viernes, junio 15, 2012

Dimas Castellanos desde Cuba: Damas de Negro, un antecedente ignorado

Tomado de http://www.diariodecuba.com/

Damas de Negro, un antecedente ignorado

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En 1915, las esposas de los miembros del Partido Independiente de Color lograron algo que a las Damas de Blanco se les niega en pleno siglo XXI.
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Por Dimas Castellanos
La Habana

14-06-2012


En el marco del centenario del crimen cometido contra cubanos negros en 1912, se han divulgado datos y hechos antes relegados por la historiografía. Esas informaciones —además de mostrar la forma incorrecta en que se trató el conflicto— ponen en evidencia varias similitudes con el presente, como es el capítulo protagonizado por las mujeres negras, a las que me permito nominar como Damas de Negro.

La historia de la rebeldía masiva de los negros en Cuba comenzó con el alzamiento de los esclavos de la mina de El Cobre en 1677, se repitió en el mismo lugar en 1731, se manifestó en la insurrección liderada por José Antonio Aponte en 1812 y en la Conspiración de la Escalera en 1844. Después, los negros se incorporaron a la Guerra de los Diez Años en 1868, a la Guerra Chiquita en 1879 y a la Guerra de Independencia de 1895. No obstante, en la República, ese sector continuó siendo víctima de la injusticia social y la discriminación racial.

Cerrados los caminos pacíficos, los negros optaron por la violencia. Participaron en la Guerrita de 1906 contra el intento de reelección presidencial de Tomás Estrada Palma y en 1907 fundaron la Agrupación Independiente de Color, la que renombraron en 1908 como Partido Independiente de Color (PIC). Las razones de la fundación fueron expuestas en Previsión, su órgano oficial, con las siguientes palabras: "Nada puede esperar la raza de color cubana de los procedimientos usados hasta aquí por los partidos políticos porque nada han hecho que pueda ser para nosotros apreciable... Vamos a demostrar que practicando una candidatura en la que todos sean de color, fuera de los partidos políticos, nadie podrá negar que por muy poca que sea la minoría que dé el resultado será siempre mayor que el alcanzado hasta ahora…"

En 1910 el Congreso de la República convirtió en ley una enmienda constitucional, según la cual: "No se considerará en ningún caso como partido político o grupo independiente, ninguna asociación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo de nacimiento, la riqueza o el título profesional", por lo que el PIC desarrolló una campaña dirigida a derogar dicha Ley, que desembocó en el alzamiento armado del 20 de mayo de 1912. La respuesta del gobierno fue la movilización de la Guardia Rural, del Ejército Permanente y de fuerzas paramilitares, unidas bajo el mando del general José de Jesús Monteagudo.

Algo más de un mes después del inicio del alzamiento, el 27 de junio, murió Evaristo Estenoz, su principal líder. A partir de ese momento el movimiento, ya debilitado, quedó controlado por las fuerzas gubernamentales. Las Garantías Constitucionales, que habían sido suspendidas, fueron restablecidas el 15 de julio. El 17 de julio, el General mambí Pedro Ivonnet, la otra figura más importante del alzamiento, fue capturado y muerto bajo la ley de fuga, lo que puso fin a una insurrección, que según cálculos aparecidos en el Cubano Libre, de unos 6.000 alzados, 3.500 habían caído en la contienda y 1.500 habían sido muertos por la fuerza pública en emboscadas y caminos.

Las Damas de Negro
Una vez sofocado el movimiento, comenzó la lucha cívica por la liberación de los  encarcelados que, indistintamente, habían sido detenidos por sus relaciones con el alzamiento, habían depuesto las armas o habían sido capturados durante los encuentros armados. Para esa fecha el movimiento feminista, surgido en la Europa de fines del siglo XVIII, había tocado tierra cubana, donde la mujer, a pesar de haber tenido participación en los procesos políticos —como lo demuestra su presencia en la Guerra de Independencia, donde unas 25 alcanzaron altos grados militares, entre ellas una el grado de general, tres coronelas y más de veinte capitanas—, lo hizo casi siempre subordinada a roles definidos y trazados por los hombres.

Así, en correspondencia con esa cultura patriarcal y machista, el programa del PIC no contemplaba reivindicaciones de género, sin embargo, muchas mujeres negras se identificaron con las aspiraciones de sus compañeros, lo que se expresó mediante la constitución de comités de damas en todas las provincias del país. Esos comités, a semejanza de los clubes femeninos del Partido Revolucionario Cubano de fines del siglo XIX, tenían una presidencia de honor masculina, lo que no fue impedimento para que en sus reuniones y mítines, las mujeres se pronunciaran a favor de derechos femeninos como el voto y el divorcio, lo que las ubica dentro del movimiento feminista cubano.

En septiembre de 1912, esas mujeres negras, familiares de los sublevados —incluidas algunas de las que habían sido procesadas—, iniciaron una campaña dirigida a la aprobación de una ley de amnistía, es decir, de extinción de la responsabilidad contraída en el alzamiento. Esta iniciativa contaba al menos con dos antecedentes en Cuba: uno, cuando en 1861 el gobierno español amnistió a los conspiradores y permitió el retorno a Cuba de los exiliados; dos, cuando la amnistía decretada después del Pacto del Zanjón permitió a los cubanos exiliados regresar a Cuba, entre ellos figuras claves como José Martí, Juan Gualberto Gómez, Antonio Maceo y Calixto García.

Una de esas mujeres, Rosa Brioso Tejera, escribió al juez especial de Santiago de Cuba denunciando los maltratos a los presos en el Cuartel Moncada, acudió al secretario de Justicia y presidió una comisión de féminas que solicitó al gobernador Rafael Manduley, mediar ante el Congreso para que se dictara una ley de amnistía a favor de las prisioneras y prisioneros. Rosa viajó a La Habana, donde se entrevistó con diversos representantes de la Cámara. La amnistía no fue aprobada hasta el 10 de marzo de 1915, ¡pero fue aprobada!, algo que aún no se ha podido lograr para los actuales presos políticos.

Las Damas de Blanco


De forma similar, posiblemente sin conocer estos antecedentes, las esposas, madres, hijas, hermanas y tías de los 75 prisioneros encarcelados en marzo de 2003 —no por alzarse en armas, sino por hacer uso del derecho a la libertad de expresión—, inmediatamente después de la detención, ya en pleno siglo XXI, comenzaron a denunciar las condiciones de confinamiento y la depauperación sufrida por sus familiares en los interrogatorios y en los juicios sin las debidas garantías procesales. Estas mujeres han trascendido como las Damas de Blanco.

La principal diferencia entre los escenarios en que se produjeron las acciones de éstas y aquellas Damas, es que en materia de libertades cívicas Cuba ha sufrido un considerable retroceso, pues ahora las Damas de Blanco, además de que sus familiares no han sido amnistiados, son víctimas de actos de repudio, algo de lo que —al menos hasta ahora— las investigaciones historiográficas acerca de la matanza de 1912, no han arrojado evidencias.

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Nota del Bloguista


Para conocer sobre la revuelta de los Independientes de Color, de la que se cumplió hace unos días su centenario,  pueden leer mi artículo escrito y publicado en Cuba en la revista Vitral de la Diócesis de Pinar del Río EL GOBIERNO DE JOSÉ MIGUEL GÓMEZ  

 En general podemos decir, que la independencia cubana no le otorgó de manera inmediata y total los derechos sociales a todos los cubanos. El grado de discriminación de los negros y mestizos, el disgusto de éstos ante las injusticias sociales que sufrían por su raza, y el error de emplear métodos de lucha violentos para alcanzar esa justicia social, conllevaron a una revuelta que trajo, además de cientos de negros muertos, un determinado grado de automarginación política de esos sectores durante un largo período de la anterior República.

Desde fecha tan temprana como 1887 (recordemos que la esclavitud se abolió en 1886) se hablaba de la creación de un partido negro. Durante el gobierno de Charles E. Magoon se legalizó el Partido Independiente de Color, pero en 1910 el gobierno cubano de José Miguel lo ilegalizó. El PIC no solo tenía en su programa justas demandas para eliminar el grado de marginación en que se encontraba la inmensa mayoría de los negros y mestizos; también contenía varias demandas de carácter social para toda la población. Algunas demandas de dicho programa eran: enseñanza gratuita obligatoria; abolición de la pena de muerte; jornada laboral de ocho horas; creación de tribunales del trabajo para dirimir las discrepancias entre el capital y el trabajo; seguros contra accidentes del trabajo; cese de la inmigración española (se entendía que con ella se quería alterar el balance étnico del país); nacionalización del trabajo; revisión de los expedientes de propiedad (sobre todo aquellos de propiedad de la tierra entregados durante la primera intervención norteamericana); reparto de la tierra; inclusión de negros y mestizos en el cuerpo diplomático, etc.

La ilegalización del PIC es atribuida en ocasiones a que el Partido Liberal no quería perder el gran apoyo negro en las próximas elecciones, si éstos votaban por el PIC. Este argumento es cuestionable cuando se tiene en cuenta que el PIC nunca contó con un apreciable número de seguidores según se había observado en las elecciones de noviembre de 1908 y en el poco apoyo popular que recibieron posteriormente los sublevados del PIC, los cuales fueron reprimidos por fuerzas regulares y voluntarias compuestas por elementos de diferentes orígenes étnicos; en particular, negro; también es cuestionable el argumento de que fuesen las críticas del periódico Previsión (órgano de la Agrupación Independiente de Color) al gobierno, la causa de la prohibición, pues no era el único periódico que denunciaba los negocios turbios en que estaban involucrados elementos del gobierno, en particular, el primer mandatario.

La ilegalización se llevó a cabo de la siguiente manera: en febrero del año 1910, el Senador Martín Morúa Delgado, legislador negro contrario a desarrollar la segregación racial en Cuba, presentó en el Senado una enmienda al artículo 17 de la Ley Electoral. A continuación transcribo la Enmienda Morúa y sus por cuanto:

“Por cuanto: La Constitución establece como forma de gobierno la republicana; inviste de la condición de cubanos a los africanos que fueron esclavos en Cuba, y no reconoce ni fueros ni privilegios personales;
Por cuanto: la forma republicana establecida por la Constitución instituye al gobierno del pueblo para el pueblo, sin distinción por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional;
Por cuanto: los partidos políticos tienen la indeclinable tendencia a constituir por sus propios miembros el gobierno que desarrolle en el país sus doctrinas políticas y administrativas;

El Senador que suscribe considera contraria a la Constitución y a la práctica del régimen republicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional, y tiene el honor de proponer al Senado la siguiente Enmienda Adicional al Artículo 17 de la Ley Electoral.

No se considerará, en ningún caso, como partido político o grupo independiente, ninguna agrupación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo de nacimiento, la riqueza o el título profesional.
Senado, once de febrero de mil novecientos diez.
Martín Morúa Delgado” (Pichardo, 364)

La mencionada enmienda fue aprobada por el Congreso y sancionada por el Presidente, aunque hubo cierta oposición. En el Senado, los Senadores Cabello, La Guardia y Salvador Cisnero Betancourt se opusieron a la Enmienda Morúa. Salvador Cisneros Betancourt planteó que la Enmienda era discriminatoria contra un sector de la población que había sido mayoritario en el Ejército Libertador y el cual nunca había planteado ninguna sublevación por motivos raciales. En la Cámara de Representantes, el Representante del Partido Conservador, Lino D´ou, de raza negra y ayudante de José Maceo en la Guerra de Independencia, planteó, que la enmienda era limitante y propuso un texto que dijera que se prohibía en el país la creación de organizaciones políticas, sociales, de recreo y de instrucción donde hubiesen individuos de una sola raza. El día que se iba a discutir la enmienda de Lino D´ou, éste no asistió y otro Representante planteó, que no tenía lugar la discusión del proyecto de enmienda de Lino D´ou. La Enmienda Morúa fue aprobada por el Congreso el 2 de mayo y se firmó el día 4 por el Presidente; el 14 de mayo de 1910, a un mes de la muerte de Morúa, se publicó en la Gaceta Oficial. Deseo señalar que fue tan íntegro y honrado el desempeño de Morúa como político, que la República instituyó la Medalla de la Probidad Martín Morúa Delgado para honrar una inmaculada trayectoria.

Entre el 22 de abril y el 11 de octubre de 1910 hubo una represión que encarceló aproximadamente a una treintena de dirigentes de ese partido. Los miembros del PIC trataron infructuosamente durante dos años de derogar la Enmienda Morúa. Evaristo Estenoz (veterano de la Guerra de Independencia, líder obrero devenido contratista de obras, fundador de la Agrupación Independiente de Color, director del periódico Previsión, ascendido a general durante la Guerrita de Agosto) aprovechando la desestabilización que produjeron en enero de 1912 las demandas de los veteranos, intensificó los esfuerzos por reunificar las filas del PIC y obtener su legalización para las elecciones de noviembre de 1912. Al acercarse las elecciones de noviembre de 1912, se estimó por los líderes del PIC consultar a sus bases partiendo que existían tres alternativas:

Renombrar al partido, lo cual implicaría su no participación en esas próximas elecciones, pues solamente podrían participar los partidos que asistieron a las elecciones del año 1910.
Disolver al partido.
Realizar una protesta armada.

Las bases consultadas se decidieron por ésta última, aunque hubo militantes como el excoronel del Ejército Libertador Pedro Ivonet, el cual había participado en la campaña de la Invasión junto con Antonio Maceo y fue también fundador de la Agrupación Independiente de Color que no eran partidarios de la tesis del levantamiento armado. Pedro Ivonet, al final, obedeció la decisión de la dirección del Partido de ponerse al frente de la revuelta.

Existen diferentes opiniones del por qué se eligió la opción del levantamiento armado. Una de esas opiniones es, que una nueva intervención norteamericana o la posibilidad de ella podría traer la legalización del PIC mediante un nuevo gobierno provisional norteamericano o mediante una negociación con el gobierno cubano para impedir una nueva ocupación norteamericana. Recordemos que de manera indirecta la Guerrita de Agosto conllevó a la creación y legalización del PIC. El historiador Fornés plantea que reiteradamente se ha afirmado por algunos historiadores, que detrás de las acciones del PIC estaban sectores conservadores y anexionistas y que los independientes de color fueron manipulados por éstos. El rechazo de la mayor parte de la población cubana a una nueva ocupación norteamericana quizás haya influido significativamente en el poco apoyo que recibieron los sublevados.

Entre el 19 y el 20 de mayo de 1912 estalló la insurrección en La Maya, Guantánamo y Holguín, en la antigua provincia de Oriente, y en Sagua la Grande y en Cruces en la antigua provincia de Las Villas. El día 21 la presencia de sublevados se confirmó en cuatro de las 6 provincias del país. El 2 de junio los sublevados tomaron y quemaron el pueblo de La Maya.

Deseo señalar que desde antes del inicio de la revuelta, a fines del mes de marzo, como escribe la historiadora Yglesia, las acciones de los independientes de color se incrementaron para mostrarle al Secretario de Estado norteamericano, el cual en pocos días visitaría el país, la fuerza que tenía el PIC. Considero, por lo improcedente de la Nota del Gobierno de los Estados Unidos del 25 de mayo, que los independientes de color lograron su objetivo de impresionar al gobierno estadounidense y aparentar más fuerza, recursos, apoyo y potencialidades que los que realmente tenían.

Desatada la revuelta, el Consejo de Veteranos apoyó al gobierno de José Miguel Gómez. El gobierno cubano envió fuerzas considerables para Oriente para neutralizar la sublevación y el Senado norteamericano autorizó al gobierno norteamericano para que interviniera en Cuba si las circunstancias así lo requerían. En Cayo Hueso se concentraron 8 barcos de guerra, un buque hospital y varias embarcaciones auxiliares. El presidente norteamericano William H. Taft le comunicó a José Miguel Gómez que esos preparativos solo tenían el objetivo de proteger sin demora las vidas y las haciendas de los ciudadanos norteamericanos si el caso lo requería, pero que tales medidas no debían ser consideradas como el preludio de una invasión a Cuba. El 28 de mayo desembarcaron en Guantánamo 700 infantes de marina, y el 7 de julio los acorazados Ohio y Minnesota atracaron en dicho puerto. El 14 de julio se conoció que el ejército cubano había derrotado a los insurgentes. Las fuerzas norteamericanas se retiraron.

Según el historiador Fornés, los insurgentes alcanzaron la cifra de 2 000. Las fuerzas armadas, sobre todo la Guardia Rural, aplastó sangrientamente la revuelta. Se estima, quizás exageradamente, en 3 000 los muertos por la parte de los alzados y civiles que sufrieron la sangrienta represión. Ivonet y Estenoz fueron también víctima de esos excesos.

Se considera que el principal responsable de la masacre fue el General José de Jesús Monteagudo, amigo muy cercano de José Miguel. El General Monteagudo había sido un combatiente del Ejército Libertador, perteneciente a la caballería de la provincia de Las Villas, que acompañó a Antonio Maceo en la Invasión y que con el grado de teniente coronel fue herido de gravedad en el combate de Tirado, cerca de la localidad de San Luís, provincia de Pinar del Río, durante la campaña invasora (Loynaz, 274). El general Monteagudo había sido también miembro de la Asamblea Constituyente de 1901. La responsabilidad de José Miguel Gómez en esa sangrienta represión, es un hecho que todavía no se ha aclarado; el historiador Jorge Ibarra plantea en su libro que no se conocen las órdenes o instrucciones precisas que le dio a Monteagudo para reprimir la sublevación o para detener la represión; lo cierto es, dice el antes mencionado historiador, que Monteagudo no fue juzgado y ni siquiera destituido de su cargo. La historiadora Yglesia aporta un elemento interesante que pudiera ayudar a aclarar lo anterior, si partimos del hecho que el Presidente Gómez no tenía interés en ser reelecto. La mencionada historiadora plantea:

“Después del aplastamiento de la insurrección del Partido Independiente de Color, el general Monteagudo, jefe de las fuerzas armadas, creyó llegada su oportunidad de guiar al país desde la silla presidencial, para lo cual tenía que lograr el consentimiento del general Gómez, pero este se opuso. Los liberales de toda la nación habían elevado sus quejas al Presidente por las maniobras del jefe militar. Así, en el Antiguo Palacio de los Capitanes Generales se produjo una entrevista, considerada violenta por la prensa del período, entre los generales José Miguel Gómez y Monteagudo, y el secretario de Gobernación, Federico Laredo Bru. De esta reunión, los dos últimos salieron con la decisión de renunciar, y así lo hicieron. Pero Monteagudo había preparado todo de forma tal que cuando él faltara, se formara el caos en el ejército, y como las elecciones se aproximaban, los amigos mediaron. y ambos volvieron a sus cargos.”¨