sábado, junio 04, 2011

Desde Cuba: Una prensa que no es prensa

Tomado de http://primaveradigital.org



Una prensa que no es prensa


Por José Antonio Fornaris


Managua, La Habana, 2 junio de 2011 (PD) Ignacio Agramontes, el hombre que bien pudiera ser tomado como prototipo de cubano demócrata, alguien a quien nuestros niños en las escuelas debían exhortar a amar, afirmó que con libertad de prensa se logran las libertades políticas.

Agramontes no era periodista, era abogado. Pero José Martí, el Apóstol de la Independencia, quien sí era periodista, calificó a Agramonte de "diamante con alma de beso". Eso puede dar una idea aproximada de lo valiosas que pueden ser las opiniones de Agramonte.

Cuando Agramontes pronunció esas palabras, a mediados del siglo XIX, existían en la isla decenas de periódicos, desde luego, con la las consabidas limitaciones de la vida en una colonia.

Hoy en La Habana solo circulan cuatro periódicos, Granma y Juventud Rebelde ( de tirada diaria) y Trabajadores y Tribuna de La Habana (semanarios).

En 1824, el padre Félix Varela, ya en el exilio, creó El Habanero. Primero lo editó en Filadelfia y luego en Nueva York. En la presentación del primer número se aseguraba: "Este periódico tiene por objeto representar la opinión libre y franca de los criollos cubanos, propagar el noble sentimiento de la libertad de que debe estar poseído todo el pueblo culto."

José de la Luz y Caballero, uno de los grandes representantes y afianzadores de la cultura cubana, dijo que Varela fue quien nos enseñó a pensar como cubanos. Entre otras muchas cosas, Varela aseguró que a la patria se le debe servir sin servirse de ella. Proclamó que el pueblo es el único que tiene derecho a elegir a sus gobernantes y quitarlos cuando le convenga. Dijo que los pueblos tienen derecho a derrocar a sus gobernantes cuando estos son obstáculos al progreso nacional, a la libertad y a la justicia. Y en cierto momento preguntó: ¿Cual es el habitante de la isla de Cuba que crea que es feliz en un país donde reina la fuerza?

Con la llegada de la República y hasta 1959, la prensa fue libre. Durante esos 57 años hubo tantos órganos de prensa que resulta literalmente imposible mencionarlos sin que alguno de primordial importancia se quede fuera. Además, durante esa etapa llegó en tropel la radio y luego la televisión.

Pero en 1959 "llegó el comandante y mandó a parar". A partir de esa fecha quedó menoscabado oficialmente en Cuba el valor para la grandeza humana del descubrimiento por los chinos del papel y la tinta, y de la imprenta por los alemanes.

Los medios, los que dejaron, fueron puestos todos al servicio del Estado. Son incoloros y han perdido la credibilidad. Ha sido algo más que castramiento, se les arrancó el espíritu. Son como almas que el mal absorbió. Es una prensa que no es prensa. Y eso es trágicamente lógico, porque donde impera una tiranía no existe libertad de prensa.

El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos consagra la libertad de expresión y opinión como una necesidad fundamental e indiscutible de los habitantes del planeta Tierra. Y en verdad ese artículo es de importancia trascendental. El derecho a la vida es algo natural, y algunos hasta dicen que la vida es "una enfermedad terminal" porque de todas formas hay que morir. Pero el derecho vital a la expresión y a la opinión, sin limitación de ningún tipo y utilizando cualquier medio, es un atributo que el hombre mismo se ha otorgado en su ascensión hacia el mejoramiento humano, hacia el pleno disfrute de los deberes y derechos como ciudadano, lo que es sin duda un formidable estadio.

A modo de colofón expongo un hecho un tanto curioso. En 1877, José Antonio Cortina, un ilustre patriota, creó la Revista de Cuba. Fue deseo expreso que tras su muerte la publicación desapareciera. Ese hecho ocurrió siete años después.

Entonces Enrique José Varona, reconocido intelectual y pedagogo, ocupó la vicepresidencia del país en algún momento de la etapa republicana, continuó con la publicación pero con el nombre de La Revista Cubana.

A su vez, "De Cuba", fue el nombre que escogieron para su revista los periodistas de la Sociedad Manuel Márquez Sterling (es el nombre de uno de los grandes periodistas cubanos), de la que fueron publicados tres números. Llegó a su fin en marzo de 2003 cuando el régimen de La Habana puso en marcha una ola represiva que llevó a prisión a 75 oposicionistas pacíficos, entre ellos a 26 periodistas.

fornarisjo@yahoo.com