¡MI VIEJO!
Por Esteban Fernández
Junio 13 del 2013
Me encantaría poder decir que “mi padre fue un santo” pero como vivo rodeado completamente por mis coterráneos güineros quienes no me permitirían mentir no me queda más remedio que aceptar que a mi padre nadie hubiera intentado canonizarlo. ¡Tremendo era mi padre! Y yo de principio a fin adoré a ese hombre. Porque, para mí, fue el mejor padre del mundo.
Rápidamente, y con toda la sinceridad del mundo, les diré sus tres defectos garrafales para después hablarles de lo buen padre que fue: Fumador (más de 10 tabacos Pita al día) tomador (fácil sé podía tomar una docena de cervezas Polar y ni se le notaba) y me parece que era un poquito mujeriego. Ninguna de las tres cosas se las aplaudía ni me hacían gracia. Al contrario.
Déjenme contarles que cuando yo nací ya él tenía cerca de 50 años, y de ahí en lo adelante, desde que apenas yo gateaba, me trató como si yo fuera un hombre hecho y derecho.
Me conversaba varias horas al día (sin haber tenido su prédica constante no me atrevería a escribir estas columnas) y en lugar de llevarme a jugar deportes me llevaba a “La Viña Aragonesa”, me encaramaba en el mostrador y me ponía a jugar cubilete con sus amigos. Sin permitirme, desde luego, que tocara nada que tuviera alcohol.
Sólo me exigía una cosa en la vida: Que estudiara, y preferiblemente que estudiara Derecho que era una tradición familiar. Me consultaba casi todas las cosas. Un día me dijo: "Quiero hacer de mis dos apellidos uno solo, es decir que seamos "Fernández-Roig". Y le contesté: "No, no estoy de acuerdo con eso porque yo también estoy muy orgulloso del Gómez". Y ahí quedó la cosa.
Un día le dije: "Papi tengo mi primera novia". Y tiró la cosa a relajo diciéndome: "¿Y qué quieres que yo le haga a eso?". Y lo dejé frío cuando le dije: "Que dejes de tomar, no quiero que ella se entere que tu tomas"...Se le aguaron los ojos y me respondió: "Perfecto, más nunca tomo"... Y más nunca tomó.
Simpático, dicharachero, parrandero, halagador de la belleza femenina, cariñoso con sus amigos, espléndido conmigo, con mi hermano y con mi madre y a veces hasta con los que no eran ni conocidos suyos. Él era de esa clase de hombres que son capaces de llegar a un bar e invitar a todos los presentes sin saber quiénes son. Desde luego que eso a veces lo llevaba al defecto de no poder pagar sus deudas.
Un hombre que podía gastarse 200 pesos en unas Navidades y en enero nos cortaban la electricidad por falta de pago. Era político, la política siempre era su tema principal de conversación. Además de ser Procurador Público siempre estuvo dedicado a la política local y nacional. De todos era conocido que un día se fue para La Habana con mil pesos en el bolsillo y a las once de la noche estaba en la Parada de la Ruta 33 esperando que algún chofer lo llevara gratis para el pueblo.
Tenía tremendo sentido del humor. Todo lo tiraba a coña, jamás lo vi bravo, ni gritando, ni molesto, ni queriéndose fajar con nadie. Hizo un millón de favores en el pueblo. Uno de los cuartos de mi casa lo convirtió en una farmacia para socorrer enfermos indigentes. El pago era votar por el Partido Auténtico.
Con él había que reírse: Un día su amigo el Representante a la Cámara Armando Fernández Jorva le dijo: "Esteban, tú que eres un experto en la política ¿por qué nunca te postulas para algo?”... Y papi le dijo: "Porque no me conocen bien en el campo, en los barrios rurales" Y Armando sorprendido le dijo: "¿Y... en los barrios urbanos?" y mi padre le contestó: "No, chico, ahí me conocen demasiado"...
Cuando yo no tenía colegio me llevaba por las mañanas al Parque y me sentaba en un banco ocupado por los viejos políticos del pueblo a hablar con los ex Alcaldes Arcelio Tagle, Palomares, Tirso Brito y con 10 conocedores de la materia. Por eso ya a los 9 años yo sabía quiénes eran Guas Inclán,
Alfredo Jacomino, Virgilio Pérez López y Pelayo Cuervo...(En la foto: Esteban Fernández Roig con Estebita)
Nunca yo me encontraba con él sin intercambiar abrazos y besos. Se adelantaba a cualquier fallo mío diciéndome: "Puedes hacer lo que quieras, pero si haces eso me decepcionarías por completo".
Una sola vez me pegó y fue con una corbata porque se enteró que desde la oscuridad del cine Campoamor le había gritado a un íntimo amigo de él "Panchito Cara de Cemento". Me gritaba: "¿Tú no sabías que Panchito iba acompañado por su esposa e hijas?" Estaba extremadamente ofendido.
En 1959 yo me ilusioné por unos días y él me bajó de esa nube a la velocidad de un cohete. Durante todo el primer discurso de la bestia, con su paloma en el hombro, estuvo al lado mío observando todas mis reacciones mientras me decía: "¡Este tipo es un gánster, va a acabar con Cuba, te lo garantizo!”...
Al otro día me entregó un grupo de revistas "Selecciones" que tenían marcadas varios escritos y me pidió que los leyera detenidamente. Y me dijo: "Son las cosas que han pasado detrás de la Cortina de Hierro y ya verás que van a pasar aquí"...
De pronto se dio cuenta, al comenzar yo a conspirar contra la recién estrenada dictadura, que sus críticas habían ido demasiado lejos y comenzó a preparar mi salida de Cuba. Mientras tanto, él nunca quiso salir del país porque sostenía que "Ya había visto la mayor parte de la película y que quería ver el final". Creía firmemente en que los americanos no permitirían una cabeza de playa a 90 millas de sus costas...
La noche del 11 de agosto del 62 estaba sentado en el portal de la casa. Me dijo casi en un susurro: "Dentro de unas horas te vas de Cuba y también será mi cumpleaños, felicítame ahora, tú sabes que si tratas mañana de despedirte no te vas a ir para ninguna parte".
Nos abrazamos y lloramos por largo rato. El 12 de agosto, no salió de su cuarto. Y este Día de los Padres, y todos los días, le dedico unas simples palabras: "¡Viejo, sigo sintiendo el mismo anticastrismo que tú me inculcaste!"... En paz descanse Esteban Fernández Roig.
1 Comments:
Excelente.
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