domingo, septiembre 22, 2013

España. Cuando la comunista Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, quiso destruir la ciudad de Barcelona


Barcelona estudiará dedicar un espacio público a Miquel Serra i Pàmies


 Imagen de Miquel Serra i Pàmies, tras su nombramiento como 'conseller' de la Generalitat bajo la presidència de Lluís Companys Hemeroteca de La Vanguardia

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La iniciativa surge de un tuit de Titot, cantante de Brams, refiriéndose a un artículo de la revista Barcelona Metrópolis | Serra i Pàmies desobedeció las órdenes de Moscú de destruir Barcelona en enero de 1939, por lo que fue juzgado y condenado en Rusia
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Por Meritxell M. Pauné
Barcelona 
|18/09/2013

El Ayuntamiento de Barcelona estudiará dedicar un espacio público a Miquel Serra i Pàmies, un héroe olvidado de la ciudad, que la salvó de ser destruida en 1939 cuando la Guerra Civil ya estaba completamente perdida. El teniente de alcalde y concejal de Cultura, Jaume Ciurana, ha confirmado este miércoles a RAC1 que llevará la propuesta a la ponencia del nomenclátor este otoño.

En cuánto a qué espacio le podría asignar la ciudad, Ciurana reconoce que no hay ninguna ubicación sobre la mesa y que no tiene "preferencias", pero recuerda que hay muchos más nombres en espera que calles y plazas disponibles. "Barcelona es una ciudad muy acabada, tenemos 200 nombres a la espera de tener un espacio público", afirma.

La historia de Serra i Pàmies ha sido publicada y reivindicada este mes en la revista municipal Barcelona Metròpolis, bajo el título Miquel Serra i Pàmies, el héroe olvidado de 1939. El hombre que evitó la destrucción de Barcelona. La divulga también Quim Monzó en su columna de este martes en La Vanguardia, en la que también apela a la injusticia de que Serra no tenga ninguna calle y en cambio sí la tengan -o mantengan- personajes falangistas.

El rescate de la memoria de este barcelonés de adopción, nacido en Reus y cofundador del PSUC, también la destacó por Twitter el cantante Titot, de la banda Brams e integrante de la CUP, que comparaba la falta de una calle a su nombre con la propuesta aprobada de dedicar la avenida del Estadi en Montjuïc a Juan Antonio Samaranch. Al parecer, el mensaje de Titot hizo recapacitar al político convergente, según sus declaraciones a RAC1: "Sí, de hecho fue a raíz del tuit de Titot que hablé con los técnicos municipales y me pareció oportuno llevar [la propuesta] a la orden del día" de la ponencia del nomenclátor, que se reúne entre octubre y noviembre.

Rescatado por un estudiante

Aunque la visibilidad mediática la ha conseguido gracias a los padrinos mediáticos, Serra i Pàmies debe el rescate de su legado y su osadía a un estudiante de Bachillerato, Guillem Martí i Masana. Su trabajo de investigación de final de Bachillerato, en la Escola Pia de Nostra Senyora de Barcelona, ganó en 2006 la primera edición que convocaba la UPF del premio Ernest Lluch de Ciències Socials i Polítiques. Una síntesi de su investigación, que tenía más de 100 páginas, ha sido publicada en el número 89 - Verano 2013 de la revista trilingüe Barcelona Metròpolis.

En 1981 el periodista de La Vanguardia Fèlix Pujol entrevistaba al octagenário Josep Serra i Pàmies, hermano de Miquel, que acababa de publicar una biografía de su hermano a través de la transcripción de las cartas que se enviaron y de los recuerdos comunes. También reconoce que el 'sabotaje' del reusense no se aireó durante la dictadura por decisión del propio Miquel: "Al hablar contra Rusia habría parecido que hacíamos la política de Franco, podía ser malinterpretado". "Fue un defraudado", suspiraba entonces Josep.

¿Quién fue Serra i Pàmies?

Miquel Serra i Pàmies (Reus 1902 - Mèxic 1968) fue un político atípico. Estudió comercio y trabajó en la FECSA. Se afilió a la Unió Socialista de Catalunya y poco más tarde ingresó en el joven PSUC, organización para la que ejerció de Conseller de abastecimiento y obras públicas desde junio de 1937 hasta el mismo febrero de 1939, cuando la Segunda República perdió la Guerra Civil.

Su hazaña fue sabotear las directrices del Komintern ruso, que ordenó aplicar a rajatabla su política de tierra quemada: las tropas franquistas no tardarían en entrar a Barcelona -una vez cruzaron el Ebro, la guerra se daba por perdida- y no debían hallar en ella nada de valor militar, económico ni logístico. Por ello, enviaron a la capital catalana especialistas en demolición de la Brigada Líster para diseñar la destrucción de las principales fábricas, los conductos de agua potable y fuentes de energía, las vías de comunicación y los túneles del metro. Disponían de toneladas de trilita y mucha munición de artillería y calculaban que quedaría devastada una cuarta parte de la ciudad. La muerte de cientos de barceloneses, que también calcularon, se consideró un daño colateral aceptable.

Serra i Pàmies debía escuchar el plan atónito y desesperado, sabedor que las órdenes de Moscú no podían contradecirse en público y que sus más férreos seguidores las llevarían a cabo fuere como fuere. Por ello, decidió actuar arriesgando su propio pellejo: se propuso voluntario para coordinar los preparativos y dar la órden final cuando estuviera todo dispuesto. Se dedicó durante días y semanas a convocar reuniones caóticas, provocando confusiones en las horas y lugares de encuentro, facilitaba contactos erróneos y ganaba tiempo con todo tipo de artimañas. Y esperaba la inminente llegada de los nacionales, en una angustiosa cuenta atrás. Cuando le comunicaron a él y a varios compañeros del partido que los tanques ya estaban en la Diagonal, emprendió la huída hacia Francia.

Un compañero del PCE lo engañó para que viajara a Moscú, junto a otro artífice de la insubordinación, Josep del Barrio, también del PSUC. Allí fueron arrestados y enviados a los calabozos estalinistas, dónde les torturaron e interrogaron. Pese a su emotiva defensa durante el juicio, fue condenado y enviado a Siberia en tren. De camino, sin embargo, logró huir y llegar penosamente a Vladivostok, para embarcar hacia Japón y a Los Ángeles. Se exilió finalmente en México, donde también consiguieron llegar con los años su mujer -que le tenía por muerto- y su hija -a la que todavía no conocía-. Sus nietos y bisnietos aún viven allí, en Guadalajara.

El olvido

Desde México, como recoge el artículo de Guillem Martí en Barcelona Metròpolis, Serra i Pàmies escribió a su hermano -que era de la Lliga Regionalista- reflexionando sobre la memoria que quedaría de él. "¿Tú crees que si los barceloneses conocieran este episodio me tendrían un agradecimiento? ¿Crees que uno de los vecinos a los que le esperaba una muerte segura me daría las gracias? No, hermano. Los pueblos olvidan los peligros que han pasado y viven el presente. Si algunas hazañas recuerdan son las bárbaras, no las humanas", lamentaba en la misiva. "Todos, absolutamente todos, somos responsables de la tragedia de nuestro pueblo. Lo único que yo podría demostrar es que no he sido un cobarde", zanjaba.

Martí reflexiona sobre el legado de este héroe, enterrado por vencidos y vencedores, ignorado por la sociedad catalana durante décadas. El próximo mes de enero se cumplirán 75 años de su sabotaje. "¿Cómo de más difícil habría sido la posguerra en Barcelona sin suministro eléctrico, sin agua potable y sin tejido industrial? ¿Qué sería hoy Catalunya si su capital hubiera quedado reducida a escombros? Gracias a los esfuerzos de un hombre que hemos olvidado, no conoceremos nunca las respuestas a unas preguntas tan espeluznantes", contesta Martí.
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