martes, noviembre 01, 2011

Raúl Rivero sobre el ALBA: Amaneceres oscuros

Tomado de http://www.damasdeblanco.org




Amaneceres oscuros

Por Raúl Rivero
28/10/2011


EL NÚCLEO duro de los países fundacionales de la Alternativa Bolivariana para las América (Alba) tiene en la agenda de trabajo tres puntos obligatorios para garantizar su permanencia en el poder. Aquí están: reprimir a sus oponentes, acosar y matar de una vez la libertad de expresión; desplegar un abanico de trampas y argucias para controlar los procesos electorales; y rescribir documentos legales como si fueran cartas privadas.

En Cuba se efectuaron en septiembre más de 500 arrestos por motivos políticos. En estos días, con la muerte repentina en La Habana de Laura Pollán, la líder de las Damas de Blanco, como telón de fondo, se ha reforzado y extendido la violenta maquinaria policial. Para quienes conocen la realidad cubana es la ofensiva oportunista de una guerra destinada a tratar de eliminar a la oposición pacífica interna porque sus protestas y reclamos tienen cada día más resonancia en toda la geografía del país.

El Gobierno de Venezuela, por su parte, le impuso una multa de dos millones de dólares al canal privado GloboVisión para sacarlo del aire mediante la quiebra financiera. Este canal ha sido el centro del ensayo de Chávez para acabar con el pluralismo informativo y la libertad de prensa, aunque la censura ha cerrado o suspendido otros medios como 34 emisoras de radio, numerosos periódicos y semanarios.

Cada jefe totalitario es un mundo rico y misterioso. De modo que, después de Cuba, es Ecuador el país donde la censura es más vigorosa. Si Chávez impuso una multa de dos millones a una televisora, Rafael Correa consiguió que a los ejecutivos de un diario de su país le pusieran otra de cuarenta millones. Además, condenaron a tres años de prisión a un periodista y se vio obligado a salir al exilio.

Daniel Ortega le da los toques finales a las triquiñuelas para su reelección en los comicios del 6 de noviembre. Evo Morales, en La Paz, le ordena a sus abogados que arreglen las leyes para pacificar a los indígenas indignados.

Así amanece con los fundadores del Alba. Unos gobernantes con las estacas en la mano y las celdas de castigo preparadas. Otros, con las cachiporras bajo la camisa, convertidos en ases de la maroma para que no se pueda ver el trazo de los cuchillos en sus asaltos a las bases de la democracia.