miércoles, noviembre 27, 2013

Charles Krauthammer: ¿POR QUÉ EL PÁNICO DE LA IZQUIERDA ANTE EL OBAMACARE? WHY LIBERALS ARE PANICKED ABOUT OBAMACARE



¿POR QUÉ EL PÁNICO DE LA IZQUIERDA ANTE EL OBAMACARE?

Por Charles Krauthammer

Traducción de Alfredo M. Cepero
(English version follows)

"Aún cuando sea necesario cambiar la ley, el presidente debe honrar la promesa del gobierno a los ciudadanos y permitir que se queden con lo que tienen". Bill Clinton

Así que el ex presidente afirma que el actual presidente sigue faltando a su palabra de "si a usted le agrada su plan de seguro, usted podrá mantenerlo". Y, a pesar de la reacción furiosa de la Casa Blanca, Clinton propone que la Ley de Seguro Asequible sea modificada.

Salida de la boca del decano del Partido Demócrata, esta sugerencia creó la primera grieta en la represa. Dio legitimidad a la rebelión silenciosa de demócratas aterrados ante los probables daños electorales del Obamacare. En cuestión de horas, la rebelión se hizo pública con un ruido atronador. En un par de días, el presidente se vio obligado a tomar una acción de retaguardia y pedirle a las aseguradoras que extendieron sus actuales planes por un año.

Sin embargo, el daño a la presidencia de Obama es ya irreparable. Su nivel de aprobación ha caído por debajo del 39 por ciento, el más bajo de toda su presidencia. Y, por primera vez, una mayoría de sus ciudadanos lo consideran indigno de ser creído. La ruptura de esa relación será muy difícil de ser reparada.

Sin embargo, lo que está en juego es mucho más que su presidencia o la mayoría demócrata que hoy gobierna en el Senado. Lo que está en juego es un nuevo y ambicioso proyecto de la izquierda norteamericana introducido por Obama, del cual es símbolo y ejemplo el Obamacare.

Cuando los republicanos se disponían a plantear un conservadorismo constitucionalista encaminado a reformar, reestructurar y contener el estado benefactor (tal como la reforma de Medicare presentada por Paul Ryan y aprobada por la Cámara casi por unanimidad) Obama presentó una transformación radical de la izquierda encaminada a expandir el papel del gobierno, aumentar el estado benefactor y crear nuevos beneficios garantizados (entitlements).

El centro de su visión es, desde luego, el Obamacare, la reforma social más gigantesca del último medio siglo. Un programa que afecta a una sexta parte de la economía y hace impacto directo en el área más importante en la vida de cada ciudadano.

La única legislación social de contenido radical en la historia moderna de los Estados Unidos que ha sido aprobada sin los votos del partido de oposición. Los demócratas son los únicos dueños del Obamacare. Su derrumbe será una bomba nuclear a su ideología central de un gobierno gigantesco con la capacidad de proporcionar beneficios de la cuna a la tumba a una ciudadanía agradecida.

Durante cuatro años este debate a sido teórico. Ahora es real. Y, para los demócratas, es un verdadero desastre.

Comienza con una implementación plagada de errores. Una supina incompetencia. Si Washington no ha sido siquiera capaz de construir la página cibernética--la puerta de entrada a su nuevo y agresivo nuevo mundo--¿cómo se las va a arreglar para regular el vasto ecosistema de la medicina norteamericana?

En segundo lugar, la arrogancia. Cinco millones de planes de salud seleccionados, comprados y renovados libremente por sus dueños son cancelados en forma sumaria. ¿Por qué motivo? Porque no cumplen con los patrones arbitrarios estipulados por los burócratas de Washington.

A pesar de todas sus declaraciones y conferencias de prensa en que le mintió a la gente cuando les dijo que podían mantener sus planes de salud, ahora resulta que podrán mantenerlos si Obama les da el permiso. No hay mejor definición de paternalismo.

Por último, el engaño. La esencia del estado benefactor es un gobierno que regala cosas al ciudadano. Por eso Obama prometió que su Obamacare daría protección a 30 millones de ciudadanos, al mismo tiempo en que le daba a toda la ciudadanía toneladas de servicios médicos, "sin añadir siquiera un real al déficit presupuestario".

Si tenemos en cuenta que esta promesa es totalmente imposible, tenía que haber escondida alguna trampa. Ahora sabemos que la trampa eran subsidios escondidos en la legislación. Despojar de sus planes de seguro a millones que ya los tenían y obligarlos a inscribirse en el Obamacare donde tendrían que pagar primas más altas por beneficios que ni necesitaban ni querían. Esas primas infladas serían utilizadas para financiar los planes de quienes no estaban asegurados.

La reacción ante la incompetencia, la arrogancia y el engaño ha oscilado entre el ridículo y la ira. Pero el peligro va más allá de los aterrados demócratas en el Congreso. Este es el mayor logro legislativo de la presidencia de Obama, la máxima expresión de su izquierdista estado benefactor. Si el Obamacare se derrumba, quedará muy poco de la ideología que le ha servido de inspiración.

Quizás no se produzca el derrumbe. Quizás la página funcione con eficiencia el 30 de noviembre. Quizás encuentren una formula de restablecer las pólizas canceladas sin causar un daño irreparable el financiamiento del Obamacare.

Quizás. Sin embargo, el escenario más probable es que el Obamacare termine en un rotundo fracaso. Quizás fracase políticamente bajo el peso de la oposición de los propios demócratas. Quizás sucumba a causa de las complicaciones financieras (la "muerte en espiral") de las enmiendas que han sido adoptadas apresuradamente para salvarlo.

Si llegara a fracasar los efectos serán de proporciones históricas. Obamacare arrastraría al precipicio no solamente a Mary Landrieu y sus colegas en el Senado. Sería un total descrédito del izquierdismo de Obama por un largo tiempo.
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WHY LIBERALS ARE PANICKED ABOUT OBAMACARE

By CHARLES KRAUTHAMMER

"Even if it takes a change to the law, the president should honor the commitment the federal government made to those people and let them keep what they got."

-- Bill Clinton, Nov. 12

WASHINGTON -- So the former president asserts that the current president continues to dishonor his "you like your plan, you can keep your plan" pledge. And calls for the Affordable Care Act to be changed, despite furious White House resistance to the very idea.

Coming from the dean of the Democratic Party, this one line marked the breaching of the dam. It legitimized the brewing rebellion of panicked Democrats against Obamacare. Within hours, that rebellion went loudly public. By Thursday, President Obama had been forced into a rear-guard holding action, asking insurers to grant a one-year extension of current plans.

The damage to the Obama presidency, however, is already done. His approval rating has fallen to 39 percent, his lowest ever. And, for the first time, a majority consider him untrustworthy. That bond is not easily repaired.

At stake, however, is more than the fate of one presidency or of the current Democratic majority in the Senate. At stake is the new, more ambitious, social-democratic brand of American liberalism introduced by Obama, of which Obamacare is both symbol and concrete embodiment.

Precisely when the GOP was returning to a more constitutionalist conservatism committed to reforming, restructuring and reining in the welfare state (see, for example, the Paul Ryan Medicare reform passed by House Republicans with near unanimity), Obama offered a transformational liberalism designed to expand the role of government, enlarge the welfare state and create yet new entitlements (see, for example, his call for universal preschool in his most recent State of the Union address).

The centerpiece of this vision is, of course, Obamacare, the most sweeping social reform in the last half-century, affecting one-sixth of the economy and directly touching the most vital area of life of every citizen.

As the only socially transformational legislation in modern American history to be enacted on a straight party-line vote, Obamacare is wholly owned by the Democrats. Its unraveling would catastrophically undermine their underlying ideology of ever-expansive central government providing cradle-to-grave care for an ever-grateful citizenry.

For four years, this debate has been theoretical. Now it's real. And for Democrats, it's a disaster.

It begins with the bungled rollout. If Washington can't even do the website -- the literal portal to this brave new world -- how does it propose to regulate the vast ecosystem of American medicine?

Second, arrogance. Five million freely chosen, freely purchased, freely renewed health care plans are summarily canceled. Why? Because they don't meet some arbitrary standard set by the experts in Washington.

For all his news conference gyrations about not deliberately deceiving people with his "if you like it" promise, the law Obama so triumphantly gave us allows you to keep your plan only if (BEG ITAL)he(END ITAL) likes it. That's the very definition of paternalism.

Lastly, deception. The essence of the entitlement state is government giving away free stuff. Hence Obamacare would provide insurance for 30 million uninsured, while giving everybody tons of free medical services -- without adding "one dime to our deficits," promised Obama.

This being inherently impossible, there had to be a catch. Now we know it: hidden subsidies. Toss millions of the insured off their plans and onto the Obamacare "exchanges" where they would be forced into more expensive insurance packed with coverage they don't want and don't need -- so that the overcharge can be used to subsidize others.

The reaction to the incompetence, arrogance and deception has ranged from ridicule to anger. But more is in jeopardy than just panicked congressional Democrats. This is the signature legislative achievement of the Obama presidency, the embodiment of his new entitlement-state liberalism. If Obamacare goes down, there will be little left of its underlying ideology.

Perhaps it won't go down. Perhaps the web portal hums beautifully on Nov. 30. Perhaps they'll find a way to restore the canceled policies without wrecking the financial underpinning of the exchanges.

Perhaps. The more likely scenario, however, is that Obamacare does fail. It either fails politically, renounced by a wide consensus that includes a growing number of Democrats. Or it succumbs to the financial complications (the insurance "death spiral") of the very amendments desperately tacked on to save it.

If it does fail, the effect will be historic. Obamacare will take down with it more than Mary Landrieu and Co. It will discredit Obama's new liberalism for years to come.