JOSÉ ANTONIO ECHEVERRIA: UN HÉROE PARA TODOS LOS TIEMPOS
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Oración
Señor, tu que sabes lo que sufrió
por defender un hermoso ideal.
Que el recuerdo de sus virtudes,
la firmeza de su carácter
y el exacto cumplimiento de sus deberes
nos sirva de ejemplo a todos.
Fundación José Antonio Echeverría.
Hoy domingo 13 de marzo, se conmemoró el cincuenta y cuatro aniversario de la caída en combate del dirigente estudiantil José Antonio Echeverría Bianchi. La Fundación José Antonio Echeverría, presidida por esa mujer incansable que es su hermana Lucy Echeverría de Rodríguez, organizó una misa de recordación a la cual asistimos y que tuvo lugar a las tres de la tarde en la Iglesia Católica de Saint Raymond ubicada en el 3475 S.W. de la 17 Avenida, en Miami.
Resulta, por lo tanto, oportuno que hagamos al menos un breve recorrido por su vida efímera en el tiempo pero tan llena de heroísmo y entrega a los mejores valores de nuestra nacionalidad que todavía sigue iluminando nuestro largo camino de regreso a la libertad y la democracia. José Antonio nació el 16 de julio de 1932 en una casa de puerta gigantesca y estilo colonial, ubicada en la calle Jenes No. 242, entre Coronel Verdugo y Calzada, en la emblemática Ciudad de Cárdenas. La ciudad escogida por el General Narciso López para hacer hondear por primera vez en suelo cubano la bandera de la estrella solitaria el 19 de mayo de 1850, y que en el futuro sería conocida como Ciudad Bandera.
Sus padres, Antonio Echeverría González y Concepción Bianchi Tristá, católicos por devoción y práctica, inculcaron en el niño un alto sentido de compasión y justicia. De esa base creció el líder que, años más tarde, se rebelaría contra la dictadura que oprimía a su pueblo sin albergar sentimientos de rencor personal. Como nos dijo en una oportunidad su hermana Lucy: “José Antonio tenía adversarios pero no tenía enemigos”.
José Antonio aprendió las primeras letras en el Colegio Champagnat, de los Hermanos Maristas, y se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cárdenas. Fué un jóven alegre, locuaz y deportista, pero desde muy temprana edad mostró un gran compromiso con la defensa de la libertad y la justicia.
Sin terminar la segunda enseñanza en el Instituto de Cárdenas, ya José Antonio se enfrentaba al entonces ministro de educación que trataba de implantar una política represiva contra los estudiantes. En 1950 se matricula en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la Habana y en su primer año es elegido delegado de su curso. A partir de ese momento comenzó su breve pero fructífera labor no sólo como arquitecto de profesión sino como Arquitecto de la Esperanza y de la Libertad para muchas generaciones de cubanos.
En 1954 ocupó por primera vez la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, a cuyo cargo fué reelegido en otras dos ocasiones. Ante el aumento de la represión del gobierno contra los dirigentes estudiantiles y sindicales, José Antonio funda con otros compañeros el Directorio Revolucionario en noviembre de 1955, del cual sería electo por unanimidad su Secretario General. Ocupó durante ese tiempo cargos de importancia en el movimiento estudiantil internacional y expuso ante foros estudiantiles en Ceilán y Chile la lucha del pueblo de Cuba por su libertad.
En 1956 firma en México como representante de la Federación Estudiantil Universitaria un acuerdo con Fidel Castro para unir fuerzas en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Dicho acuerdo es conocido como Carta de México. Sin embargo, José Antonio no se hacía ilusiones. Estaba consciente de los designios totalitarios del futuro tirano. Pero también sabía que nada podría hacer para impedir la invasión que ya Castro preparaba para fines de ese año y albergaba la esperanza de que el pueblo de Cuba supiera elegir gobernantes una vez derrocada la dictadura.
Por desgracia, y para suerte del tirano, José Antonio fué abatido a balazos el 13 de marzo de 1957 quedando el camino abierto para esta pesadilla de 52 años. Los sobrevivientes sólo podemos especular cual habría sido el rumbo de la revolución cubana si José Antonio hubiera sobrevivido. Pero con especulaciones o sin ellas tenemos un compromiso sagrado: Luchar por la Cuba democrática, soberana, libre y justa por la que ofrendó su vida aquel jóven puro, idealista y generoso a quién aún le faltaban cuatro meses para cumplir los 25 años. Un joven, cuyo ejemplo de patriotismo y entrega lo convierten en un héroe para todos los tiempos.
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