Fidel Castro “the Maverick” (II)
Castro “the Maverick” (II)
Enviado por ei en noviembre 20, 2010
Por Francisco González Calderín
Además de su «residencia» oficial en La Habana, la KGB mantuvo otra encubierta para otear el panorama interno del castrismo. Nada más en 1974 mandó 205 informes por cable y 64 por valija diplomática. Más de 60 agentes y casi 70 colaboradores, la mayoría personal «internacionalista» soviético, informaban sobre diversos temas, entre ellos:
1. La mano blanda de Castro con los presos políticos. Los bolos se quejaban de que muchos de aquellos hasta salían de pase.
2. La baja tasa de intercepción de correspondencia. Veían mal que se abrieran sólo 800 cartas al día y se escucharan apenas 900 llamadas telefónicas. El personal asignado a estas tareas se consideraba insuficiente.
3. La pobre vigilancia. La KGB decía que 218 agentes en la capital y 112 en el interior no daban abasto para las misiones claves de seguimiento de personas y vigilancia de lugares.
4. La ligereza en el reclutamiento de informantes. Se informó que la DGI reclutaba tan alegremente, que un oficial contactó a 5 músicos de una orquesta de 14 [¿Son 14? ] por la exclusiva razón de que se iban de gira al exterior.
5. La despreocupación de Castro ante la amenaza sionista. Mientras la KGB juzgaba que enviar Matzoh a los judíos soviéticos era «sabotaje ideológico», la DGI se desentendía de la «conspiración sionista mundial».
Al parecer uno de los informantes más valioso fuera del círculo soviético era el ministro del Interior Sergio del Valle, quien mereció primero (1975) regalo del lugarteniente de la KGB, Víctor Chebrikov, y después (1977) del propio jefe Vladimir Kryuchkov, por «información recibida y para consolidar relaciones». El Archivo Mitrokhin recoge, en su serie K de transcripciones, que Del Valle se había quejado al KGBoso P. I. Vasilyev del delirio de grandeza de Castro y de que no se podía, sin su aprobación, ni siquiera entregar apartamentos a los cuadros del MININT (k 22, 153).
-Nota: También la Stasi reportaba en contra de Castro, sobre todo después de la visita de Erich Honecker a Cuba (febrero 20-26, 1973), en la cual Castro sacó el sable de que la República Democrática Alemana (RDA) no pagaba precio justo por el azúcar cubano y Honecker comentó a sus allegados: «Si llego a saber esto no vengo». El jefe de la estación de la Stasi en La Habana, Johann Münzel, aseveraría hacia 1977 que los cubanos hacían poco por la economía y esperaban que la comunidad socialista subvencionara a la Isla en nombre del internacionalismo proletario.
-Parte I
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