lunes, junio 13, 2011

Oh mi Habana!

Tomado de http://www.primaveradigital.org/


Oh mi Habana!


Por Juan Gonzalez Febles


Lawton, La Habana, 9 de junio de 2011 (PD) El general y presidente Raúl Castro, recibió con una cálida bienvenida al ex cómplice en la guerra sucia contra la democracia de los años 60s del pasado siglo XX y además ex presidente de Brasil, Luís Ignacio (Lula) Da Silva.

No cabe duda razonable que el Sr. Lula fue mejor recibido en condición de ex, que el también cómplice y ex, Miguel Ángel Moratinos de España. Sucede que los amigos de antaño siempre guardan un encanto muy especial. Vamos, no es lo mismo Gades o Lula que Moratinos. Mientras los primeros fueron camaradas de sueños compartidos, Moratinos no pasó de ser un poco exitoso 'fellow traveler' y por supuesto que eso cuenta hasta para una personalidad tan ambigua como la del señor general Raúl Modesto de Birán.

Se dice que Lula es uno más entre los accionistas de los negocios compartidos entre la cúpula gobernante cubana y los empresarios brasileños comprometidos con las obras en Mariel. Pero como a diferencia de Cuba, Brasil es una democracia próspera en un país rico en vías de expansión y crecimiento, la condición de ex jefe de estado no le coloca para nada en posición privilegiada entre los exitosos empresarios e inversionistas brasileños involucrados en este tan llevado y traido asunto de Mariel.

En los negocios familiares de la familia Castro que abarcan toda la extensión del archipiélago cubano, la punta visible del iceberg, o quien mantiene atados los extremos de los hilos es el señor López-Callejas quien forma parte del clan Castro de Birán. Esto quiere decir que mientras el virrey Murillo y su carnal, la señora Bejerano hacen el 'coco' de esta fabula, el poder económico real para decisiones y todo lo demás, está en las manos seguras y familiares del señor López Callejas (LC). Así, en términos de negocios, poco o nada tiene que tratar el poderoso señor LC con Lula. Entonces, si no fue una visita puramente sentimental, quizás Lula el ex, vino como emisario de alguien. Este sería el quid de todo el asunto.

(La ciiudad de La Habana)

La pregunta de rigor sería: Bueno, ¿y de parte de quién vino Lula? Como sabemos que Lula no habla ruso ni chino, tampoco francés y el portugués no es una lengua muy fluida en términos de altas finanzas, sólo nos queda el inglés. ¿Habrá venido de parte de alguien que hable inglés? De ser así, entonces resulta comprensible su presencia en La Habana, sentimientos y afinidades aparte.

Algunos se preguntan por qué se escogió Mariel para tan importante asentamiento económico. Para algunos se trata de que el calado del puerto de La Habana resulte insuficiente para buques de amplio calado. Esto tiene solución. Sólo habría que dragar la Bahía de La Habana y asunto concluido. Si el túnel de la Bahía fuese el impedimento, dinamita con él. A fin de cuentas fue construido en 1958 con la mejor tecnología constructora de aquellos tiempos, hoy feliz o no tan felizmente superados.

Puede construirse un túnel mucho más moderno y adecuado con las ganancias del primer o los primeros años del dragado. ¿Qué me dicen del túnel que une a Francia con Inglaterra? Pero se trata de que quizás en esto concurran motivos sentimentales. El gran dolor de cabeza de la dictadura cubana ha sido, es y será La Habana. Destruirla constituye para los Castro de Birán una prioridad y un ajuste de cuentas que no quisieran posponer a pesar de que la pelona se los llevará a todos sin que consigan matarse el antojito.

En la actualidad, el puerto de La Habana bosteza su aburrimiento. Nada entra o sale. Pero así y todo, se compondrá. Vale decir que quien único se ha preocupado de hacer algo por La Habana, sea con las intenciones que fueran, ha sido el historiador y hábil hombre de negocios Eusebio Leal Spengler. Estoy seguro que tanto La Habana como los habaneros que sobrevivan, se lo tendrán en cuenta para bien.

Tiempo atrás en sus delirios, el Comandante soñaba que La Habana se hundiría rodeada de los horribles pueblos dormitorios con que pretendió rodearla, Alamar, San Agustín y otros. Ciertamente se esforzó y se negó a dotar a la para él odiada ciudad, de un metro o ferrocarril subterráneo o simplemente dar mantenimiento o mejorar su alcantarillado. Dicen personas cercanas a su séquito que comentaba amargamente que la ciudad le llenaba una embajada más rápido que una plaza. Ni quiso a La Habana ni La Habana lo quiso.

Dicen que ya por fin aceptó la posibilidad de morir y que no desea ser enterrado en La Habana. Le harán un mausoleo por una loma intrincada, bien lejos de la capital. Solavaya.

juanchogonzal@gmail.com