viernes, junio 03, 2011

Sobre la invasión de los Castro a Nicaragua en 1959: Viaje a la semilla (1959) Junio 3

Nota del Bloguista

Desde enero de 1959 en la antigua Escuela de Cadetes de Managua en La Habana, Cuba, y en las barracas ocupadas por los miembros del Ejército Rebelde, se recogían los nombres de los que se querían alistar para ir a otros países a combatir. Rafael Tamayo, miembro del Ejército Rebelde, perteneciente a la tropa de Abelardo Colomé Ibarra testimonió sobre ese alistamiento: Rafael Tamayo perteneció al DIER, Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde, y trabajó posteriormente como Jefe de la Seguridad del Aeropuerto Internacional de Rancho Boyeros donde fue testigo de la colaboración del Departamento de Seguridad del Estado, en ese entonces ubicado en 5ta. y 14, Miramar, en el envio de combatientes y armas a otros países en aviones de vuelos comerciales.

Como vemos, el injerencismo, las invasiones Castristas y el apoyo Castrista a guerrillas en otros países no fue como consecuencia de las acciones del gobierno estadounidense contra la naciente tiranía Castrista como fue la invasión de Playa Girón en 1961.
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Tomado de http://eichikawa.com

Viaje a la semilla (1959) Junio 3


Por Gustavo Silva
junio 2, 2011



Reforma absorbente. Un periodista pregunta a Fidel Castro sobre «embarcaciones con expedicionarios hacia Nicaragua», que acaba de denunciar la cancillería nicaragüense. Castro respondió que estaba «tan atareado [con] la Reforma Agraria que no he tenido tiempo para ocuparme de los infundios». Es cierto que ese mismo día entraba en vigor la Ley de Reforma Agraria, al publicarse en Gaceta Oficial Extraordinaria, pero Managua parecía tener razones de sobra para soltar semejante declaración.

El Comité Cívico Cubano Pro Liberación de Nicaragua se había constituido (febrero 19, 1959) con bombo y platillo en el hotel Habana Hilton «para respaldar cívica y económicamente las actividades encaminadas a derrocar el régimen de los Somozas» y hasta había dado, en el Edificio Bacardí, una conferencia de prensa conjunta con la Unión Revolucionaria Nicaragüense (Revolución, marzo 2 de 1959). Castro dio al bando anti-somocista armas, entrenamiento, apoyo de inteligencia y logística. El comandante Carlos Lugo es el primero que sale (abril 17, 1959) en la misión. Para mayo había 55 hombres alistados en Las Lomas (Honduras) y 27 más en otra finca, por Sabana Grande, a 30 km de Tegucigalpa.

Tal como narra Luis Suárez Salazar en su selección de testimonios y discursos de Barbarroja (La Habana: Editorial SIMAR, 1999), Castro debía estar muy al tanto, porque el Che Guevara escribió a Rafael Somarriba, ex teniente del ejército somocista y jefe del foco guerrillero en cierne, que estaba dispuesto «a unirse a la lucha tan pronto la columna guerrillera lograra crear condiciones [en Nicaragua]» (página 25). Dizque Faure Chomón también se ofreció a combatir en Las Sevogias y Raúl Castro aportó $2 mil dólares.

Sin embargo, la guerrilla de Somarriba fue interceptada (junio 24, 1959) por tropas hondureñas en El Chaparral, antes de adentrarse en Nicaragua, y pasó a la historia con 9 muertos [entre ellos dos cuadros del Che: Omelio Hernández y Marcelo Fernández] y unos 15 heridos, entre los cuales se hallaba el futuro líder sandinista Carlos Fonseca Amador. Somarriba y los demás sobrevivientes capturados fueron devueltos por avión a Cuba (julio 3, 1959).

Lugo y Somarriba irían al reenganche por orden del Che. El primero consiguió visado (octubre 4, 1960) a Honduras, pero se demoró la visa a México y Somarriba no pudo esperarlo más. Salió solito rumbo a El Salvador, con intención de entrar a Nicaragua en una panga por el Golfo de Fonseca para reunirse con otros revolucionarios nicaragüenses y formar otra guerrilla, pero nadie reconoció su liderazgo. Fonseca Amador vino también desde Cuba a re-enganchar y acabó por entrar al Movimiento Nueva Nicaragua, que se disolvería para dar paso al Frente de Liberación Nacional, a quien Fonseca Amador agregó Sandinista (FLNS).

-Foto: Carlos Lugo condecorado por Manuel Piñero Losada (Barbarroja) © El Nuevo Diario

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Tomado de http://eichikawa.com



Nicaragua: otra historia (I)

Mayo 31, 2010

Por Gustavo Silva

Así como Castro se engolfó enseguida en expediciones contra Panamá, República Dominicana y Haití, no podía dejar de hacerlo contra Nicaragua, donde Luis Somoza Debayle campeaba por sus respetos dictatoriales. A poco de entrar Castro en La Habana, el inquieto Chéster Lacayo arribó desde Panamá, montó su centro de reclutamiento anti-somocista en el Hotel Areses (Paseo del Prado) y convenció a Camilo Cienfuegos de invadir Nicaragua por mar. Dicen que Che Guevara mandó a prenderlo por excéntrico, pero Camilo consiguió sacarlo de La Cabaña.

Para mayo de 1959 exiliados nicaragüenses y cubiches armados despegaban en avión de transporte con la misión de aterrizar en Costa Rica e invadir Nicaragua para respaldar el alzamiento de Pedro Joaquín Chamorro, pero todo se vino abajo en el combate de El Chaparral (junio 24, 1959). El jefe de las Fuerzas Armadas Nicaragüenses, general Anastasio Somoza, denunció con razón que la invasión había sido preparada por Castro y respaldada por el ex—presidente costarricense José Figueres.

Lacayo terminó por salir con 19 cubanos a Honduras, pero fueron apresados. Tras ser liberado, Lacayo viajó a los EE.UU. e informó sobre las acciones de Castro contra Somoza. La aeronave en que regresaba a Managua tuvo que aterrizar de emergencia en La Habana y desde luego que Lacayo no bajó, pero así sería el único pasajero que faltaba cuando se chequeó la lista en taquilla y en consecuencia lo llamaron por los altoparlantes. La seguridad castrista atinó a llevársela al vuelo, subió al aparato y bajó a Lacayo. De nada sirvió que el Derecho Internacional considerara el avión de Panam como territorio estadounidense: el tribunal revolucionario de La Cabaña impuso 16 años de cárcel a Lacayo (octubre 22, 1960) por «organizar una expedición armada contra el gobierno de Nicaragua, a espaldas de las autoridades cubanas». A la postre sería indultado y saldría de Cuba, pero no se le ha visto más por Nicaragua.

-Foto: El comandante nicaragüense Rafael Somarriba se acomoda la gorra al recibir a dos políticos hondureños en su campamento guerrillero © Cuba Coraje. Somarriba dejó apuntando que el Che le había dicho: «No te preocupes por los políticos. Ellos no representan nada, ni determinan nada. Las cosas las iremos resolviendo tú y yo». La guerrilla de Somarriba fue aniquilada en El Chaparral (Honduras), donde murieron los cubanos Onelio Hernández y Marcelo Fernández.

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EL INTENTO NICARAGÜENSE


Por Juan F. Benemelis

La vida política y económica nicaragüense ha estado polarizada por dos facciones tradicionales que a su vez han comparecido con el sandinismo: los liberales anti-clericales de León, y los conservadores tradicionalistas de Granada. Asimismo, han sido dominados por focos dinámicos de familias patriarcales del país, entre las que resaltan los apellidos Debayle, Lacayo, Sacasa, Agüero, Baltodano, Cardenal, Carrión, Chamorro, Cuadra, entre otros. La lucha de los grupos que integraron el Frente Sandinista contra el dictador Anastasio Somoza reflejó, en última instancia, la rebeldía de varias de estas familias contra el dominio generacional de la vieja oligarquía socioeconómica.

( Carlos Fonseca Amador, ligado a la KGB; nota del bloguista )

Carlos Fonseca Amador, quien será el principal líder sandinista hasta su muerte en 1976, había entrado en relación con los cubanos desde muy temprano, a través de Raúl Castro, durante el sexto festival mundial de la juventud celebrado en Moscú en 1952. En ese mismo año, dos antes de tomar el poder, un Castro guarecido en México sostenía vínculos con los coroneles nicaragüenses Manuel Gómez Flores, Carlos Pasos, Francisco Frixione y Enrique Lacayo, exilados a su vez. Castro y los nicaragüenses sellarían un pacto donde prometían ayudarse mutuamente en caso de que alguno ascendiera primero al poder. En los meses iniciales del triunfo de la rebelión cubana, dos conjuntos nicaragüenses fueron atendidos en La Habana. Por un lado, el conglomerado de los juramentados con Castro en Méjico, compuesto por elementos anticomunistas entre los que despuntaba Pedro Joaquín Chamorro, y que era atendido directamente por el jefe guerrillero cubano Camilo Cienfuegos. El otro círculo, encabezado por Fonseca Amador y de clara inclinación izquierdista, se hallaba bajo la sombra protectora del Che Guevara.

El régimen de Castro adquirió las armas, clandestinamente, en los Estados Unidos. La intrusión fue lanzada por partes, durante los días 31 de mayo y 1 de junio de 1959, empleando aviones cubanos y el yate Nola. El 28 de mayo de 1959 un transporte de las fuerzas armadas cubanas condujo hacia Centroamérica un importante alijo de armas que fue recibido por el comunista Marcial Eguiluz para las presuntas guerrillas nicaragüenses. En esa oportunidad, Joaquín Chamorro viajó a La Habana para solicitar el sostén de Castro a las incursiones de Olama y Mollejones en mayo-junio de 1959; pero tanto Fidel como el Che Guevara decidieron conceder un amparo menor a este proyecto y fomentar los planes del marxista Fonseca Amador.

En una temprana maniobra planificada en Cuba, Chester Lacayo y otros cabecillas de los que realizaron con Castro el pacto de Méjico fueron detenidos por órdenes del Che Guevara y enviados a la cárcel, a la vez que se anulaba la invasión del comandante César Roca que había logrado reunir 35 hombres. Apoyado por el Che Guevara, Castro había decidido que una invasión de Nicaragua sería efectuada por elementos de izquierda.

El 1 de junio el comando de nicaragüenses zarpaba del sur de La Habana bajo el liderazgo de Joaquín Chamorro consumaba la correría hacia el departamento de Chontales. Tras su captura, Joaquín Chamorro admitiría que se había entrevistado con Castro y el Che para gestionarse la asistencia bélica. En junio, Castro envió un transporte de su fuerza aérea a Punta Llorona, una playa de Costa Rica, con 13,500 libras de armas y municiones a bordo. Los pasajeros del avión eran seis exilados nicaragüenses, un costarricense naturalizado y un grupo de cubanos. El plan era irrumpir en Nicaragua y auxiliar al levantamiento ya en marcha contra el régimen de los Somoza.

La unidad armada que estaba comandada por Fonseca Amador, se introdujo en territorio nicaragüense bajo el nombre de columna Rigoberto López Pérez. En este intento de invasión figuraba también Rafael Somarriba, un teniente de la Guardia Nacional nicaragüense, que se había encargado del entrenamiento en Cuba. Los 75 asaltantes, divididos en 4 columnas, se encaminaron hacia Chontales y Matagalpa.

Los encuentros bélicos se suceden en Matagalpa, Chontales y Blue Fields. Esta operación se malograría en pocos meses ante la sorprendente apatía de la población local. Ya para agosto, la Guardia Nacional del dictador Somoza había dado cuenta de tales cuadrillas. Entre los caídos se encontraban varios soldados cubanos. El refuerzo, que esperaba en Cuba, no se pudo embarcar; asimismo, un grupo cubano que viajaba en el navío Nuevitas fue detenido en el puerto mejicano de Yucatán.

La aventura de Castro en Centroamérica, fue denunciada al consejo de la OEA por Nicaragua. Después, el gobierno nicaragüense indicaría que, de las tres goletas que habían zarpado de Cuba, una navegaba a Cozumel, Méjico, y las otras dos derivaban a Puerto Cortés, Honduras. Otro intento serio de irrupción originado en Cuba tuvo lugar en 1960; esta vez utilizándose el territorio hondureño. Es allí donde Fonseca Amador, Tomás Borge, un puñado de instructores cubanos y 55 reclutas, entre ellos Silvio Mayorga y Humberto Ortega, crearon el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). En la formación de los sandinistas participaron el coronel Santos López, de la guardia de Somoza y ex compañero de Augusto César Sandino. Quintín Pino Machado, el entonces embajador cubano en Managua y hombre de confianza de Fidel y de Raúl Castro, ayudó a la constitución del FSLN y seleccionó personalmente a sus dirigentes.

El 23 de junio, una compañía del ejército de Honduras cercó y destruyó las fuerzas de Fonseca Amador en El Chaparral, capturando documentación que incriminaba directamente a Cuba en la expedición. Fonseca Amador resultó gravemente herido; él y Borge se refugiaron en La Habana donde trabaron relación directa con el Che Guevara y con Castro. A la sazón, Fonseca Amador también contaba con la asesoría del marxista mexicano Víctor Tirado López.

Posterior al triunfo sandinista, y desde su cargo de Ministro del Interior, Borge revela la temprana conexión con Cuba: "De Costa Rica yo fui a Cuba. Participé en el Congreso de Juventudes Latinoamericanas. Eso fue cuando conocí al Che Guevara. Me llevaron a su oficina. Le expliqué con gran entusiasmo que le traía saludos de la juventud de Nicaragua. (El) estuvo de acuerdo con darnos la asistencia económica que le había pedido; eso fue en 1961"

El Salvador resultaba un país con tensos problemas agrarios debido a su densidad demográfica y a la concentración de la propiedad rural en una reducida oligarquía. Todos los detonantes para el estallido de la situación social se recogían en El Salvador, incluso con más agudeza que en Nicaragua. Una élite militar-terrateniente señoreaba el país, manteniendo la polarización social y la pobreza urbana. La diplomacia e inteligencia habanera siempre consideró a El Salvador como un sitio de alta vulnerabilidad.

En diciembre de 1960, el gobierno salvadoreño se hizo de documentación confidencial de La Habana donde se incriminaba al diplomático cubano Roberto Lasalle por financiar actividades subversivas en el país. Se demostró que los cubanos habían entregado $600 000 al salvadoreño Roberto Carias para desencadenar acciones violentas en territorio nacional. El gobierno expulsó a Lasalle, junto a René Rayneri, Armando Velázquez y José M. Valdés, los otros representantes cubanos implicados en tal designio.

El informe detallaba las orientaciones de Raúl Castro sobre la necesidad de proveer instrucción bélica a naturales salvadoreños, el uso de dicho país centroamericano como un puente para los sediciosos nicaragüenses, y el atizar los problemas fronterizos con Guatemala. Uno de los borradores mencionados detallaba cómo los servicios cubanos buscaban afanosamente toda la información posible sobre las familias más poderosas del país.

El 17 de julio de 1961, el director de la Guardia Civil de Costa Rica, coronel Sidney Ross, da la noticia del descubrimiento de un complot de Castro para fomentar actos subversivos en Costa Rica, Nicaragua y Panamá que propiciarán el derrocamiento de los respectivos gobiernos de esos tres países. El coronel Ross hizo pública la existencia de pistas de aterrizaje clandestinas al norte del país que Cuba había estado aprovechando para despacharle armas a los insurgentes nicaragüenses10. Costa Rica decidió suspender las relaciones con Cuba, pero algunas semanas después

"El 12 de noviembre, apenas el gobierno (de Costa Rica) acabó de anunciar la violación del espacio aéreo por aparatos cubanos que volaron sobre la zona de operaciones para llevarles armas y provisiones a los insurrectos nicaragüenses, cuando San José se estremeció con la noticia de que el comandante de la Guardia Civil, Alfonso Monge, y tres de sus subordinados, había sido muertos durante un encuentro con un grupo de expedicionarios que se disponía a invadir Nicaragua”.

Con más detalles a la vista, el ministro de gobernación costarricense, Joaquín Vargas, expidió una nota esa misma noche dando cuenta de un número indeterminado de bajas por ambas partes y de la captura de seis rebeldes. Subrayó que en las guerrillas había varios cubanos. Apenas una semana después, el rotativo Últimas Noticias enteraba que el gobierno de Costa Rica estaba al tanto de las intenciones para derrocar al presidente Mario Echandi para cuya consumación el régimen de Castro había suministrado un cargamento de pertrechos por la zona bananera. En 1962, Fonseca Amador y el coronel Santos López, establecieron con subsidio cubano un campamento en Honduras, en el rió Putaca, con miras a preparar otra invasión de Nicaragua.

No sería hasta mediados de 1963 que el preliminar foco guerrillero sandinista lograría aposentarse en la faja del Río Coco, cuando Santos López, Borge y Modesto Duarte encabezan un contingente de 60 hombres adiestrados por La Habana, que entre junio y octubre se posesiona del poblado de Raití. El intento careció de éxito. La columna de Santos López experimentó un descalabro en el entronque de los ríos Coco y Bocay; Borge sería batido en Sang-Sang con numerosas bajas, por lo cual necesitará refugiarse en Matagalpa para recuperarse. El "foco guerrillero" también fracasó en su intento de procurarse el abrigo de los indios Miskito y de la población local. Ya para octubre, los restos de esta columna se habían desbandado hacia Honduras, donde la mayoría fue hecha prisionera.

extraído de : http://www.gadcuba.org/Guerras%20Secretas/Index.htm