domingo, agosto 25, 2013

Luis Cino Álvarez desde Cuba: Aquellos manuales de marxismo

Tomado de http://www.primaveradigital.org

Aquellos manuales de marxismo

Por Luis Cino Álvarez
19 de Agosto de 2013

   
Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Recuerdo la vez, a inicios de la pasada década, que Fidel Castro recriminó con acritud a los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular que no supieron responderle qué era el Programa de Gotha.

¡Exigente que se ponía el Comandante! Era pedir demasiado a los afinados parlamentarios de la unanimidad eterna. No que hubieran leído el libro, sino que supieran siquiera que fue el Programa de Gotha. ¡Si hubo diputados que pensaron que el Comandante se refería a algún show de la TV de Miami!

El Comandante, luego del regaño y de exhortar a sus parlamentarios a leer más, les explicó qué era, pero lo más probable es que tampoco él lo haya leído. Si no lo hizo en su celda del Presidio Modelo, no debe haber tenido tiempo para leerlo después. Y ni hablar de los dos tomos de Das Kapital. Pero ni falta que le hizo, porque tenía los manuales.

La manía de los manuales se inició con la Alfabetización. Pero una cosa era enseñar a leer y escribir la "f" de Fidel y la "r" de revolución a campesinos analfabetos, y otra bien distinta aprender el catecismo marxista-leninista.

En las universidades y en las escuelas de cuadros del Partido Único se estudiaba marxismo sin necesidad de leer a Marx y Engels. Los autores de los manuales ya los habían estudiado e interpretado; su pensamiento lo habían simplificado, hecho papilla, comprimido en un esquema fácil de memorizar para revolucionarios que estaban demasiado ocupados en construir el socialismo y no podían dedicar mucho tiempo a teorizaciones.

Los estudiosos más exigentes podían leer de Lenin, El Estado y la Revolución. Era más que suficiente. Luego, el Manual de Economía Política de Nikitin lo colocaban bien visible en su anaquel de libros de la sala o la oficina, bajo la enorme foto del Máximo Líder. Eso bastaba para proclamarse marxista-leninistas.

La mayoría de los manuales fueron escritos en la Unión Soviética de Stalin. Traducidos del ruso, resultaron idóneos para la imposición del dogmatismo estalinista en Cuba.

"Marxismo de los miedos" lo denominó Alfredo Guevara, rara avis entre la inteligentsia castrista. Confesó que le repugnaba que la revolución, "como en una nueva iglesia, forjara animales domesticados". Fue en diciembre de 1963, durante una polémica cultural con Blas Roca. Un pequeño fragmento de la polémica se publicó entonces en el periódico Hoy. La respuesta completa del zar del ICAIC permaneció 43 años a la sombra hasta que Graziella Pogolotti la incluyó en su libro Polémicas culturales de los 60 (Letras Cubanas, 2006).

Cualquier cubano no se atrevía a desafiar los dogmas del catecismo marxista. Había que llamarse Alfredo Guevara y ser amigo de Fidel Castro desde que ambos tenían 19 años.

A propósito de Fidel Castro, el Comandante, que advertía que el marxismo no era un catecismo, alguna vez tuvo su pataleta anti-marxista. Para algo era El Jefe.

El 13 de marzo de 1962, durante un mtin en la escalinata de la Universidad de La Habana, el Máximo Líder saltó de su asiento en la tribuna cuando el capitán Fernando Ravelo, al leer el testamento político de José Antonio Echevarria, omitió el ruego por "el favor de Dios". Ravelo, un líder juveníl de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), cedió gustoso al influjo de los comunistas ateos del Partido Socialista Popular (PSP) para eliminar la referencia divina. No imaginó que iba a provocar la cólera del Comandante, que tronó por los micrófonos:

"¿Cómo este acto cobarde puede ser llamado la concepción dialéctica de la historia? ¿Cómo esta manera de pensar puede llamarse marxista? ¿Cómo esta clase de fraude puede llamarse socialismo? ¡Que miopía, sectarismo, estupidez y sentido retorcido! ¿Qué están queriendo hacer con esta revolución? ¿Transformarla en una yunta de bueyes o en una escuela de títeres?"

Poco después, desencadenó la purga contra el sectarismo. El Comandante se las arreglaba de maravillas para adaptar el marxismo a sus conveniencias.

El marxismo aprendido de carretilla y sin vocación, según los chapuceros manuales soviéticos de la era estalinista, complementado por Lenin, Che Guevara, el libraco de Economía Política de Nikitin y los caprichos del Comandante, aportó bien poco.

En los círculos académicos cubanos, hoy todos hablan pestes, y con razón, de aquellos manuales que les explicaban dogmáticos profesores formados en la Europa del Este del socialismo real. Abjuran de la visión simplista, anti-dialéctica, sectaria y nada ecuménica de la economía y el meta-relato útil al Poder que denominaron historia

No es para menos el desencanto. Haber aprendido marxismo por aquellos manuales es como conocer la Quinta Sinfonía de Beethoven a través de Walter Murphy o leer una novela de William Faulkner en Selecciones del Reader's Digest. Y bastante peor que ver Citizen Kane en un cine de barrio, con chinches y peste a orines, y gente que grita a voz en cuello, cada vez que se parte la cinta: ¡Cojo, suelta la botella!

Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com