ni decir que son autores ignorados por la prensa oficial cubana que se burla de la Feria. Intelectuales y artistas exitosos con propuestas literarias libres, sin celadores que les hagan pensar dos veces la escritura de una idea. El gran fotógrafo Iván Cañas cedió al evento su magnífica colección de fotos inéditas de Lezama Lima para festejar el centenario del gran escritor con una exposición.
Hacer escarnio de la Feria Internacional del Libro de Miami porque abrió sus sesiones con un presidente de Estados Unidos no es óbice para recordar algunos desmanes cometidos por las autoridades culturales cubanas durante estos últimos años en el área de las publicaciones.
Las editoriales europeas que publican a Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas y Zoé Valdés, por sólo mencionar a tres escritores cubanos excomulgados por el gobierno, no pueden traer sus títulos a la Feria del Libro de La Habana.
El año que una editorial puertorriqueña tenía planeado presentar en la capital cubana las memorias del músico Paquito D' Rivera, las cajas nunca lograron salir de la aduana.
Es habitual que en el hotel donde se hospedan los escritores extranjeros invitados al cónclave literario de La Habana, se reserve una habitación para los miembros de la seguridad del Estado encargados de averiguar vida y milagros de estos huéspedes especiales, principalmente si expresan algún comentario sobre los Castro. Diariamente de dichos recintos parten informes escritos y grabados para los órganos superiores de la policía política.
Fue durante una feria del libro en La Habana donde se distinguió precipitadamente a la poeta Dulce María Loynaz con el Premio Nacional de Literatura cuando se filtró que España le concedería el Premio Cervantes.
Ahora mismo, el nuevo Premio Nobel de Literatura es considerado un indeseable en esos predios, así como muchos otros escritores que, durante los años, se han desilusionando con la decadencia sistemática de la dictadura y no se limitan a la hora de expresarlo públicamente.
Si de chiste o broma se trata, nada más dramáticamente risible que un grupo de militares ancianos, cabeceando sobre sus medallas, en lo que el dictador en jefe les refiere pasajes gloriosos de sus hazañas en un libro de memorias que sólo intenta acomodar la historia oficial a sus designios.
Ni soñar con que algún miembro del gobierno jubilado o defenestrado de sus funciones pueda escribir un testimonio de su experiencia o calvario, sea publicado por alguna editorial del gobierno y luego presentado en el castillo del Morro, que es donde acontece, irónicamente, la Feria del Libro de La Habana.
Esta semana, los lectores de Miami están de plácemes y nadie les puede impedir el deleite de leer el libro que quieran o comparecer ante el autor que mejor les parezca.
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