domingo, diciembre 15, 2013

Luis Posada Carriles testimonia sobre Ricardo¨ El Mono¨ Morales Navarrete. Fragmento de Historia de una Intriga, una entrevista donde Morales Navarrete habla de quienes colocaron las bombas en el avión de Cubana de Aviación derribado el 6 de octubre de 1976 en Barbados

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano



Según Aldo Rosado-Tuero, director del blog Nuevo Acción, y combatiente antiCastrista desde muy temprano en 1959, él fue el primero en llegar donde estaba el ensangrentado cuerpo de Atón Constanza Palao y este le dijo que los que lo habían baleado eran Aguedo Castillo, otro individuo llamado ¨El Mejicano¨ y un tercer individuo que es el que Atón posteriormente mata y por el cual, después de estar huyendo, es capturado y sentenciado a cárcel donde se volvió loco. Aldo Rosado-Tuero ha hablado con ¨Bambi¨, Luis Posada Carriles, sobre lo que le dijo el baleado Atón Constanza Palao. El ¨Mono¨ no  estaba en ese hecho; posteriormente, el ¨Mono¨si fue con la Policía a Casa de Aldo buscando a Atón por si estaba escondido allí después de haber matado al tercer individuo que disparó contra él. Atón en el juicio dijo la verdad con respecto a que ¨El Mono¨ no estaba.

Aldo tiene la opinión de que ¨El Mono¨  dice la verdad en el video ¨Historia de una intriga¨y que fue un error de Orlando Bosh confiar en ¨El Mono¨.
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Tomado de http://www.latinamericanstudies.org/book/caminos-guerrero-15.htm


Los Caminos del Guerrero

 Por Luis Posada Carriles

Capítulo 10:  Orlando Bosh llega a Venezuela

Desde la División 54 (Contraespionaje) de la DISIP se hace una llamada de larga distancia a Managua, Nicaragua. Se establece comunicación con el Dr. Orlando Bosh y se le instruye para que se presente en la Embajada de Venezuela, donde el cónsul tiene instrucciones para que le extienda una visapara entrar al país, portando un pasaporte con el nombre de Carlos Luis Paniagua. Ese mismo día se presenta en mi oficina un exiliado cubano de nombre Frank Castro, y me dice que viene de parte de Orlando para comunicarme que ha sido invitado por el gobierno de Venezuela para venir al país. La invitación se la hace Orlando García, que es quien ha girado instrucciones para que se le extienda visa.

-Luis -dice F. Castro-, Orlando me pidió que le dieras una opinión sobre este ofrecimiento. Quiere saber qué piensas tú sobre la posibilidad de venirse a establecer en Venezuela, sobre todo con referencia a su seguridad personal.

-Mira, Frankle respondo-, yo personalmente creo que aquí en Venezuela no corre gran peligro; sin embargo, no sé si ustedes saben que por aquí se encuentra El Mono Morales, que es su enemigo.

El Mono, increíblemente, dirige una división de la DISIP, posición que le consiguió su amigo Orlando García e, induda blemente, tiene poder para hacerle daño a Bosh.

-Orlando lo sabe -replica el mensajero-. Pero Orlando García le ha asegurado que tiene controlado a El Mono, y sobre ese particular no habrá ningún problema.
-Si es así-le dije yo, a manera de conclusión- no veo por qué no aceptar el ofrecimiento.

¿Cuál era el origen de esa enemistad entre el Dr. Orlando Bosh, una figura tan conocida como polémica del exilio cubano, y este personaje, El Mono, enigmático, resuelto, del que hablaremos extensamente? Veamos.

La primera vez que vi a El Mono fue en abril de 1961. Feliciano Foyo, Syla Cuervo, Gustavo y Raúl Lora, Sergio Méndez Aponte, Alfredo Cepero y otros que pertenecíamos a la resistencia armada contra Fidel Castro, vestidos de uniforme y con nuestros sacos de campaña estábamos en Opa Loka esperando un avión que nos conduciría a los campos de entrenamiento de Guatemala. Formábamos parte de la Brigada 2506 que, posteriormente, desembarcaría en Bahía Cochinos.

En la fila que habíamos formado para embarcarnos estaba un individuo de mediana estatura, joven, bien parecido y de contextura atlética. Era Ricardo Morales Navarrete, alias El Mono. Dos americanos llegaron y llamaron por su nombre a Morales, a quien sacaron de la fila y se lo llevaron impidiéndole tomar el avión con el resto del personal. Posteriormente supimos que lo habían considerado sospechoso de ser agente de Castro.

El Mono había abandonado Cuba recientemente, donde había sido miembro de los servicios de inteligencia cubanos (G2) y trabajaba en el aeropuerto internacional de Rancho Boyeros, en La Habana. Posteriormente El Mono fue agente de la CIA y participó en una operación en África, donde un grupo de cubanos reclutados por la Agencia defendieron al entonces gobernante del Congo, Moisse Chombe.

El Mono, sumamente hábil e inteligente, se las agenció para trabajar con la mayoría de los cuerpos de seguridad que funcionaban en la convulsionada área de Miami. La policía local y el FBI utilizaron sus servicios, permitiéndole exhibir, en ciertas ocasiones, una patente de corso de la que El Mono hacía gala. También la mafia judía y la mafia italiana lo utilizaron.

Fue protagonista de varios hechos de violencia entre los que se destaca el atentado a tiros contra un cubano llamado Atón Constanza Palao, que recibió 21 balazos de 45 de manos de El Mono y dos cómplices. Constanza, agonizando, culpó a El Mono del atentado. Sin embargo, durante el juicio no sostuvo su acusación y El Mono salió libre.

La muerte a tiros de un cubano llamado German Lamasares y el intento de asesinato de un gángster residente en Miami Beach, de nombre Fatty Gordon, fueron hechos que se le achacaron a El Mono y en los que la policía nunca pudo encontrar pruebas en su contra.

Su simpatía innata, su buen porte y su gran habilidad para comunicarse con otros, le abrían muchas puertas y oportunidades que, desde luego, El Mono aprovechaba. Muchas fueron las personas honradas que cayeron en las garras de su seducción, dándose cuenta de su error hasta cuando fue muy tarde.

El Mono era Jefe de la División 54 en la DISIP, una pequeña división que se ocupaba del contraespionaje, con un número muy limitado de personal. Esta ocupación le daba a El Mono bastante tiempo libre para desarrollar sus asuntos personales. El cargo también le daba poder e inmunidad, privilegios que utilizaba genialmente.

Entre las muchas actividades anteriormente desarrolladas, había sido testigo del Estado en un juicio que se le siguió en Estados Unidos al Dr. Orlando Bosh, en 1968. En el juicio que se le siguió a Bosh se la acusó de haber atacado un barco polaco con una bazuca 3.5, en territorio americano; fue condenado a 10 años de prisión, de los que cumplió 5, siendo libertado bajo palabra. Las declaraciones de El Mono hicieron posible la condena de O. Bosh.

El Dr. Orlando Bosh es un hombre alto, fuerte, de complexión robusta, de hablar fluido y expresión vehemente. Inteligente, tozudo, con un solo camino en su vida: la liberación de Cuba. Es un líder anticastrista respetado como hombre de acción; admirado por muchos y criticado por otros; exhibe en su haber todo un largo historial de acciones, algunas violentas, contra el gobierno de Castro y sus seguidores.

El Dr. Bosh es un médico pediatra, graduado en la Universidad de La Habana, donde fue dirigente estudiantil.

Cuando la Revolución tomó el poder, Castro lo nombró Gobernador de la Provincia de Las Villas. Sin embargo, al darse cuenta del camino hacia el comunismo por el que iba la Revolución, comenzó a conspirar para derrocar el régimen. Sus primeros intentos fueron dirigidos a ayudar un frente guerrillero que se desarrollaba en las montañas de El Escambray. Bosh, aprovechando que se podía mover libremente por su condición de médico, trasladó armas y equipos a los guerrilleros. Este intento, es el primer asomo de los muchos esfuerzos que harían los patriotas cubanos en su lucha contra la tiranía. Bosh se va al exilio e inmediatamente denuncia el abandono y la falta de ayuda por parte de los norteamericanos a las guerrillas de El Escambray y se niega a participar en la operación de Bahía de Cochinos.

A partir de entonces, la vida del Dr. Orlando Bosh toma un rumbo fijo. Invariable. La acción, muchas veces violenta, marca su conducta. Abandona su carrera, su familia y todas las comodidades que el exilio ofrece a un profesional, en la persecución de su objetivo. Sus aecractores e enemigos políticos, así como los no simpatizantes de sus métodos de lucha, nunca podrán negarle su inmenso sacrificio, ni su conducta siempre recta y honorable. Orlando sufre prisiones y persecuciones. Viaja por los países de Sur y Centroamérica, llevando su lucha a todos ellos, de diferentes formas.

Llegó a Venezuela procedente de la República Dominicana, con escala en Managua, Nicaragua. El Dr. Ramón Ignacio Velásquez, Director de Extranjería de Venezuela, y a quien profeso una gran amistad, recibió la petición de la División 54 de la DISIP, para que extendiera a través del consulado venezolano en Managua, visa de transeúnte a un tal Carlos Luis Paniagua, que no era otro que el Dr. Bosh, con pasaporte extendido en La Dominicana.

El día 7 de septiembre de 1976, a las nueve de la mañana, recibo en mi oficina una llamada de El Mono Morales:

Jefe -siempre me decía "Jefe", para halagar mi ego- te tengo una sorpresa: esta noche llega al país el médico. Conseguí que se le hiciera una invitación para que se quede un tiempo por aquí. Quiero limar asperezas con él y ayudarlo un poco mientras esté por Venezuela. Te agradecería mucho si me acompañaras al aeropuerto de Maiquetía, para recibirlo.

-Mono, ¿sabe Orlando que lo irás a recibir? -le observé.

-No. Será una sorpresa. Tampoco sabe de las gestiones que hice por él. Y le tengo algunas sorpresas más que le ayudarán mucho.

-No tengo inconveniente en acompañarte a Maiquetía, pero no te garantizo nada sobre la reacción de Orlando cuando te vea.

-OK, jefe, paso a las 7:30 p. m. por tu oficina, para recogerte.

A la hora acordada llegó El Mono, conduciendo su propio vehículo, sin chofer ni escolta. Entré al carro y observé que en el asiento del conductor, entre él y yo, había una subametralladora Beretta y un radio portátil. En el camino hacia Maiquetía El Mono lucía jovial y extrovertido; yo traté de captar en su expresión una doble intención, porque con El Mono uno nunca sabía.

Al llegara Maiquetía nos dirigimos a las oficinas de la DISIP, donde nos estaba esperando el Comisario Jefe de la Delegación del Aeropuerto, El¡ Saúl Camargo. Atento y campechano nos saludó efusivamente y nos dijo que la dirección le había ordenado recibir a un viajero con pasaporte dominicano de nombre Carlos Luis Paniagua y prestarle atención especial.

Fuimos a la pista a esperar la llegada de los pasajeros; uno de los primeros en bajar fue Orlando, quien lucía un traje nuevo, ancho V mal cortado, comprado en Nicaragua para esa ocasión singular. Orlando me abrazó cordialmente. El Mono pennaneció atrás, respetuosamente. Cuando terminamos de saludarnos, El Mono se acercó y le dijo:

-Hola, Orlando, bienvenido a Venezuela.

-¡Qiubo, Morales! -respondió fríamente y extendió su mano para evitar que El Mono lo abrazara.

El Mono, tímidamente, le dijo:

-Olvidemos el pasado.

Orlando replicó:

-Perdón sí, olvido no.

El Comisario Camargo tomó el pasaporte del viajero e hizo que le pusieran los sellos de entrada en Migración. Luego, ordenó a un agente de DISIP que se ocupara de su equipaje. Rápidamente abandonamos el aeropuerto rumbo a Caracas. En el trayecto, poca conversación. Orlando es alojado en el Hotel Caracas Hilton, donde ya se le había hecho una reservación. El Mono se retiró a su apartamento, ubicado en un edificio contiguo llamado Anauca Hilton.

Al día siguiente, Orlando hizo contacto conmigo y yo lo visité en su hotel. Bosh me preguntó:

-Luis, ¿qué crees tú de la invitación queme hizo el Presidente Pérez para que visite el país y me quede por un tiempo?

-Orlando, ¿de parte de quién vino esa invitación?

-Frank Castro me dijo que Orlando García había contactado a El Mono para que te enviara el mensaje.

-¿Quieres decirme que todo ha sido extraoficial? le dije, sorprendido.

-Efectivamente -confiruió Bosh.

-En ese caso -le sugerí- hay que estar alerta, pues conociendo a El Mono, es de esperar cualquier cosa. Sin embargo, bien pudiera, ser-agregué-que El Mono convenció a Orlando García para que garantizara tu estancia en el país y así tratar de favorecerte y limpiarse contigo por los años de prisión que te causó. La especie de la invitación del presidente la puede haber inventado él. El tiempo lo dirá; esperemos, pero esperemos alertas.

Al poco rato de estar conversando con Orlando, llegaron dos agentes de DISIP con órdenes de darle protección. Eran enviados por el comisario Morales, de la División 54.

El Mono no pierde tiempo, es un ejecutivo. Al siguiente día, Orlando es trasladado a las oficinas de DISIP, donde lo espera El Mono. Lo pasan al Departamento de Identificación, lo retratan y le extienden un carnet de funcionario de DISIP, con el nombre de Carlos Sucre. Desde ese momento, el Dr. Bosh está investido de una autoridad que le permite portar toda clase de armas y ejercer lo correspondiente al cargo. ¿Quién dio la orden para que se le acredite el carnet? Oficialmente, El Mono Morales. Sin embargo, éste dice que sigue las órdenes de Orlando García, tanto en la cuestión del carnet como en darle a Bosh protección adecuada.

El Dr. Bosh comenzó a visitar amigos y a recolectar fondos para la causa cubana. Los agentes que le acompañaban para darle seguridad, conspicuos y mudos, provocaban recelo a las personas visitadas. Orlando resiente esto y me consulta.

-Necesito que me ayudes -me dice en mi oficina-. Me trae mucho problema andar por todos lados cuidado y tal vez espiado por agentes de la DISIP. Yo no conozco la ciudad y, por lo tanto, no puedo conducir automóvil y encontrar direcciones. ¿Podrías proporcionarme alguna persona que me pudiera trasladar y a la vez me sirviera de protección? Ah, también -recuerda Bosh- necesito un carro y armamento corto, pues en la DISIP sólo me dieron una subametralladora Beretta, que es muy difícil de ocultar cuando me bajo de carro.

Yo accedo a las peticiones de Bosh y le asigno a Hernán Ricardo, quien trabaja regularmente conmigo en la Agencia de Investigaciones Privadas. También le proporciono una pistola Colt .45 con cuatro cargadores y un revólver Python 3.57 Magnum. Eximo a Hernán Ricardo de sus deberes en la Agencia, mientras dure su nueva misión.

(Ricardo Morales Navarrete, ¨El ¨Mono¨ Morales Navarrete)

Hernán Ricardo, de unos 20 años, gozaba de toda mi confianza. Trabajaba conmigo desde hacía unos cinco años, cuando era muy joven (unos 15 años). Se aumentaba la edad y hacía trabajos ocasionales con mi División de DISIP. Era fotógrafo profesional, trabajaba para el vespertino El Mundo y era utilizado para que, en su condición de periodista, tomara fotografías en-los disturbios que frecuentemente ocurrían en Caracas. La comparación de las fotos obtenidas en distintos eventos, nos permitía identificar a los revoltosos habituales y a los profesionales que aparecían siempre organizando las revueltas. También Ricardo era utilizado cuando había recepciones y reuniones que cubría la prensa. Así podíamos establecer relaciones entre personas de nuestro interés. Hernán Ricardo, alto, bien parecido y de modales discretos, era estimado por todos. Su afición a la investigación y la agudeza de su mente hicieron que pronto se convirtiera en un verdadero y útil profesional. Además de la cámara, era un buen conductor (-motorizado" como le llamábamos) que conocía el difícil arte del seguimiento y vigilancia utilizando métodos increíbles para obtener buenas tomas. De esta forma, obtuvo un puesto fijo en la División, sin cargo policial porque, al intentar ponerlo en nómina, por su partida de nacimiento nos dimos cuenta de su corta edad. Se le pagaban sus emolumentos de una partida secreta. Cuando formé la Agencia de Investigaciones Privadas, él formó parte del personal operativo. Sin ocultarme nada, me dijo que también hacía trabajos ocasionales para la DISIP.

Habían transcurrido tres semanas desde la llegada de Orlando Bosh a Caracas y Hernán Ricardo era su guardaespalda y chofer. Bosh vivía en un apartamento del edificio Anauca Hilton. En dos ocasiones fue visitado por Orlando García y por El Mono Morales, oportunidad en la que Bosh le manifestó a O. García su deseo de entrevistarse con el Presidente Pérez. García le informó que ya le tenía una cita arreglada para el día 10 de octubre. En esos momentos no dudo de que O. García le ha comunicado al Presidente Pérez la presencia del Dr. Bosh y ha conseguido su autorización.

En un esfuerzo por captar mi simpatía, El Mono Morales me llamaba frecuentemente, siempre contándome de las gestiones que realizaba en favor de Bosh y de su labor. Bosh también me visitaba constantemente. A mí me agradaba su visita. Su conversación era siempre amena y cargada de patriotismo. Su meta era llevar la guerra, como él decía, por todos los caminos del mundo, hasta que desembocara en la plena liberación de Cuba. La primera fase, y para la cual se encontraba en Venezuela, era la de recolectar fondos para su proyecto. En el país había cubanos acomodados, que estaban en condiciones de contribuir generosamente para desarrollar el Plan Bosh. El Dr. Hildo Folgar, médico muy adinerado y de muchas relaciones políticas, era amigo de Bosh y se ofreció para celebrar reuniones sociales en su propia casa, para colectar fondos.

He entretenido al lector con todos estos antecedentes, para ubicarlo en el escenario y con algunos de los personajes que tendrán algún tipo de relación con lo que relato a continuación.
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Ricardo Morales Navarrete Interview (1982) [Part 1]




Ricardo Morales Navarrete Interview (1982) [Part 2]