sábado, julio 13, 2013

Esteban Fernández: ALCAYATAS,TACHUELAS Y CLAVOS

ALCAYATAS,TACHUELAS Y CLAVOS

Por Esteban Fernández

Carlos Prío Presidente. Mi primo y padrino Jaime Quintero era el Alcalde del pueblo. Y, como ya les he dicho, mi padre ocupaba el segundo puesto como Secretario de la Administración. Yo era un niñito muy feliz en esa época.

Pero algo perturbaba mi tranquilidad: Había un hombre llamado Rubén que montado en su carro con unas bocinas encima, y utilizando altavoces, recorría todo Güines lanzando vituperios en contra de Jaime, en contra de Carlos Prío y, desde luego, en contra del Partido Revolucionario Cubano “Auténtico” en pleno...

Nada me endemoniaba más que pasara por mi casa, detuviera su auto prácticamente enfrente y comenzara a vociferar improperios contra Jaime Quintero.

Yo trataba de darle cranque a mi padre para que saliera para la calle y le partiera el hocico al atrevido y  lo que hacía mi papá era reírse a carcajadas. No sé si se burlaba del hombre o de que yo tan chiquito perdiera completamente la tabla.

De pronto me atreví a decirle a mi padre: “¿Qué pasa, viejo, tu le tienes miedo al tipejo ese?”. Se puso serio y me dijo: “Solamente te voy a contestar con pocas palabras y que te sirvan de ejemplo para toda la vida: ESE ES EL PRECIO DE VIVIR EN DEMOCRACIA”... Y ahí se extendió a hablarme de cosas que yo apenas entendía como “libertad de expresión” o lo que es lo mismo: que todo el mundo debe tener derecho a opinar como le dé su santa gana...

Mi mente infantil no entendía en lo absoluto el alcance de esas palabras. Y todavía hoy el principal obstáculo para desear postularme para nada es que no recibo bien los ataques personales e injustificados. Nunca olvidaré cuando mi difunto amigo Rafael Estévez me incitaba a que fuera para Florida y él me aseguraba que lograría convertirme en Concejal de Hialeah. Yo le contestaba: “Tu’taloco, Estévez, eso es una olla de grillos”...

La cuestión fue que ignoré los consejos de mi padre y al otro día cuando el señor detuvo su cacharro delante de mi casa y comenzó a insultar al Alcalde Jaime, me le acerqué, le  toqué abruptamente en la ventanilla, él la abrió sorprendido y me dijo: “¿Qué pasó muchacho?”... Y esto fue más o menos lo que quise decirle en forma confusa y enredada: “No, no pasa nada, lo que quiero es saber si usted está claro en quién vive ahí”... Y me dijo: “Sí, ahí vive Esteban Fernández Roig, el segundo al mando en Güines de este gobierno corrupto que tenemos en el poder”..

( JAIME QUINTERO ALCALDE DE GÜINES).

Hoy en día yo sé que esto fue lo que traté de explicarle en forma incoherente: “No, olvídese de Esteban, ahí vive Ana María Gómez, una mujer correcta, decente, estoica, que quiere mucho a su sobrino, y que tú todos los días la haces llorar con tus insultos y calumnias, yo lo que quiero es que de ahora en lo adelante vayas a parar tu carro  a casa del diablo y lanzar tus mentiras sobre Jaime por lo menos a un kilómetro de distancia”...

El hombre no podía creer la falta de respeto de un mojón que no levantaba tres pies del suelo.  Se sonrió, encendió el automóvil y se fue a toda velocidad. Mi padre, como siempre, no me regañó. Me dijo: “Vas a ser muy mal demócrata, le copiaste muy bien el estilo a Tony Varona, cuando le cuente al Primer Ministro lo ocurrido va a estar orgulloso de ti”... Supongo que esta fue su forma de decirme que no estaba de acuerdo con mi proceder.  

Quede claro que todo lo que le dije fue en una jerigonza infantil que no creo haya entendido porque no me hizo el menor caso,  y al otro día volvió a insistir en las criticas a través de su altoparlante. Es más, subió la parada y llamó “un bando de ladrones” a Jaime, a mi padre, a Roberto Roque, a Eugenito Domínguez,   y a cuanto “Auténtico” él se sabía el nombre. Parece que él pensó: “Si este muchacho no quiere una taza de caldo pues voy a darle una cazuela entera”...

Y ¿qué usted cree que  al travieso Estebita se le ocurrió hacer? Primero busqué la dirección del atrevido, después fui a la Ferretería Ochoa y compré 20 alcayatas, tachuelas y clavos y de noche se las puse alrededor del carro. No sé que fue lo que pasó, lo cierto es que MÁS NUNCA SE PARÓ DELANTE DE MI HOGAR.

Creo que no es necesario decirles que durante todos los años 60’s este mequetrefe recorría todo Güines con su carro vociferando propaganda castrista. Y esta vez si le ponías unas alcayatas, clavos y tachuelas te echaban 20 años de cárcel.