Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
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Alejandro quiere saber de su hermano
Por Luis Cino
2 octubre, 2013
La reforma de las leyes migratorias no ha conseguido resolver el drama de la separación de las familias cubanas. Es una tragedia que ha sido manejada con bastante crueldad e indiferencia hacia el sufrimiento de la gente y ha durado demasiadas décadas. Se han acumulado demasiados problemas, muchos ya insolubles, al menos mediante tarjetas blancas o de cualquier color de menos.
El caso de Alejandro, que quiere saber noticias de su hermano en los Estados Unidos, es otro de esos pequeños dramas personales que conforman el gran drama que hemos tenido que sufrir los cubanos de las últimas generaciones (¿tres, cuatro, más?).
Alejandro Aguilera Bueno tiene 55 años, es herrero y vive en El Calvario, Arroyo Naranjo, al sur de La Habana. Hace unos días vino a verme para pedirme que lo ayude a averiguar el paradero de su hermano mayor, Antonio Aguilera Bueno, que se fue hace más de 30 años a los Estados Unidos.
Pronto hará 20 años que no tiene noticias de él. Lo último que supo de Antonio fue a través de la madre de ambos, que lo visitó en Miami, en 1994.
La anciana murió hace tres años, llamándolo. En sus últimos días, solía confundir a un hermano con el otro.
Me cuenta Alejandro que cuando eran muchachos, Antonio era su ídolo. Alejandro quería ser como él, imitaba sus gestos, su forma de vestir, su gusto por las canciones de la WQAM y envidiaba su suerte con las muchachas.
En los años 70, Antonio pasó varios años en la cárcel por motivos políticos. Es decir, por bromear en público acerca de lo que él suponía que comía Fidel Castro. Lo cogieron preso una tarde en el cine Santa Catalina, en Santos Suárez. Los policías fueron bastante aparatosos en el momento del arresto. Como si Antonio hubiese cometido un crimen. Me dice Alejandro que si no le falla la memoria, ese día, en el Santa Catalina exhibían una película checoslovaca que trataba de un carro-vampiro que funcionaba con la sangre que le chupaba al chofer.
Cuando Alejandro vino a pedirme ayuda, lo que más me llamó la atención es la fe que tiene en que podrá encontrar su hermano a través de Internet. Le han hablado de Facebook y está seguro que allí aparecerá su hermano o alguien que lo conozca y lo ponga en contacto con él. Pero me dice –y no hace falta que me lo explique- que él no tiene dinero para pagar los 4.50 cuc que cuesta la hora de conexión en uno de los centros de navegación que abrió el gobierno hace unos meses. Lo que Alejandro gana con su trabajo apenas le alcanza para malcomer.
Alejandro tiene fe en que yo lo pueda ayudar porque tengo acceso a Internet, aunque sea un par de horas a la semana.
Todavía hay muchos cubanos para los que Internet parece cosa de magia.
Traté de explicarle a Alejandro que no dispongo de suficiente tiempo y habilidad como para ocuparme de Facebook, que la famosa red social -que según me confiesa, no acaba de entender qué carajo es- no es tan infalible como él se imagina en cuanto a localizar personas de las que uno ha perdido la pista, sino que es más bien como lanzar un mensaje dentro de una botella al mar, a ver si alguien adecuado da con ella…Pero cuando vi el dolor en su mirada, me convencí que no tenía estómago para quitarle la ilusión de que podrá hallar a su hermano. Por eso me decidí a escribir sobre su caso, para ver si alguien que me lea puede ayudar.
luicino2012@gmail.com
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