viernes, noviembre 04, 2011

Alfredo M. Cepero: LAS DOS CRUCES DEL CARDENAL CUBANO JAIME ORTEGA. Y ALAMINOS

Tomado de http://www.lanuevanacion.com/




LAS DOS CRUCES DEL CARDENAL ORTEGA.

Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com


El gobierno socialista de España—que según la mayoría de las encuestas será sacado a patadas del poder el próximo 20 de noviembre—ha otorgado al Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, la Gran Cruz de Isabel la Católica. ¡Que tremenda ironía la de premiar con la cruz de la reina que patrocinó la epopeya de clavar en América la cruz del Salvador del Mundo a quién ha abdicado de su responsabilidad de cargar esa cruz y marchar junto a su pueblo por el camino de un calvario que se ha prolongado por casi 53 años!

Pero cuando tomamos en cuenta los antecedentes de los otorgantes y del receptor del premio en sus relaciones con los tiranos del pueblo de Cuba todo queda perfectamente aclarado. Ambos han sido cómplices en la preservación de la tiranía y en la prolongación de nuestra pesadilla. ¡Que horror, que servilismo, que inmoralidad y que asco!

Los socialistas españoles no están interesados en la restauración de la libertad y de la democracia en Cuba sino en el mantenimiento de un régimen opresivo que proporciona un trabajo esclavo—con el consiguiente incremento del margen de utilidades—para las empresas españolas que operan en nuestra patria con la misma avaricia y contumacia de la España cuyo yugo nos quitamos de encima en 1898.

Por su parte, el Cardenal Ortega ha demostrado hasta la saciedad que no está interesado en proteger a los más vulnerables de su grey sino en preservar los bienes materiales de la iglesia y, de paso, disfrutar de privilegios y sinecuras acordes con su interpretación exacerbada de su título protocolar de “príncipe de la iglesia”. Porque, en un pueblo de hombres y mujeres hambrientos muchos de los cuales andan descalzos, este príncipe tiene sirvientes, degusta tres buenas comidas calientes y es transportado en limousine con chofer particular.

Por lo tanto, quede bien claro para quienes ya no se hayan dado cuenta, que este premio a Ortega nada tiene que ver con sus servicios a la libertad o con su defensa de los derechos humanos del pueblo de Cuba sino con sus servicios como intermediario entre los tiranos cubanos y los mercaderes españoles. Los créditos que se le otorgan como el artífice de la liberación del Grupo de los 75 son una burda patraña diseminada al unísono por la tiranía, por la prensa de izquierda y por el Vaticano.

El tiranuelo bufonesco sabia que tenía que soltar a los 75 y no quería darle crédito a las Damas de Blanco, la prensa de izquierda no parece dispuesta a abandonar aún a quienes ha idealizado por mas de medio siglo y el Vaticano está en plena campaña de preservar sus privilegios con el actual régimen y, al mismo tiempo, maquillar su imagen para el cambio inminente que sabe que ya se acerca.

Pero esta campaña del Vaticano es puesta en peligro por las declaraciones de Ortega donde afirma que la liberación de los presos políticos es un capítulo cerrado cuando todos sabemos que mientras haya tiranía comunista habrá presos políticos. Cerrado para los intereses de Castro y de Jaime, abierta como una herida sangrante para una oposición reprimida en forma salvaje y constante.

(cardenal Jaime Lucas Ortega y Alaminos)

Por su parte, la nueva líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, ha dicho en forma mesurada pero firme que la lucha por la liberación de los presos políticos continuara con ayuda o sin ayuda de la iglesia. Su marido, el preso de los 75 Angel Moya, declaró que se sentía sorprendido con el premio a Ortega y agregó: “Quisiéramos saber como contribuyó a las relaciones entre Cuba España”.

Los verdaderos autores de la liberación de los 75 fueron Orlando Zapata Tamayo con su inmolación heroica, Guillermo Fariñas con una huelga de hambre que lo puso al borde de la muerte y las Damas de Blanco que, encabezadas por esa mártir de la libertad que se llamó Laura Pollán, se enfrentaron armadas solamente con gladiolos a las armas bacteriológicas y a la represión de los esbirros de la tiranía.

Una interpretación similar fue ofrecida por estos días por Pedro Argüelles Morán, una de los presos de los 75 que se negó a ser desterrado como condición para su excarcelación. Y agregó que, en su opinión, ese premio a Ortega “no tiene ni pies ni cabeza”. Esa es la verdad monda y lironda y ningún premio de socialistas trasnochados ni bendiciones de una corrupta curia vaticana serán capaces de cambiar la historia que los cubanos de vergüenza enseñaremos un día a nuestros niños en escuelas libres de mentiras y de adoctrinamiento ideológico.

Les enseñaremos, por ejemplo, que hubo un arzobispo:

Que pidió al pueblo cubano que rezara por la salud del monstruo que lo ha oprimido por más de medio siglo.

Que nunca hizo una petición similar ni ofició misa alguna ante la enfermedad o la muerte de Orlando Zapata, de Laura Pollán, de Gustavo Arcos, de Pedro Luís Boitel y de docenas de jóvenes idealistas mártires de la iglesia.

Que nunca exigió al régimen comunista que permitiera el acceso de sacerdotes a las cárceles donde languidecían centenares de miles de presos.

Que viajó a Washington como mensajero personal de los tiranos para pedir a los Estados Unidos que les levantaran el débil embargo económico, que no habrá funcionado en la práctica pero que sirve de recordatorio de que Cuba es una isla martirizada por dos déspotas ebrios de sangre.

Que ahora propone que la imagen de nuestra adorada Virgen de la Caridad del Cobre, en peregrinaje por toda la Isla, sea llevada a la sede del Ballet Nacional de Cuba a petición de su infame tirana y directora vitalicia Alicia Alonso.

Estamos seguros, sin embargo, de que el señor Cardenal no se atreverá a proponer que la virgen sea llevada en peregrinación a la tumba de Laura Pollán. Eso molestaría a sus jefes en el Vaticano y a sus cómplices en La Habana.

Podría añadir más ejemplos de iniquidades y de servilismo a esta lista de la cobardía y del oportunismo. Pero me parece que, cuando se escriba la verdad sobre este trágico y traumático período de nuestra historia, los ya enumerados son más que suficientes para calificar al Cardenal Ortega como merecedor del Premio a la Infamia. Un premio que le será otorgado por las madres, las esposas y los hijos de aquellos que él abandonó a su suerte en sus momentos de peligro, de desesperación y de muerte.

Por eso resulta difícil de entender la decisión del Vaticano de pedirle que permanezca en su cargo de Arzobispo de La Habana más allá del período reglamentario en que debía de cesar en el mismo. Y mucho menos que se esté hablando de una visita de Benedicto XVI a la Isla en el 2012, que muy bien podría convertirse en una repetición del lamentable espectáculo en que un achacoso Juan Pablo II proporcionó credibilidad a la tiranía sin obtener ventajas tangibles y permanentes para la iglesia y sus feligreses.

No podemos, sin embargo, atribuir esta política de la curia vaticana y de su hombre en La Habana a falta de información o a inexperiencia en asuntos diplomáticos. Saben muy bien lo que pasa en Cuba y tienen dos milenios de experiencia en conciliar peligros y superar obstáculos a sus intereses como institución. Estoy convencido de que su conducta es producto de una arrogancia que los hace sentirse inmunes a las opiniones del pueblo de Cuba. Que tienen la seguridad de que cuando se produzca el cambio se producirá un borrón y cuenta nueva y se les llenaran los templos.

Pero, como según reza el refrán de que en la confianza esta el peligro, podrían llevarse una gran sorpresa. La sorpresa de que la fe del pueblo de Cuba está mas basada en una devoción a santos como La Caridad, Santa Bárbara o San Lázaro que en una ciega obediencia a una jerarquía religiosa que lo ha abandonado en sus momentos de crisis. Su apuesta a Ortega y sus contubernios con los tiranos podrían costarles caros. A Ortega, por otra parte, le otorgaron la cruz equivocada. En vez de concederle la Gran Cruz de Isabel la Católica, debieron haberle recordado su obligación con la cruz de Cristo que el cardenal parece haber olvidado en el camino hacia la falsa cumbre de su vanidad enfermiza.

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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Alfredo M. Cepero: LAS DOS CRUCES DEL CARDENAL CUB...":

Lo de la misa para que se salvara Fidel fue algo MUY significativo. Como mínimo, eso fue un abierto insulto y una grotesca falta de respeto a todo cubano que ha sufrido por culpa del castrismo, y hablo de millones de cubanos dentro y fuera de Cuba. Una cosa tan marcada no pudo haber sido un "descuido" o un "desliz." Ortega tenía que saber lo que estaba haciendo y como sería tomado. A mí no me hace falta saber más nada del sujeto; con ese gesto obsceno me basta y me sobra

1 Comments:

At 4:31 p. m., Anonymous Nausea said...

Lo de la misa para que se salvara Fidel fue algo MUY significativo. Como mínimo, eso fue un abierto insulto y una grotesca falta de respeto a todo cubano que ha sufrido por culpa del castrismo, y hablo de millones de cubanos dentro y fuera de Cuba. Una cosa tan marcada no pudo haber sido un "descuido" o un "desliz." Ortega tenía que saber lo que estaba haciendo y como sería tomado. A mí no me hace falta saber más nada del sujeto; con ese gesto obsceno me basta y me sobra.

 

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