martes, febrero 01, 2011

El film soviético - cubano Soy Cuba. De cuando quisieron hacer de Cuba un mamut siberiano

Nota del Bloguista

Deseo adelantar que soy de los pocos cubanos que le gustaba el cine soviético. No sólo me gustaban las versiones soviéticas de los clásicos de la literatura mundial; todos muy respetuosos de las obras originales. No hacían como la cinematografía norteamericana, que por buscar taquilla, no respetaban, ni respetan, casi nada de los originales aparte de los nombres y eso no siempre. Tampoco lo digo por las excelentes películas de guerra cuyo realismo era excelente (no confundir con la veracidad, bastante adulterada en importantes hechos históricos, pues respondían a la ideología como línea rectora) pese a la época y el hecho de apenas auxiliarse de efectos especiales computarizados en los años 70s y 80s cuando ya en Occidente se usaban con cierta frecuencia. Soy de los que vio varias veces Solaris, cuyo ritmo tan lento, sobre todo en los primeros 20 minutos, dejaban vacias las salas de los cines y hasta las de los Cine-Club. Tengo la opinión de que Monólogo está a la altura de Fresas Silvestres, esa joya de Igmar Bergman que para mí es superior a La Fuente de la Virgen y a El Séptimo Sello, aunque generalmente menos valorada. Llendo al grano, soy de la opinión de que la fotografía es lo único salvable del film Soy Cuba, muy parecida a la de Gabriel Figueroa, el gran fotógrafo izquierdista de muchos de los filmes del Indio Fernández.

¿ La Piscina será la situada en la azotea del Hotel Capri ? Los lentes de la cámara me confunden con las distancias al edificio Focsa.Muchos soviéticos en esos primeros años se asombraron del desarrollo constructivo de La Habana y de las costumbres consumistas y de vivir la vida de los cubanos de esos primeros años después del triunfo. Me imagino que en la URSS después que vieron esa piscina que se ve en Soy Cuba encima de un hotel se les haya abierto los ojos a muchos soviéticos. sobre lo que era Cuba antes de 1959. Ese largo plano secuencia me recuerda en algo la secuencia inicial de La Dolce Vita, de Fellini, pero con mejor fotografía y sin la exhuberante Anita Ekberg, aunque hay algunas cubanitas que en ese momento nada le envidiarían, salvo la fama.

Me gusta más esa piscina que La Fuente de Trevi en Roma. Hay mucho más para ver ... :-)

Hotel Capri, situado en 21 y N, El Vedado, La Habana, Cuba
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Tomado de http://www.primaveradigital.org

De cuando quisieron hacer de Cuba un mamut siberiano


Jueves, 20 de Enero de 2011


Por Luis Cino Álvarez


Arroyo Naranjo, La Habana, 20 de enero de 2011 (PD) Nunca acabaré de entender las paradojas del academicismo liberal posmoderno que basado en cánones inescrutables, decide de modo inapelable qué es o no una obra maestra.

Que alguien me explique y logre convencerme por qué Soy Cuba, dirigida por Mijail Kalatazov, la única coproducción del ICAIC y Mosfilm, es un clásico de la cinematografía mundial.

A mediados de los años 90, los directores Francis Ford Coppola y Martin Scorcese la redescubrieron entre el polvo de los archivos de Mosfilm. Impresionados por su calidad técnica, transportaron la momia a Estados Unidos y la catalogaron como una obra maestra.

La fama de Soy Cuba, 30 años después de su fracaso y más de 20 después de la muerte de Kalatazov, se debió, más que a su controvertida estética, a una mezcla de snobismo, desconocimiento y oportunismo político. Fue la imagen de Cuba que querían ver ciertos medios intelectuales liberales norteamericanos para adelanto de sus agendas políticas y alivio de sus remordimientos.

A finales de 1962, fresca aún la Crisis de los Misiles, un equipo de realización soviético, encabezado por el director Mijail Kalatazov viajó a La Habana para rodar una película sobre la realidad cubana. Para ello, Kalatazov contó con la colaboración como guionistas del poeta Evgueni Evstuchenko y del realizador cubano Enrique Pineda
Barnet. Pero cuentan -y es evidente que fue así- que los camaradas soviéticos vinieron con ideas preconcebidas y no escucharon muchos consejos de los cubanos.

La filmación duró un año y dos meses. Fue uno de los rodajes más largos de la historia. El resultado fue una impostura, un engendro artificial y esperpéntico. No podía salir otra cosa de una relación contra natura con la Guerra Fría como telón de fondo.

Con excesivo utopismo revolucionario, que no lograba esconder la visión colonialista al estilo soviética, Cuba era presentada como habitada por valerosos milicianos y macheteros, buenos salvajes que, entre danzas y cantos exóticos, palmas y cañaverales, y siempre amenazados por el imperialismo yanqui, construían la sociedad comunista.

Tal imagen no agradó ni siquiera a los comisarios culturales cubanos, que se apresuraron a declarar que esa no era Cuba. Es una de las pocas cosas en la que han tenido razón. No hay dudas: aquella costosa coproducción cubano-soviética fracasó por la única razón de que no era para nada real.

Hace varios días he vuelto a ver Soy Cuba. La pasaron en un programa televisivo dominical dedicado al cine cubano. Pensé que la madurez y tanto cine visto en los años transcurridos desde que la vi por primera y única vez me permitirían explicarme el por qué de la fascinación de Ford Coppola, Scorcese, otros pejes hollywoodenses y los académicos liberales que todavía siguen testarudamente fascinados por la revolución de Fidel Castro.

Pero ni modo. Ahora Soy Cuba me pareció todavía peor que la primera vez que la vi.
Y eso es mucho decir. Una excelente fotografía y otras mañas cinematográficas mal encausadas de ningún modo hacen una buena película. De ello, abundan por ahí los ejemplos.

Le doy un consejo. Si ama el cine, olvide las listas de las mejores películas del siglo XX y vea las que se le antojen. Así de fácil. Pero si insiste en la lista de los críticos, de ningún modo haga caso de un raro mamut siberiano de pelambre roja y colmillos cariados, mal congelado, enfardelado con viejas hojas de Pravda (Granma no existía aun en 1964, ni siquiera existía el PCC), que vaga despistado por un jardín jurásico del Caribe. Lo más probable es que cuando se recupere del asombro y vuelva a mirar, el mamut ya no esté allí.

luicino2004@yahoo.com

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Plano de la piscina encima del hotel
(me recuerda la secuencia inicial de La Dolce Vita, de Fellini)



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Poesía del trabajo


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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Zoé Valdés ha dejado un nuevo comentario en su entrada "El film soviético - cubano Soy Cuba. De cuando qu...":

Estoy de acuerdo en parte con Cino, pero ya sólo el plano largo del hotel es una obra maestra, desde el punto de vista cinematográfico.
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "El film soviético - cubano Soy Cuba. De cuando qu...":

Hablando de azoteas...no fue en una de estas azoteas famosas donde al jefe diarrea se le ocurrió la genial idea de criar vacas?...Mao-Tse Tung era un bebé comparado con nuestro genio tropical...

chicho el cojo
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Comentario del Bloguista
Hay otro plano secuencia aunque no tan largo, que yo recuerde, que es el de los balcones que es tan bueno como el de la piscina. No obstante, la fotografía no lo es todo en un filme y la diferencia de ella con los otros elementos es muy grande y por eso quizás se subvaloran.

2 Comments:

At 11:56 a. m., Blogger Zoé Valdés said...

Estoy de acuerdo en parte con Cino, pero ya sólo el plano largo del hotel es una obra maestra, desde el punto de vista cinematográfico.

 
At 5:40 a. m., Anonymous Anónimo said...

Hablando de azoteas...no fue en una de estas azoteas famosas donde al jefe diarrea se le ocurrió la genial idea de criar vacas?...Mao-Tse Tung era un bebé comparado con nuestro genio tropical...

chicho el cojo

 

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